“Una formación universitaria completa debería
incluir la experiencia de protestar”, dijo alguien a raíz de las
manifestaciones estudiantiles en varios campus universitarios de Estados
Unidos. Me imagino que muchos están acompañando esas noticias; unos con buenos
ojos, otros asombrados y alguna con sus invariables prejuicios. Si se aclara
que se aplica a protestas pacíficas por causas nobles, podríamos estar todos de
acuerdo.
Una protesta es un acto de desafío al orden establecido cuando este vulnera principios fundamentales. Es un acto colectivo donde se comparten ideales e indignaciones, implica riesgo de sufrir frío, lluvia, violencia y hasta prisión. Estos elementos bastarían para reconocerle un valor formativo de la consciencia y el compromiso políticos ejercidos en la acción.
La Universidad Mayor de San Andrés de La Paz –nuestra UMSA– tenía sin duda ese componente extracurricular. El lector no necesita ser muy viejo para recordar cuando el atrio y la entonces avenida Villazón eran escenario de protestas y bloqueos –incluso con el uso de adoquines de la propia calle– muchas veces violentamente reprimidos, con motivo de varias causas políticas y económicas, casi siempre de izquierda –la auténtica– pero no solamente.
Todos los que fueron perjudicados por aquellos bloqueos deben estar aliviados, pues la UMSA ha caído en una llamativa inacción política, excepto cuando tienen elecciones internas. La voz de la UMSA ha dejado de sonar como antaño. ¿Qué ha pasado con la combatividad de sus estudiantes? ¿Ya no tienen ideales? ¿Han perdido la capacidad de organizarse? ¿Se han silenciado por complicidad con el MAS o, más bien, por represión del MAS?
Sospecho que una de las respuestas que saldría del análisis de esas cuestiones es que la degradación de la actividad política de la UMSA es consecuencia de una lamentable decadencia de la política boliviana en general, y esto se aplica casi por igual a los gabinetes de ministros y otras autoridades, a la COB, a las universidades y hasta a la confederación de empresarios. La desaparición del principal periódico independiente se suma a este escenario de desolación.
Sin embargo, no creo que los bolivianos de esta generación seamos menos inteligentes que los de las generaciones anteriores, en las que brillaron dirigentes en todas las áreas mencionadas, junto, evidentemente, a sunch’u luminarias, fraudes y meras máscaras. Nunca falta la paja junto al trigo.
Los espacios donde se ejercen esos liderazgos se estimulan o se reprimen, se valoran o se desprecian; y lo cierto es que en el actual clima político se han reducido dramáticamente y el país va cayendo en la mediocridad generalizada.
Por otro lado, hay que reconocer que la ausencia de líderes de la talla de los de antaño parece ser un fenómeno mundial, ya señalado por muchos. Así, gracias al MAS o por culpa de una tendencia mundial, la mediocridad también se ha extendido a los líderes políticos, y a la hora de buscar candidatos para las próximas elecciones, en lugar de que ellos disputen aguerridamente espacios en la contienda, se está intentando fabricarlos vía procesos alambicados, antaño innecesarios.
Volviendo a la universidad, para ilustrar esa decadencia, recordemos hechos como la conquista y la reconquista de la autonomía universitaria, justificada por la necesidad de dar a las universidades un espacio de independencia del poder, y la propia lucha por la recuperación de la democracia, en la que las universidades fueron actores relevantes.
Para sentir la manifestación de esa parálisis, decidí darme el otro día un paseo por la UMSA. Siempre le he tenido un inexplicable cariño a ese viejo diseño de Emilio Villanueva, emblema mayor de la ciudad de La Paz. Las necesidades de expansión han generado añadidos que no han mantenido la estética, pero, para alivio de las miradas, están escondidos.
Era viernes al mediodía. Reinaba la paz. Solo en el comedor había bullicio: todas las mesas llenas. No sé cómo hace la cocina para ofrecer un arroz a la valenciana por cinco bolivianos. Hay que probarlo. A la hora de la comida, con la barriga a punto de llenar, todo es risueño, pero para mí esa inocencia despreocupada pedía futuro, pedía esperanza y el país no se las está dando. Esos son los jóvenes que más que MAS u oposición, quieren alguien que les ofrezca un futuro con esperanza.
Después de meter la cara en un par de aulas, cuya austeridad de escuela fiscal no ha cambiado, fui a ver qué ofrecía el atrio. Ahí estaban, lado a lado, pancartas con “Jesús te ama” (nunca lo he dudado), “Libertad para Palestina” (¡ojalá!) y unos manifiestos de URUS, cuyo lenguaje no ha cambiado en 50 años: “La revolución social dirigida por el proletariado no puede darse pacífica o legalmente (…). La burguesía no abandonará el poder por las buenas. Hay que derrocarla por la vía insurreccional”. Es como un museo melancólico de la revolución.
Más relevante, más actual, pero igualmente triste en su incapacidad de alcanzar efecto, en el patio se manifestaban unas 20 personas por la causa palestina.
La UMSA ha elegido hace un par de semanas a una nueva rectora, María Eugenia García, quien ha anunciado cambios en algunos aspectos de la vida universitaria. Ojalá que estos vengan acompañados de mejoras en la calidad académica. Le deseo éxito, por ella, por los estudiantes y por Bolivia.