“Los caudillos, siguiendo una táctica usual, habían puesto en algunas ocasiones la política internacional al servicio de la política interna; se hacía indispensable la definitiva separación de ambas o sea la realización de una política auténticamente internacional, no al serv icio de los partidos, sino al servicio exclusivo del pueblo boliviano”. Alberto Ostria Gutiérrez, exministro de Relaciones Internacionales (1939-1941)
El 8 de noviembre de 2025 se cerrará un ciclo nefasto para la política exterior boliviana marcado por acontecimientos que debilitaron temas centrales de la agenda, entre ellos el tema marítimo, las relaciones con los países vecinos, las relaciones con Estados Unidos, el bloqueo a la inversión extranjera, la obstaculización al comercio internacional y la participación altamente ideologizada en los esquemas de integración regional y en los foros de la ONU y la OEA.
Es probable que la bonanza económica (gestada por los gobiernos anteriores al MAS) haya llevado a los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce Catacora al envanecimiento y extravío en su accionar internacional, derivando en graves errores en la política exterior, como señalé en mi anterior artículo.
Hoy una severa crisis económica golpea a Bolivia; entre otros yerros están: el prebendalismo en el excesivo gasto público, la falta de inversiones, los niveles escandalosos de corrupción, la inseguridad jurídica y la politización de la justicia. Esto obliga a rediseñar las políticas de Estado, entre ellas la política exterior y las relaciones internacionales.
Estamos obligados a perfilar una política exterior que dé réditos al país en el menor tiempo posible. Con una diplomacia profesional e idónea se puede gestionar alianzas para dinamizar el comercio exterior, captar inversión extranjera, gestionar cooperación internacional y acceder a todos los mecanismos que la dinámica comercial global prevé.
Con prioridad se debe reconstruir la confianza internacional en Bolivia. Para ello, el mundo deberá ver la disposición del nuevo Gobierno a introducir reformas con celeridad, mediante iniciativas en nuestra legislación, a través del acercamiento a socios internacionales, la celebración o adhesión a acuerdos internacionales y la organización de conferencias y cumbres empresariales que, como medida para fomentar la confianza de la comunidad internacional, también podrían incluir la participación de pueblos indígenas, sindicatos u otras representaciones de los trabajadores.
El acercamiento del Gobierno a la comunidad empresarial nacional es muy importante, ya que la confianza de la comunidad empresarial boliviana será el argumento más sólido para generar la confianza de la comunidad empresarial global.
Siguiendo el objetivo intitulado en este artículo, me referiré a algunos temas de la agenda internacional que urge impulsar:
Relaciones bilaterales con Estados Unidos. No tuvo sentido antagonizar las relaciones con dicha potencia. Desde el pragmatismo urge desideologizar, reencausar y jerarquizar las relaciones diplomáticas con EEUU. Bolivia debe dar señales claras a la comunidad internacional y emprender, de una vez por todas, la lucha frontal contra el narcotráfico, pues representa un peligro para la seguridad.
Esto va en consonancia con el interés de EEUU de priorizar los temas de seguridad nacional y lucha contra el crimen organizado, cuyos eslabones –entre otros– son el terrorismo y el narcotráfico. Será posible concertar acuerdos de cooperación en la medida en que Bolivia adopte leyes y políticas claras contra la delincuencia organizada, el terrorismo, los carteles de la droga y otros peligros que atentan contra la seguridad de los estados. De esa manera, se podría incentivar la cooperación de EEUU en diversos ámbitos, incluyendo su respaldo en los organismos financieros internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Asimismo, y a pesar de las reacias políticas norteamericanas respecto a los acuerdos comerciales, se debe estimular las relaciones comerciales al objeto de ampliar el mercado norteamericano para los productos bolivianos con valor agregado. También es importante atraer inversión, tanto de sus empresas mineras como de sus empresas de alta tecnología, que podrían verse inducidas a invertir en Bolivia.
Inversión extranjera. Las condiciones para volvernos atractivos para las inversiones extranjeras son: la confianza que genere el sistema legal (Estado de derecho pleno) e instituciones sólidas que resguarden el Estado de derecho y que protejan la seguridad jurídica de las inversiones. Esto garantizará el papel no corrupto, imparcial y favorable en los negocios que realice el estado y sus instituciones.
Se debe garantizar que las instituciones estatales de promoción de inversión extranjera cuenten con ventanillas únicas que, de manera idónea, faciliten los trámites y la realización de negocios. Asimismo, se debe garantizar la transferencia de ganancias, ofrecer parques tecnológicos y zonas libres de impuestos, incentivos fiscales; menos sobrerregulación, acuerdos de protección recíproca a las inversiones, así como un sistema bancario sólido y confiable.
Unión Europea. La ventaja de la Unión Europea es que no tiene ningún afán imperialista en América Latina, además busca ser más resilientes al reducir sus dependencias, no solo de EEUU, sino de todas las grandes potencias. Por lo tanto, están diversificando sus socios y ampliando sus alianzas, especialmente con países con los que comparten valores democráticos e intereses similares. No cabe duda de que son los mejores socios para restablecer el Estado de derecho y fortalecer las instituciones democráticas en Bolivia.
Los mercados de la UE, y en general la relación con ese bloque, es relevante para Bolivia, por ello, si aún fuera posible, debemos insistir en concretar la firma de un Acuerdo de Asociación que años atrás hubo desdeñado el gobierno de Morales Ayma. Los campos que podrían generar más interés en la UE probablemente serán la minería, especialmente de tierras raras, pero también el turismo y el comercio de bienes agroindustriales.
Países vecinos. Debemos despolitizar la relación con los países vecinos y recuperar la simpatía y empatía con vistas a mejorar las relaciones diplomáticas. Entre los temas de la extensa agenda que tenemos con cada uno de nuestros vecinos están: los acuerdos migratorios, los acuerdos comerciales, los comités de fronteras, la lucha conjunta contra el crimen organizado, el narcotráfico y el contrabando.
Debemos mejorar los mecanismos de cooperación y seguridad fronterizas, activar el comercio exterior, concretar nuestra participación en las rutas bioceánicas, especialmente en el proyecto del Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración (CFBI) y concertar acuerdos bilaterales para la gestión de los recursos hídricos compartidos, entre muchos otros temas a desarrollar.
Integración. Debemos activar nuestra participación en los procesos de integración de la subregión sin discursos políticos excluyentes. Perú, Ecuador y Colombia son mercados importantes para nuestras exportaciones con valor agregado, y debemos persistir en sostener activa a la CAN con la que tenemos una economía complementaria que históricamente nos ha generado superávit comercial.
En tanto se analice la pertinencia sobre la membresía plena en el Mercosur, corresponde activar el Acuerdo de Complementación Económica suscrito con el Mercosur (ACE 36), instrumento que puede mejorar nuestra incursión en los mercados de Brasil y Argentina.
Tema marítimo. La restauración de las relaciones diplomáticas con Chile es muy importante y esto merece una pronta reflexión. Habrá que reconocer que la estrategia judicial elegida en 2013 fue una mala decisión jurídica, política y diplomática. Habrá que fortalecer la relación bilateral en las diversas áreas que nos vinculan como Estados fronterizos para, posteriormente, buscar ampliar el diálogo gradualmente y de manera inteligente.
El mayor riesgo para la consecución de nuestros objetivos en el concierto internacional es la banalización de la política exterior y la improvisación de la gestión diplomática. Ni la llamada diplomacia de los pueblos, ni la diplomacia presidencialista han dado réditos a Bolivia.
Karen Longaric fue Canciller de Bolivia.