Permítanos soñar

¿Cuál es el sueño boliviano? Sabemos, aunque sea por películas, sobre el “sueño americano” o el de Martin Luther King. Pero me pregunto ¿cuál es nuestro sueño?

Carlos Vives, el cantante colombiano, en una entrevista señalaba que en su país se busca el sueño de otros. Nos dice que nos acoplamos al sueño americano. No buscamos dentro las fronteras.

En Bolivia muchos se van al exterior para perseguir sus sueños particulares lejos de nuestras fronteras. Se van cantando la cueca de Humberto Caballero y Moisés Palma “Padillita” y, al salir de Bolivia vuelven la vista con los ojos llorando y dicen que lejos te vas quedando tierra mía. Pero aun así continúan el camino, convencidos de que lejos les podría ir mejor. Perdimos la esperanza de soñar con el progreso.

Quieren irse a acoplar al sueño que tienen los ciudadanos de otros países. Migran a EEUU, España, Argentina, Brasil y una infinidad de países. Incluso se cuenta que un boliviano, en algún país árabe, tiene una compraventa de camellos. Cierto o no, lo que nos quieren decir que fuera de nuestras fronteras se abren oportunidades que aquí se nos cierran.

El sueño de todo boliviano o boliviana es poder mejorar sus ingresos para poder acceder a los productos necesarios para subsistir, pero el sueño queda incompleto si es que no puede subir en la escala social. Yéndose fuera del país de hecho se mejora casi inmediatamente. Los que se quedan dicen “¡pucha, que bien le está yendo!, vendrá para Urkupiña, está ganando mucha guita”. Pese a que quienes se van mandan verdes desde allá, en la mayoría de los casos no es tan cierto que estén hinchados de dinero. Pero la creencia de que se está mejor afuera que aquí cunde y es imitado por muchas personas. Por ello en algunas oportunidades se ven colas en los consulados acreditados en el país buscando una visa salvadora.

De tiempo en tiempo reformateamos nuestras políticas y con ello se renuevan nuestros sueños. Ya basta de neoliberalismo, decíamos en 2006 y luego de casi 19 años expresamos que ya no queremos a este gobierno populista que truncó los sueños por la propuesta neoliberal. Y así nos la pasamos a lo largo de la historia. De liberalismo pasamos al nacionalismo y de este al neoliberalismo y luego al populismo; ahora estamos por optar por un nuevo esquema.

Quizá la forma de vida que tenemos vinculada a la extracción de recursos naturales no renovables es lo que nos está frustrando y quitando los sueños. Se encuentra una veta de mineral o un pozo de gas y nos creemos millonarios y gastamos todo los que ingresa hasta que nos damos cuenta que esas “riquezas” son finita. Al parecer la explotación de recursos renovables pueden ser aquellos que nos permite soñar, por lo menos en Santa Cruz con este patrón de producción se permiten pensar en un país mejor. Por ello muchos cruceños plantean exportar el “modelo” cruceño. Sin embargo, los cruceños también miran allende las fronteras en búsqueda de mejores sueños y por ello muchos emprenden el camino al exterior.

Los sueños pueden ser individuales o colectivos. En el país el sueño individual se ha subordinado al sueño colectivo, muchos creen que afiliándose a un sindicato o a una organización social los hará más fuertes, mejor si tienen una carretera estratégica para bloquear y así podrán torcer el brazo al gobierno y obtener pingues triunfos. De tanto torcerle el brazo lo único que consiguen es debilitar el sueño individual y colectivo.

Al parecer podremos tener un sueño reparador si la justicia funcionara, si los jueces y fiscales se apegaran a la ley para fallar de manera justa en alguna controversia. Sin justicia no habrá una vida mejor. Sin embargo, desde el gobierno nos insisten en mantener un sistema judicial injusto, politizado y corrupto.

En fin, estamos a dos semanas de iniciar un nuevo año, momento preciso para renovar nuestros sueños. Unos irán a misa para encomendarse, otros se pondrán un calzón del color que indique su sueño y otros ofrecerán una mesa a la Pacha Mama. Yo tarareo a León Gieco, sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente, que no me abofeteen la otra mejilla.