El jueves 29 de mayo, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, anunció que la difusión de la información del FMI sobre la situación económica boliviana y sus proyecciones ya había sido autorizada, “desmintiendo” así a Jorge Tuto Quiroga.
Sin embargo, los datos del FMI no fueron revelados. Y mientras los ministros y el propio presidente Luis Arce emiten declaraciones, las largas filas para conseguir combustible continúan, los precios de los productos de la canasta familiar siguen en aumento, y muchas familias bolivianas viven en la desesperación al no poder sacar adelante sus negocios, desde la venta de ropa –nueva o usada– hasta enfrentar la falta de medicamentos, insumos e incluso equipos médicos para salvar vidas.
El descontento de la población se percibe en todas partes. No obstante, esta angustia no se manifiesta con la magnitud que se vio en otros momentos de la historia boliviana. Tal vez se deba a una triste resignación, a la decepción tras la gran movilización ciudadana de 2019 luego del fraude electoral –que culminó con el retorno del Movimiento al Socialismo al poder–, o quizás a la esperanza puesta en las elecciones de agosto de este año, aún inciertas.
Algunas personas están promoviendo movilizaciones de sectores afines al ala “evista” con el objetivo de presionar a las autoridades electorales para permitir la participación de Evo Morales en los comicios de agosto, una situación abiertamente ilegal y antidemocrática, como lo establece el artículo 168 de la Constitución Política del Estado y el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016.
Cabe recordar que, por gestiones del expresidente Quiroga, la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que la reelección indefinida no constituye un derecho humano.
A comienzos de esta semana, el presidente Luis Arce anunció 11 medidas. Sin embargo, como ya es costumbre, tras sus declaraciones nada ha cambiado para la gente, al menos no de manera positiva. Seguimos sin dólares, el uso de cuentas bancarias está restringido, y se observa en las calles y redes sociales –con dolor e impotencia– que muchas madres, en su día, no pudieron festejar.
No fue por apatía, sino porque no pueden permitirse ese lujo: un día de venta –ya sea de dulces o de cualquier otro producto que permita llenar los platos de comida– resulta indispensable.
En contraste con estas crudas realidades, nos enteramos de que el hijo menor del presidente Luis Arce, Rafael Arce, de 25 años, es propietario de “Adán y Eva”, un paraíso terrenal que hoy cultiva maíz y soya, pese a estar ubicado en una zona de conservación forestal.
No solo adquirió ese terreno por más de tres millones de dólares, sino que también vulneró leyes relacionadas con los límites de desmontes, con el visto bueno de la Autoridad de Bosques y Tierras. Además, incumplió la pausa ambiental establecida por un decreto firmado por su propio padre en 2024.
En estos días hemos sido testigos de las idas y venidas de los candidatos surgidos del Movimiento al Socialismo: Andrónico Rodríguez, Eva Copa, Eduardo Del Castillo, y, una vez más, Evo Morales, quien insiste en su postulación.
Excepto este último, los demás dicen promover la renovación, ofrecer nuevas oportunidades y sacar al país de la crisis… una crisis de la cual todos ellos han sido partícipes. ¿A quién le creemos?
Cecilia Vargas es cirujana y docente universitaria.