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Intensamente | 26/09/2025

Oscilar a la derecha liberal o construir el esquivo centro nacional

Carlos Hugo Laruta
Carlos Hugo Laruta

Hoy, la ciudadanía boliviana encara una decisión crucial que marcará el ciclo político venidero. Por un lado, avanzar hacia la derecha liberal, que busca consolidar su posición apelando a los valores de mercado, libertad individual y claridad programática. Por otro lado, asumir el desafío de construir un centro político aún poco definido, pero potencialmente capaz de articular el territorio plural y ofrecer estabilidad al país.

1. Los ciclos políticos previos y la constante oscilación pendular

La historia boliviana muestra una constante oscilación pendular al inicio de sus ciclos políticos que suelen durar alrededor de 20 años. A fines del siglo XIX, los liberales reemplazaron a los conservadores; en el siglo XX, la revolución de 1952 apelando al nacionalismo desplazó a los supuestos antinacionalistas.

Con la democracia contemporánea que comienza en 1982, las élites políticas buscaron evitar las oscilaciones extremas e intentar construir una continuidad gradualista. Sin embargo, hasta 2025, esto no ha sido posible.

La democracia vio cómo el izquierdismo populista de la UDP reemplazó a las dictaduras militares, y en el siglo XXI, el populismo izquierdista y etnicista del MAS-IPSP sustituyó a los llamados neoliberales. Es una constante: cada nuevo ciclo conduce al otro extremo de las visiones ideológicas, y a la vez inicia con una fase de ajuste y turbulencia que aquí llamaremos transición.

2. La Transición de las dictaduras a la democracia actual (1982-1985)

El primer ciclo democrático se inició en octubre de 1982 con la presidencia de Siles Suazo (UDP) y duró formalmente hasta 2006 (más de 20 años). Sus inicios estuvieron marcados por una profunda crisis de transición. Veamos.

El gobierno de Siles Suazo heredó las pulsiones estatistas de la economía de 1952 en un contexto internacional de bajos precios de exportación. La ingobernabilidad social fue su herencia y su perdición: los casi tres años de su gestión (octubre de 1982 a agosto de 1985) estuvieron dominados por las movilizaciones de la por entonces poderosa COB, que exigía demandas salariales e incluso la reinstalación del antiguo cogobierno MNR-COB.

Esta ingobernabilidad tolerada por el gobierno de izquierda, junto al desfavorable contexto internacional y una durísima oposición parlamentaria (MNR de Paz y ADN de Banzer), condujeron al acortamiento de su mandato. Esta fase de transición terminó con la instalación del gobierno de Paz Estenssoro y la promulgación del liberal Decreto 21060, que orientó hacia adelante todo este primer ciclo de la democracia.

3. La transición del neoliberalismo al populismo etnicista (2006-2009)

El ciclo del MAS-IPSP generó una nueva forma de Estado semifederal ("plurinacional", por la amplia decisionalidad para las autonomías indígenas) de carácter autonómico (nueve autonomías departamentales y 340 municipales) y una economía marcadamente estatista. Políticamente, hubo un cogobierno entre el núcleo partidario (comunistas, socialistas e indianistas radicales) y el IPSP, compuesto por las grandes organizaciones sociales permanentes (cocaleros, COB, Csutcb, entre otros).

La fase inicial del MAS (enero de 2006 hasta la aprobación de la nueva Constitución en febrero de 2009) duró casi tres años y se caracterizó por una fuerte polarización social. En este tiempo, el MAS consolidó su gobernabilidad mediante una articulación prebendal y clientelar con las dirigencias de las organizaciones sociales, lo que le permitió mantener un amplio apoyo electoral.

La cesión de ministerios y viceministerios a la clientela de estas organizaciones les permitió convertirse en gobernantes efectivos (cogobierno MAS-IPSP).

4. La transición de 2025: los dos caminos posibles

Los antecedentes históricos ya expuestos, indican que, a partir de noviembre de 2025 se iniciará una nueva fase de transición para un nuevo ciclo estatal. En ella se ajustarán las fuerzas sociales, económicas y políticas a la nueva situación que emerja del balotaje.

Independientemente de quién gane entre los dos candidatos, Tuto o Rodrigo, la turbulencia de la transición dependerá de la relación que se establezca con dos actores clave que están momentáneamente separados: 1. Evo Morales y su millón de votos (campesinos indígenas y cocaleros). 2. las organizaciones sociales permanentes del IPSP, actualmente debilitadas por la crisis interna del núcleo partidario del MAS.

Este será el eje central de la transición. Si bien la gobernabilidad parlamentaria entre el PDC, Libre y Unidad parece viable (pese a los disidentes y tránsfugas que aparezcan), el verdadero problema estará en la gobernabilidad social.

El éxito de la transición y la estabilidad del nuevo ciclo dependerá de cuál de los dos candidatos demuestre tener las mejores condiciones internas en tres factores clave: 1. liderazgo democrático para evitar las viejas y dañinas oscilaciones políticas pendulares. 2. Visión de país y programa inclusivo que no excluya al electorado abandonado por el MAS. 3. capacidad de interlocución democrática en el Parlamento, con el masivo electorado urbano, propio de las alianzas ganadoras, y en las calles frente a posibles protestas sociales de los sectores anteriormente cogobernantes.

Estas son tareas difíciles. Una transición con sectores sociales empoderados por el populismo anterior, una lenta implementación de medidas de ajuste económico y dificultades de concertación podrían debilitar la eficacia de gestión del próximo gobierno. Esto, a su vez, podría provocar el reagrupamiento del electorado y favorecer la ingobernabilidad social y el relanzamiento de Evo, a pesar de la aun parcial derrota sufrida.

Finalmente, considerando que en los 20 años del MAS-IPSP se instaló una difícil relación entre estatismo empresarial, capitalismo orgánico del oriente (cercano a Tuto) y capitalismo popular del occidente (cercano a Rodrigo), la pregunta crucial es ¿cuál de los dos capitalismos tiene mejores condiciones para atravesar el puente de la transición y, con ello, garantizar la estabilidad para el desarrollo de la democracia boliviana durante los siguientes 20 años? La respuesta no está aún dicha y todos seremos parte de ella.

Carlos Hugo Laruta es sociólogo boliviano.



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