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01/08/2024
Atando cabos

Las organizaciones tradicionales y el nuevo mundo del trabajo

Rodolfo Eróstegui
Rodolfo Eróstegui

Las movilizaciones en los últimos años tienen fundamentalmente como sujeto social a las organizaciones de gremiales, camioneros, vecinos y médicos. Estos movimientos no son liderados por los sindicatos tradicionales de trabajadores como la Central Obrera Boliviana (COB).

En el pasado, era indiscutible que el actor principal en los conflictos era la COB, a la cual trabajadores asalariados o no recurrían en búsqueda de justicia y defensa de sus derechos sociales y políticos.

Se buscaba a la COB por su prestigio histórico. Sin embargo, en los últimos años esa reputación y respeto han desaparecido, debido a que la dirigencia actual se lleva mejor con el Estado y no con la clase trabajadora.

Esta organización, que lideraba a todas las demás organizaciones de trabajadores, incluidos campesinos, estudiantes, etc., luchaba por hacer valer los derechos de sus afiliados en todos los frentes: marchas, huelgas, bloqueos y negociaciones. Cabe recordar las famosas negociaciones COB-Gobierno. Es decir, tenían un abanico amplio de opciones de lucha, mientras que ahora los movimientos sociales solo tienen una opción en su expediente de lucha: el bloqueo.

En las últimas movilizaciones populares se aprecia una tendencia a dejar a los viejos actores sociales y políticos para apoyarse en los movimientos cívicos o en sus organizaciones sectoriales departamentales, y no en la COB o la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).

En el mundo hay una tendencia, acelerada por la pandemia, hacia el trabajo desde el hogar, y surgen nuevas categorías ocupacionales como la de “motoquero”. Esta forma de empleo está creando las bases para el surgimiento de nuevas formas de organización de los trabajadores.

El sindicalismo y las organizaciones sociales tradicionales mantienen como peticiones principales el empleo asalariado tradicional y, por consiguiente, el salario y la seguridad industrial. No incursionan en las demandas de los ciudadanos, como las emergentes de la crisis climática, que se agudiza en nuestro país por los chaqueos que contaminan el aire que respiramos. Por este vacío que dejan los sindicatos, algunas organizaciones no gubernamentales y líderes medioambientales, muchos de ellos con representación parlamentaria, están llenando ese hueco y pasan a ser los que interpelen al gobierno por la poca importancia que le prestan al tema.

También el sindicalismo tradicional se olvidó de la juventud. A pesar de que los jóvenes están mucho más capacitados que los nacidos a mediados del siglo pasado, ven nubarrones negros en su futuro por no tener empleo digno. Además, enfrentan la amenaza del cambio climático e intuyen que, al actual presidente, en coordinación con la COB, no le interesa atender sus demandas.

Quizá por ello esta juventud se manifiesta con mayor radicalidad para que se les reconozca su capacitación, se les trate como profesionales universitarios o técnicos, se respeten sus derechos políticos y se atiendan sus demandas en torno al medio ambiente.

Pero la COB parece estar contenta con representar al 18% de la población laboral activa, la misma que tiene protección social, y no mira al restante 82% que tiene un magro ingreso y no tiene beneficios sociales, ni vacaciones, ni jubilación. No vuelcan su mirada a los trabajadores autónomos, a los jóvenes y sus aspiraciones.

Por ello, estos grupos sociales que no tienen quien los defienda aspiran a que la justicia deje de estar cooptada por el gobierno y que responda a las leyes. De esta manera, podrán sentirse protegidos.

Estos nuevos trabajadores, muchos vinculados a la economía informal y otros que responden a las empresas pero no están en el mismo lugar de trabajo, no buscan que alguien los represente laboralmente. Así viven felices.




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