Vamos de lo general a lo particular. Parece
ser cierto aquello de que, para que se aprenda, debe ser escrito o demostrado
con sangre; en este caso, la sangre la puso el candidato presidencial
ecuatoriano Fernando Villavicencio, periodista que se pasó años denunciando la
relación entre el poder y el narcotráfico en Ecuador. Días antes había
denunciado a un cártel mexicano, responsabilizándolo si “algo le pasaba”. Y
pasó, lo balearon y mataron a la salida de un mitin político. Todos los
controles de seguridad fallaron.
Villavicencio denunciaba, reitero, la relación entre narcotráfico y la política en su país, situación cada vez más común en América, desde México hasta Tierra del Fuego, donde el narco ha extendido sus acciones en busca de incrementar un poder que le permita acumular dinero y espacios o territorios.
Dinero y poder político es la expresión de una especie de “capitalismo sin reglas”, es decir de la ilegalidad que encuentra su base en Estados que, coincidentemente, prohíjan la idea del Socialismo del Siglo XXI.
Hagamos una puntualización del fenómeno sigloveintiunero y cocaína o narcotráfico.
Ecuador se ha convertido, desde el gobierno de Rafael Correa, (miembro destacado de la banda “veintiunera”) en un importante acopiador y exportador de cocaína, cuando, según la UNODC, los cultivos de coca en Ecuador representan sólo el 0,04% de la región.
Venezuela, desde Hugo Chávez, ha tomado importancia en el tráfico de cocaína, habiendo incursionado incluso en la siembra de coca. InSight Crime realizó una investigación, en 2021, y logró establecer que “los cultivos de coca están echando raíces en los municipios zulianos de Jesús María Semprún, Catatumbo y Machiques de Perijá”; Dato: el ELN colombiano tomó 15 fincas en el territorio venezolano el año 2019, minando los entornos con la advertencia: “zona minada, el que se meta, el ELN no responde”.
Por si alguien pretende distraer el foco de
atención, recordemos que Nicolás Maduro es el sucesor de Chávez en el gobierno
venezolano y que el comandante Chávez fue el ejecutor e impulsor, con sus
petrodólares, del Socialismo del Siglo XXI y, en ese sentido, el cerebro
político es Cuba. Igual, con 350 o 500 hectáreas de coca sembrada, Venezuela no
figura entre los productores de hoja, aunque sus puertos estén entre los más
importantes exportadores de cocaína.
El portal Diálogo Américas publicó, el mes de abril de 2021 que “casi el 24% de la producción mundial de cocaína transita por Venezuela, indica el informe Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2020, de la DEA.
Venezuela y Ecuador colindan con Colombia y Perú, los dos productores más importantes de coca del mundo; el tercero es Bolivia; entre los tres países pueden haber producido unas 2.074 toneladas de cocaína en 2021.
Detalle: entre 2011 y 2021, Colombia pasó de producir 385 toneladas por año, a 972 . Perú fue desplazado del primer lugar, pasando de 385 a 785 toneladas. Bolivia pasó de 213 toneladas a 317. El “capitalismo sin reglas” genera dinero y va tras el poder a toda costa.
En mi libro “Coca, Territorio, Poder y Cocaína” (editorial El País, 2015 y 2016) demuestro la perversa relación entre coca, territorio y poder.
Recuérdese que Evo Morales, la figurita apreciada por Cuba y Venezuela, subió la coca “legal”, que estaba fijada en 10.200 hectáreas a 20.400 hectáreas en 2017, pese a que UNODC había logrado demostrar que entre el 94 y 95% de la producción de la hoja de coca que se procesaba para cocaína en el oriente boliviano salía del Chapare y que los mercados legales apenas recibían el 5% de la producción de esa zona del país.
Felipe Cáceres el “zar antidrogas” había asegurado que “la demanda de hoja de droga es uno de los factores para que el 40% de la producción de coca en Bolivia no pase por los controles legales” y responsabilizaba a los países consumidores a los que pedía “no echar la culpa” a los países productores de coca; lo demás es conocido; sigue pasando lo mismo… aunque hay otro Presidente.
En efecto, Luis Arce está en problemas cada vez más graves por la situación de la “coca bendita” que no sólo no logra quedarse en las 22.400 hectáreas (cada año nos dan cuenta de que entre 9.000 y 10.000 hectáreas son erradicadas, de lo que podemos inferir que las siembras se mantienen en más de 30.000 hectáreas, con el agravante de que hoy se producen tres kilos de cocaína con las hojas de coca que antes producían uno.
Esto es coca, poder y cocaína; sin esa tríada no se lograría lo que han logrado las mafias del narcotráfico: convertir a este país en centro de fabricación, tránsito y distribución de la “droga reina”. Por otra parte, los medios dan cuenta de que al menos 10 “capo-narcos” extranjeros han hecho de este país su lugar de escondite y operaciones.
El último conocido es Sebastián Marset (hace un par de días las autoridades bolivianas entregaron otro narco a Argentina, buscado desde hace 20 años, ¿casualidad?), cuyo paradero se ha convertido en fuente de todo tipo de especulación, varias con amplia posibilidad de acierto si se considera que, teniendo radicatoria legal, vida social, deportiva y económica, cédula de identidad y pasaporte bolivianos, siguió con su negocio desde acá, el suelo de su “nueva patria”. Marset se benefició o compró protección en dos gobiernos (y hasta tres, si se considera la posibilidad de que el sistema de protección se mantuvo en el gobierno transitorio).
Marset llegó durante el gobierno de Morales, logró papeles y documentos y en el de Arce, mantuvo sus líneas de distribución sin ningún impedimento hasta que Uruguay y Paraguay apretaron clavijas y el nombre se hizo visible cuando una hora antes del operativo de captura fue advertido de lo que vendría y se fugó. Parece que nadie vigilaba su casa ni mantenía control sobre el lugar (en su desesperación por zafar, dicen que el prófugo interceptó el dron que lo vigilaba) y el hombre se fue por la puerta y caminando con dos bolsas de lo que se supone era dinero. De inmediato las autoridades comenzaron a detener a futbolistas, cocineras y otras personas que eran supuestos “palos blancos”. Bah, lo de siempre. Paraguay y Uruguay no están contentos, pero siguen coordinando acciones con el gobierno de Bolivia.
Es un hecho, el gobierno de Bolivia hace e hizo todo mal con relación al tema puntual de Marset y peor aún, al tema en general, se contabilizan 25 toneladas de cocaína exportadas en dos meses y todas se encontraron cuando llegaron a destino o salieron de las fronteras; las que van a Chile y salen desde Santa Cruz y Chapare transitan entre 700 y 1.500 kilómetros en camiones y buses y pasan todos los controles. ¿Alguien puede negar el encubrimiento? Sí, encubrimiento, haber salido de Valle Sacta, como denunció el Cnel. Yerko Terán es una prueba, así haya quedado en nada. Lo cierto es que el “zar antidrogas”, el cocalero Jaime Mamani, nunca pudo explicar su participación en el tema, como no puede hacerlo el ministro Del Castillo aunque cruce acusaciones con Carlos Romero acerca de quién protege o protegió más a estas bandas.
Esto va muy mal para el destrozado prestigio del país en la materia; las naciones que investigan la problemática no tienen interés de hacer nada en coordinación con nosotros.
Así están las cosas, país, esto va a seguir.
Carlos Valverde es periodista y analista.