El pasado jueves 30 de mayo, el expresidente y candidato para las próximas elecciones de Estados Unidos, Donald Trump, fue declarado culpable de sobornar a la actriz porno Stormy Daniels con la intención de encubrir los supuestos encuentros íntimos que tuvo con ella, evitando así que se perjudicara su campaña electoral de 2016.
En el momento en que presuntamente ocurrió el encuentro, Trump estaba próximo a cumplir 60 años y Stephanie Clifford, conocida como Stormy Daniels en su profesión, tenía 27 años.
Según la información disponible, Trump pagó 130.000 dólares a través de su abogado personal para comprar el silencio de Daniels, además de haber saldado 11 facturas, 12 vales y girado 11 cheques. En total, se le imputaron 34 cargos que el jurado del Estado de Nueva York consideró probados, convirtiendo a Trump en el primer expresidente en la historia de Estados Unidos en recibir un fallo penal. Esta condena es una mancha indeleble, independientemente del desenlace final del caso.
Sin embargo, es notable que la declaración de culpabilidad ocurriera en pleno proceso electoral en Estados Unidos, afectando sin duda la imagen del candidato republicano. Empero, hay quienes aseguran que el fallo no perjudicará su campaña, en la cual actualmente resulta favorito en ocho de 18 encuestas, frente a su oponente, el actual presidente demócrata Joe Biden, que lidera solo en tres encuestas. Las restantes siete pronostican un empate.
El fantasma de los juicios políticos no parece ser exclusivo de los países latinoamericanos, donde la justicia se ha visto más notoriamente corrompida. Al menos, eso es lo que Trump ha destapado públicamente, intentando minimizar el fallo en su contra al calificarlo de político, lo que socava la credibilidad judicial de su propio país.
Mientras los republicanos calificaron el juicio como “amañado”, desde el lado demócrata se mencionó que la declaratoria de culpabilidad de Trump demuestra que nadie está por encima de la ley.
La sentencia se conocerá el 11 de julio y podría alcanzar hasta cuatro años de prisión, aunque juristas estadounidenses consideran más probable que se le imponga una multa y algún tipo de servicio comunitario, debido a que no tiene procesos previos. No obstante, es probable que su equipo legal busque una apelación que, dependiendo de su complejidad, podría prolongarse varios meses, quizás hasta después de las elecciones del 5 de noviembre.
Este singular acontecimiento, inédito en la historia de los comicios estadounidenses, amenaza con hacer más picante la campaña electoral, asegurando que, además de los temas centrales que afectan al país, el juicio a Trump será un tema recurrente en los debates anunciados para el 27 de junio en CNN y el 10 de septiembre en ABC. Trump incluso ha solicitado un tercer debate para octubre en Fox, seguramente con la esperanza de exponer las debilidades de Biden.
Aunque pocos mencionan abiertamente la edad de los candidatos, ambos, Biden y Trump, enfrentan su última carrera presidencial con 81 y 77 años, respectivamente, describiéndola como “entre la senilidad y el delito”, según opinión de la diputada y periodista española Cayetana Álvarez en un reciente discurso público.
La imagen de las elecciones estadounidenses, que antes eran un ejemplo de pulcritud y orden, se ha ido desmoronando en las últimas contiendas. Al comenzar el nuevo siglo, el candidato demócrata Al Gore ganó las elecciones con el voto popular, pero no en el número de colegios electorales, los cuales deciden la elección. En ese entonces, se dijo que hubo manipulación de votos en Florida, un estado clave con casi 22 millones de habitantes. La controversia sobre la suplantación de identidad y el mal estado de las máquinas de recuento resultó en un torpe final que favoreció a George W. Bush después de una prolongada batalla en el recuento de votos, que terminó en el Tribunal Supremo. En 2016, Hillary Clinton, también del Partido Demócrata, ganó la votación popular, pero no en el colegio electoral.
Otra polémica ocurrió en la elección de 2020, en la que ganó Biden. Trump sigue convencido de que le robaron la elección, enfrentando actualmente procesos judiciales por su denuncia de fraude.
Todo apunta a que, en 2024, no solo los estadounidenses, sino el mundo político entero, será testigos de un nuevo proceso electoral amenazado por irregularidades, continuando la erosión de la otrora inmaculada imagen de las elecciones estadounidenses.
Javier Viscarra es periodista, diplomático y abogado.
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