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Articulista Invitado | 05/03/2020

Lo que encontramos y por qué emitimos los bonos

José Gabriel Espinoza
José Gabriel Espinoza

Para entender por qué se va a emitir bonos soberanos durante 2020 debemos entender qué encontramos cuando se asumió el manejo de la economía boliviana. Después de casi 14 años de manejo, el MAS dejó un déficit fiscal acumulado de más de 14 mil millones de dólares. Sin embargo, no es solo el déficit, sino también la estructura del gasto, ya que el Tesoro General de la Nación (TGN) había asumido roles que no le correspondían, con obras de carácter municipal o departamental que, por la necesidad de campaña constante de Evo, generarán cargas a futuro para los municipios y gobernaciones a lo largo y ancho del país.

El déficit encontrado en las empresas públicas también es alto, agravado por el hecho de que el ciclo de inversiones en estas empresas estaba llegando a su fin y a pesar de haber concluido ya su puesta en marcha, la gran mayoría no genera ingresos, menos aún utilidades. Es por esto que los indicadores financieros son malos en la gran mayoría de los casos, y una vez concluidas las evaluaciones de impacto, tomando en cuenta otros criterios de evaluación más allá de lo financiero, como la generación de empleo, dinamización de cadenas productivas o sustitución de importaciones (los supuestos motivos por los que crearon estas empresas), es muy probable que los resultados sean aún peores. Evidentemente hoy hay que trabajar en nuevas formas de hacer rentables estas empresas, pero es un trabajo arduo y que requiere tiempo.

En este punto hay que señalar también a la estrategia de inversión pública en infraestructura: es cierto que se han construido una gran cantidad de carreteras, pero esto no ha dinamizado al sector productivo no tradicional ¿Por qué? Porque no hubo estrategia productiva. Los caminos no han vinculado los centros de producción con los mercados, de hecho, si miramos como está la estructura productiva en Bolivia, nos encontramos una serie de pequeños mercados, desconectados entre sí, y por lo tanto incapaces de lograr economías de escala y crecimiento sostenible. La consecuencia de la ausencia de estrategia en la inversión pública se grafica con un ejemplo claro: hoy es más barato llevar papá del Perú a los mercados de Sucre que papa de zonas tradicionales de producción en Chuquisaca y Potosí.

Es por eso que el aparato productivo tiene, en algunos casos, más del 50% de su capacidad instalada ociosa. Dicho esto, para lograr un crecimiento sostenible hay que solucionar la falta de integración, no solo con los mercados externos, sino también al interior del país, las trabas normativas y la sobre regulación que solo buscaba recaudar para que el Gobierno central siga gastando.

Por otro, la política monetaria, que buscaba contener la desaceleración que se observa en la economía ya desde 2013, era neutralizada por la absorción de liquidez que el TGN implementó, lo que dejaba al sistema financiero y a los actores del sector privado sin recursos para sostener sus actividades. Esto no hacía más que profundizar la desaceleración.

Esta incoherencia en la política económica tuvo un efecto directo en la pérdida de Reservas Internacionales Netas (RIN), por dos razones: 1) mientras más gastaba el sector público, más importaciones, ya que esa mal llamada inversión era intensiva en bienes importados, y 2) porque a medida que el gasto del Estado hacía caer las reservas, las señales para el sector privado eran negativas y empezaron a demandar más dólares. En consecuencia, la política económica implementada por Arce era la principal responsable de los desequilibrios macroeconómicos.

Ahora bien, Arce era consciente de esto, y por eso incluyó en la Ley del Presupuesto de 2020 la emisión de 1.500 millones de dólares en bonos soberanos, tal cual se hizo en años anteriores, sin embargo, si miramos como ha manejado la economía, con gran probabilidad estos recursos habrían sido destinados a seguir sosteniendo el gasto fiscal. A esto hay que agregarle un efecto perverso de la anterior emisión de bonos: los primeros compradores fueron inversionistas extranjeros, y por lo tanto, llegaron recursos nuevos a la economía, no obstante, conforme el manejo de la economía generaba las inconsistencias que señaladas, se impulsó la compra de estos bonos por parte de las AFP del país, lo que generó una salida de dólares. El efecto neto fue nulo para las RIN y por lo tanto, para los equilibrios macroeconómicos.

En el caso de la emisión que se llevará adelante, el objetivo principal es uno solo: constituir reservas y así mantener los equilibrios macroeconómicos. Esto se logra con una adecuada política fiscal, que priorice el gasto destinado a aquellos bienes y servicios públicos que realmente debe proveer el Estado (salud, educación y seguridad) y que llegan a las familias, una inversión en infraestructura que permita vincular a los productores con el mercado y una colocación efectiva en inversionistas extranjeros, que realmente traiga recursos nuevos a nuestra economía.

Este cambio en el enfoque de la política económica es crucial para empezar a virar una economía construida para sostener el gasto del gobierno central, controlador de los recursos y por lo tanto de la asignación de los mismos, hacia una en la que el Estado facilite el desarrollo de las familias, de los emprendimientos y de las empresas de nuestro país.

José Gabriel Espinoza Yañez es economista, director del Banco Central de Bolivia.



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