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Mirada multidimensional | 05/08/2025

Ojalá no usen la moto sierra de Milei

Rolando Morales
Rolando Morales

Hay consenso entre los candidatos a presidentes sobre las medidas económicas para hacer frente a la crisis en el corto plazo, pero aún no conocemos las estrategias para lograr los resultados esperados. En este artículo quiero presentar algunas sugerencias al respecto.

Existe consenso en tres políticas de corto plazo: la necesidad de reducir la subvención a los hidrocarburos, la de transparentar el mercado cambiario y la de evaluar el presente y el futuro de las empresas públicas para tomar medidas y de la pertinencia del numeroso personal de la administración pública.

Existen varias estrategias para reducir la subvención a los hidrocarburos en el marco de dos principios: no sacrificar a la población más vulnerable y lograr disminuir, por lo menos, un 30% el déficit fiscal, en una primera etapa. Para lograr este objetivo se necesitará poner en marcha un sistema de precios diferenciados para el transporte público y las movilidades particulares y/o un mecanismo de compensación para la población vulnerable.

La intensidad de estas políticas será en función del porcentaje del déficit fiscal, que se busca reducir en el corto plazo. Posteriormente, el diferencial de precios deberá reducirse al igual que las compensaciones. Simultáneamente, se deberá fortalecer la ANH para evitar posibles desvíos de carburantes para fines no deseados.

En el mediano plazo, YPFB deberá dejar la intermediación de combustibles entre los oferentes extranjeros y los demandantes nacionales. En contraste con esta propuesta, habrá quienes desearían aplicar la moto sierra de Milei y eliminar la subvención de golpe y en una sola vez, sin compensaciones. Dicha estrategia tiene dos riesgos importantes: la desestabilización del gobierno debido al rechazo de la población y un brusco aumento de la inflación.

Transparentar el mercado cambiario requiere que el precio de la divisa se fije por la oferta y la demanda. La oferta en el mercado libre está manejada por tres sectores: los cooperativistas mineros, los agroindustriales y grupos que operan al margen de la ley. Es una oferta que da muchos saltos hacia arriba y hacia abajo; por lo que sería bien tener un mecanismo que controle los cambios bruscos para evitar la incertidumbre de los operadores.

La demanda de dólares depende de la demanda de importaciones de bienes y servicios (incluyendo viajes al exterior) y del deseo de la población de mantener activos monetarios por precaución. La demanda por precaución disminuirá cuando las expectativas inflacionarias disminuyan y, sobre todo, cuando la población tenga la certeza que puede operar con dólares o con moneda nacional libremente.

Acompañando estas medidas, el Banco Central debería revertir la operación de trueque de monedas realizada hace dos años devolviendo a los bancos los dólares que recibió y fortalecer ASFI para obligarlos a respetar los acuerdos implícitos y explícitos con sus clientes.

Para fijar los límites superior e inferior del precio del dólar, se tendrá en cuenta una tercera variable: la incidencia de sus variaciones en el presupuesto fiscal. Si tiene saldo positivo en moneda extranjera se puede permitir subir el límite superior. Por el contrario, si su saldo es negativo, ese límite superior tiene que ser reducido. Para que el Banco Central pueda mantener las fluctuaciones del precio del dólar al interior de ciertos límites necesitará de un fondo de apoyo.

El Estado requiere hacer la evaluación socioeconómica de la situación actual de sus empresas y de sus perspectivas a futuro. La evaluación negativa de algunas de ellas debería dar lugar a cerrarlas. Las empresas públicas que sean bien evaluadas deberían quedar en manos del Estado.

En los años 90, el proyecto de privatización del gobierno se chocó con que no había empresarios del sector privado con la capacidad económica y el interés de hacerse cargo de las empresas públicas. Esa triste realidad llevó a que fueran vendidas a precios de gallina muerta en un contexto repleto de acusaciones de corrupción, lo que generó un gran daño al Estado e interrumpió un proceso de industrialización en ciernes.

Alejándose de presunciones sin fundamento, el nuevo gobierno debería utilizar las empresas públicas rentables para rediseñar un proyecto de desarrollo industrial en concomitancia con el sector privado.

En gran medida, la posibilidad de realizar un buen gobierno está supeditada a tener una burocracias eficiente y alejada de prácticas de corrupción. El nuevo gobierno deberá hacer una evaluación de lo que está recibiendo. Quizás le convenga cerrar algunos ministerios y/o crear otros, por ejemplo, un ministerio de industria.

Tendrá que evitar prejuicios sobre el poco trabajo que dispensan los funcionarios públicos, por lo que no es una buena idea despedirlos sin un estudio previo que muestre su pertinencia. En ningún caso es aconsejable que empleados eficientes sean reemplazados por afines al gobierno.

Rolando Morales es economista.



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