Ninguna persona en su sano juicio hubiera podido imaginar una acción política y militar realizada por el presidente Luis Arce, el comandante del Ejército y toda la plana mayor militar que genere uno de los mayores desprestigios y crisis institucional de las Fuerzas Armadas de la nación en la vida política boliviana.
Arce, junto a su comandante del Ejército, Juan José Zúñiga, logró mandar al abismo a la institución castrense este 26 de junio de 2024 al desplegar un performance de golpe de Estado en Plaza Murillo, con despliegue de tanquetas, soldados y discursos que quedarán grabados para la historia.
Resulta que Arce y Zúñiga quedan de acuerdo en sacar las tanquetas a las calles frente a movilizaciones que se desarrollarían en el transcurso de la semana, a sabiendas del ministro de Defensa, para generar un supuesto golpe de Estado que sería revertido y favorecería a Arce. Esta puesta en escena, tuvo un pésimo libreto, actores mediocres, falta de ensayo, pésima dirección y no tuvieron la facultad de planificar su culminación. Todos los involucrados en la puesta en escena eran arcistas, todo el alto mando militar participó de la planificación y por eso, ahora están siendo detenidos y perseguidos, en su calidad de “chivos expiatorios”. Si se realizaría una investigación independiente, el Presidente Arce y el Ministro de Defensa Novillo deberían ser también indagados.
Todo boliviano que se preste de tal, sabe lo que es un golpe militar, ya sea por experiencia directa o por los libros. El ingreso de una fuerza militar a la Plaza Murillo después del mediodía, únicamente puede darse con el beneplácito de la policía que siempre está resguardando ese espacio público. Su ausencia posibilitó el ingreso de las tanquetas que hicieron un largo recorrido desde su punto de origen. También llama la atención el hecho de que sea el Viceministro de Gobierno Aguilar quien detenga a Zúñiga en la puerta del Cuartel de Miraflores, una vez que este militar se replegó al Gran Cuartel de Miraflores..
El mando militar y policial era la última reserva de apoyo real que le quedaba al gobierno de Luis Arce, luego de perder una parte considerable de senadores y diputados del MAS; tener apenas una fracción de sus movimientos sociales (la otra parte la controla Evo Morales). Ahora, únicamente el poder policial le sería fiel y tendría un mando intacto a su favor.
En enero de 2024, se consumó el golpe judicial, con lo cual la justicia se introdujo a una situación irregular, con magistrados que cumplieron sus mandatos y que ejercen o usurpan funciones para las que no fueron elegidos por voto popular, como ordena la Constitución Política del Estado. Este golpe judicial es obra del arcismo.
El Gobierno se debate en otra crisis, sin poder resolver partes sustanciales de su modelo económico que toca fondo por el agotamiento de los ingresos del gas, el ineficiente gasto de los recursos estatales cuyas consecuencias se irán expresando de forma acentuada y prolongada.
Luis Arce seguirá perdiendo respaldo ciudadano a su gobierno, es más el rechazo, la censura y ahora la guasa se ciernen sobre su imagen desde las redes sociales, que son el espacio de expresión política ciudadana vigente hoy día.
Es un alivio para la democracia, que la intentona golpista fracasará, que el autogolpe no prosperará, que se agudicen –ahora las contradicciones entre los arcistas-, porque así no se tendrá un gobierno autoritario empoderado.
En lo inmediato, el gobierno de Luis Arce tendrá un margen de maniobra limitado y tendrá que afrontar los ingredientes de su propia crisis con menos capital político.