La marcha que presenciamos encabezada por Evo Morales contra Luis Arce no tiene nada que ver con los movimientos sociales y mucho menos por las organizaciones sindicales. Fue una marcha política para presionar para que Morales sea habilitado como candidato presidencial en contra de la norma y sentencias constitucionales.
El país tiene problemas más grandes que resolver la candidatura de una persona. En este momento cuando la Bolivia amazónica y chiquitana se incendia, que la gente de Santa Cruz, La Paz, Chuquisaca, etc., se está enfermando de los pulmones por estar respirando humo, cuando las personas están buscando unos dólares para que funcione su negocio, cuando la gente está pendiente de que no suban los precios de los productos de la canasta familiar, una fracción del MAS decide iniciar una marcha para que el Jefazo sea habilitado como candidato a la presidencia y derrotar al presidente que lidera otra fracción de ese partido. ¡Es una locura!
Generalmente las marchas la inician un grupo de dirigentes sociales y a medida que avanzan se le van plegando grupos de personas en representación de sus organizaciones. El número de personas al llegar a su destino es considerablemente superior al que partió. En esta marcha política el grupo de llegada si bien era mayor al del arranque, no era mucho más.
Los siete días que duró la caminata desde la localidad de Caracollo hacia La Paz, inquietó no solo al Gobierno, sino también a la población paceña. La tensión fue creciendo a medida que se aproximaba a la sede de Gobierno. Se decía que habría enfrentamientos entre las fracciones del MAS, las mismas que podrían enlutar de nuevo a las familias bolivianas. Pero el lobo que se acercaba no era tan fiero como se pensaba. En el pasado avanzaba mostrando sus colmillos.
Al parecer no hubo grandes enfrentamientos debido a que ni Evo Morales ni Luis Arce tenían los seguidores que decían tener. Por ello el resultado se lo puede caracterizar como una situación “lose-lose” (perder-perder).
Pero todo este tiempo que duró la tensión, el fuego siguió arrasando más y más bosques. Pero uno, el que aprobó las leyes incendiarias, comenzó a distraer al presidente y este dejó de coordinar para tomar acciones que eliminen los focos de calor. Por ello los bomberos, los comunarios se organizan para que el fuego no queme sus pertenencias.
Los animalitos están cercados por el fuego, las imágenes muestran la fauna calcinada, ganaderos llorando, comunarios e indígenas desesperados por las grandes pérdidas.
Cada año se repiten los incendios. Una vez sofocados los pobres retornan a su pobreza, como dice Serrat. La experiencia de años pasados muestra la diferencia de antes y después de los incendios. Los pobres se volvieron más pobres porque perdieron todo, muchos hasta su casa y la mayoría su fuente de ingresos. Lo que antes era verde, ahora es ceniza y no pueden ni beber agua porque está contaminada. La Amazonia, la Chiquitania después de los incendios quedaron con un paisaje desolador.
Al MAS, de cualquier fracción, lo único que les interesa es el poder, pero se arropan con un discurso en favor de los pobres, de los indígenas y hacen exactamente lo contrario. Si lo comparamos con un conductor de automóvil diríamos que los del MAS ponen su guiñador a la izquierda, pero toman el camino de la derecha.
@brjula.digital.bo