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Raíces y antenas | 07/07/2024

La industrialización de los servicios

Gonzalo Chávez
Gonzalo Chávez

El cuento preferido que les gusta que les lean antes de dormir a los hermanos y compañeros revolucionarios es “la industrialización de los recursos naturales y la industrialización por sustitución de importaciones”.

La historia va más o menos así: un bello y azul día se nacionalizaron los recursos naturales. Y bajo la tierna mirada del líder se comenzó a generar valor agregado. La minería tradicional comenzó a producir los primeros lingotes en Karachipampa. El sueño de abuelos se cumplía. La siderurgia estaba en camino. Ahora sí el proyecto del Mutún iría adelante después del fraude de la Jindal. También se desarrolla la nueva épica: la industrialización del litio que surgirá, a pesar de corrupción y fallas técnicas encontradas en los proyectos, con la ayuda de los rusos y chinos.

El gas natural debe permitir la creación de la industria petroquímica. Las plantas separadoras de líquidos, la producción de urea y los proyectos petroquímicos para producir etileno y polietileno (¡plásticos!) cambiarán Bolivia. Muy oportuno, en un mundo que, por temas de medio ambiente, busca dejar usar este tipo de productos, pequeño detalle de la historieta. Resulta que ahora que el insumo, gas natural, para todos estos proyectos escasea por falta de inversiones en exploración. No importa, la revolución debe avanzar.

En la generación de electricidad se habla de varios proyectos: plantas termoeléctricas y de ciclo combinado, pero con un precio del gas subsidiado y lo que es peor, sin el insumo gas.

El cuento populista cultiva la ilusión desarrollista de que Bolivia puede hacer la primera revolución industrial sobre la base de la agregación de valor a los recursos naturales, como Inglaterra… con un pequeño retraso de 300 años. La industrialización sería como una escalera. Subimos un primer peldaño: la industria pesada. Vamos bien, aunque un poco lento, pero después vendrá la industrialización liviana, todo dentro de la primera revolución industrial. Entretanto, cabe recordar que el mundo ya está en la cuarta revolución industrial en base a la inteligencia artificial, pero parece que nuestras autoridades ni se enteraron.

Mas recientemente se habla de la industrialización por sustitución de importaciones. Para llevar adelante esta se siguen dos caminos, 1) El estatista que, a lo anteriormente señalado, adiciona la sustitución de diésel tradicional por eco diésel proveniente de la agricultura. Para ello el Estado está construyendo dos plantas, una en Santa Cruz (ya en funcionamiento) y otra en El Alto. 2) La sustitución de importaciones en el sector privado cuyo principal instrumento de política pública es el crédito barato. En la semana que termina se ha informado que este mecanismo ya estaría dando resultados porque habría ahorrado al país 737 millones de dólares. A esta conclusión se arriba viendo datos agregados del comercio externo, pero no una evaluación de la oferta productiva de las 6.490 unidades beneficiadas por los créditos. A rigor, la caída de ciertas importaciones puede deberse a muchos factores, entre el más importante la falta y el encarecimiento de los dólares. Habrá que hacer estudios por el lado de oferta para ver si hubo aumento de producción nacional en los sectores que recibieron créditos a 0,5% anual.

¿Es posible imitar la industrialización de viejo cuño (integración vertical y de base), como en Inglaterra? ¿Es posible que Bolivia que realiza un proceso de convergencia a los países industrializados vía sustitución de importaciones apostando a las manufacturas? Muy poco probable.

La industrialización pesada en base a los recursos naturales parte de varias ideas equivocadas.  1) Bolivia muy difícilmente puede recorrer el camino de la industrialización de mano de mamuts públicos. 2) La industrialización de base es capital intensivo, crea pocas fuentes de trabajo. 3) La industrialización de viejo cuño se concentró en los hidrocarburos y minerales, tornando la economía más vulnerable a choques externos negativos. 4) Estos megaproyectos crean burocracias gigantes y grandes oportunidades para captura de rentas, que es la forma elegante de decir negociados y corrupción. 5) La industrialización por sustitución de importaciones, en términos contemporáneos, absorbe poca mano de obra calificada. 6) El grueso de la población económicamente activa sobrevive en la informalidad (sobren todo en el sector comercio) y sería muy difícil y caro reconvertirla a actividades industriales aumentando la productividad.

Las industrialización de la manufactura para ser competitiva a nivel mundial utiliza ahora más capital que trabajo. En los hechos, la mayoría de los jóvenes trabajadores, que acuden en masa a las ciudades desde el campo, no se emplea en el sector formal manufacturero que de hecho es muy pequeño. Los trabajos en las ciudades son predominantemente informales precarios, improductivos y están en el sector servicios.

Frente a las dificultades que implicaría una industrialización tradicional un reciente trabajo de Dani Rodrik y Rohan Sandhu (Servicing Development, Productive Upgrading of Labor-Absorbing Services in Developing Countries) sostiene que el futuro de los países en vías desarrollo reside en los servicios. Mejorar la productividad en los servicios que absorben mano de obra debe ser una prioridad esencial, tanto por razones de crecimiento como de equidad.

En Bolivia los servicios tradicionales como comercio, transporte, turismo y gastronomía son muy importantes y de muy baja productividad.

Con este contexto estructural de fondo y dado el momento de enorme escasez de dólares que vive Bolivia, el conglomerado turismo/gastronomía, con todas sus actividades conexas, se convierte en una gran oportunidad para realizar una revolución en los servicios, crear muchos empleos de calidad y atraer divisas. Un reciente trabajo realizado por Lykke E. Andersen (Turismo con propósito y la agenda 2030 en Bolivia, SDSN, Bolivia) sostiene que podríamos estar obteniendo 3.000 millones de dólares en servicios de turismo al año. Este es el sector que podría sustituir, parcialmente, la bonanza de ingresos del gas natural del pasado, que, en su auge, en 2014, llegó a ser a dar a Bolivia 6.600 millones de dólares. Por ejemplo, el litio en un escenario realista nos daría entre 655 y 825 millones de dólares (Mauricio Medinaceli: ¿Qué podemos esperar del litio? Regalías, impuestos, inversión, exportaciones y crecimiento del PIB, Oxfam). 




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