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16/08/2023
Oveja Negra

Oposición, entre el ser y la nada

Eduardo Leaño
Eduardo Leaño

El francés Jean Paul Sartre, uno de los grandes pensadores del siglo XX, formuló la siguiente sentencia: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Sin duda, se trata de una de las frases más esenciales de la historia de la humanidad; ciertamente, desde que venimos a este mundo hacen de nosotros algo. Desde que nacemos nos hablan y, como una esponja, recibimos una serie de palabras. En el momento en que empezamos a hablar sólo repetimos palabras que nos dijeron; así, carecemos de un lenguaje propio.

El lenguaje y el entorno sociopolítico nos condiciona; sin embargo, esto no es para siempre, alguna vez expresaremos una palabra nuestra y ese será el momento de nuestra libertad, algún momento debemos ser responsables de nosotros mismos, porque somos lo que elegimos ser. A partir de esta breve reflexión, el presente artículo intenta responder algunas cuestiones relacionadas con la oposición política de nuestro país: ¿Qué hizo el MAS con la oposición? ¿Cuáles son las palabras y las frases que le enseñaron a repetir? ¿Cuándo la oposición ejercerá su libertad y manifestará su propia palabra?

En relación a la primera cuestión, desde 2006, debe destacarse que el MAS, por un lado, desestructuró a la oposición y la redujo a su mínima expresión. Esto puede constatarse en el fracaso de los opositores en los distintos procesos electorales, en los que sólo lograron un modesto respaldo ciudadano en comparación con las contundentes victorias del MAS; por otro lado, el MAS monopolizó el discurso de lo pluricultural e impuso su proyecto de sociedad (Estado plurinacional, democracia intercultural, modelo económico, social, comunitario y productivo); mientras que en la oposición se advierte, a un tiempo, la absoluta ausencia de discurso y la enorme incapacidad de brindar una opción de futuro a la sociedad que le permita interpelar a la ciudadanía.

Por último, mientras los masistas se sienten orgullosos de su ideología socialista y de ser de izquierda, la oposición se avergüenza y se sonroja de ser liberal y de derecha. Así, la oposición no es nada y esta idea de la nada le provoca angustia, un sentimiento de temor no a un objeto externo, sino miedo a su propio ser debilitado, a su incompetencia para obrar con libertad, a su inutilidad para hablar con sus propios términos, a sus erradas decisiones y sus adversas consecuencias. En todo este tiempo, la negligente oposición ha realizado infructuosos esfuerzos por constituirse en una real alternativa política, pero sigue sin ser nada.

Respecto de la segunda interrogante cabe resaltar algunas ideas ilustrativas transmitidas por el MAS e internalizadas inconscientemente por la oposición. Primero, se le enseño a respetar el Estado de derecho, aunque el MAS la infringe permanentemente (no acataron los resultados del Referéndum del 21 de febrero del 2016 y de manera ilegal lograron habilitar a sus candidatos en las elecciones del 2014 y 2019); segundo, a la oposición se le ha inculcado la idea de que somos una sociedad pluricultural, incluyente y no discriminadora, pero en el gobierno del MAS ha prevalecido lo indígena sobre lo no indígena, la inclusión de unos ha implicado la exclusión de los otros y los discriminados de ayer resultaron ser los discriminadores de hoy; tercero, a la oposición se le ha infundido el concepto de que en Bolivia hay “justicia y no venganza”, cuando en los hechos no existe opositor sin procesos y masista que no goce de impunidad; y cuarto, a los opositores se les ha inculcado la noción de que el país es más productivo y rentable con mayor intervención del Estado en la economía, pero de sobra se conoce que la mayoría de las empresas estatales resultaron un fracaso. Los opositores nunca cuestionaron seriamente estas ideas, las criticaron sólo de manera superficial y sin ningún efecto práctico. Al parecer, las internalizaron tanto que hasta ahora permanecen paralizados, sin respuestas y, en los hechos, en la nada.

En relación al último tema, cabe advertir que la oposición aún no ha llevado a cabo el pleno ejercicio de su libertad y todavía le falta expresar su propia palabra, con un contenido discursivo cuestionador, rupturista y contestatario. La oposición arcaica y cómplice del statu quo ha fracasado en aquella misión y, por dignidad, deberían retirarse. Recientemente han emergido varias agrupaciones opositoras, aparentemente renovadoras; sin embargo, observando cuidadosamente, detrás de los nombres nuevos de estas organizaciones políticas se encuentran, agazapados, viejos políticos, con viejos discursos y viejos vicios (casi todos vinculados a los partidos tradicionales o al malogrado gobierno de Janine Añez).

Finalmente, puede identificarse a una oposición en ciernes, capaz de ejercer su libertad y desmarcarse de las ataduras discursivas del MAS; por el momento es una persona solitaria que habla con voz propia, cuestiona todo el andamiaje del fracasado Estado plurinacional y es un outsider que no tiene cola de paja. Así, a la oposición le invade la angustia, el desamparo y la desesperación; se encuentra atomizada y aún se debate entre el ser y la nada.

Eduardo Leaño es sociólogo.



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