La doctora Evaliz Morales, abogada titulada en la prestigiosa Universidad Católica San Pablo e hija de uno de los líderes indígenas mas importantes de la historia de Iberoamérica, se ha despachado una declaración histórica que se ha vuelto viral: ha situado la saga de Julián Apaza, alias Túpac Katari, nada menos que en la segunda mitad del siglo XX, casi 200 años después de los acontecimientos que tuvieron entonces en vilo durante varios meses a la sitiada ciudad de La Paz.
Este lapsus es verdaderamente penoso, no solo por el título profesional de quien lo profirió, sino por la historia familiar que la rodea. Yo me inclino por creer que fue eso, un lapsus, desdichado por cierto, y que ha sido capitalizado por quienes no quieren a su padre, que dicho sea de paso hacen legiones y entre los que hay de todo, tanto masistas como no masistas. Esos críticos tienen motivos genuinos de rechazo a su autoritarismo y motivos espurios ligados a nuestro ancestral racismo.
Evo Morales llegó a decir que desde los Andes se combatió al Imperio romano y nadie se rasgó las vestiduras porque a fin de cuentas se sabía que el hombre venía del mundo rural, con enormes deficiencias de educación. Incluso ahora ha reconocido públicamente que no maneja bien el castellano por lo que pone en duda la intencionalidad de todos y cada uno de los documentos (para no mencionar miles de tuits) que firmó en sus larguísimos 14 años de gobierno. En el caso de su hija, se podría recurrir a la antigua sentencia que relativiza la formación universitaria: “lo que natura non da, Salamanca non presta”, porque la joven evidentemente tuvo muchas oportunidades, es, al fin de cuentas, la hija de uno de los hombres más poderosos que ha tenido este país.
Pero hay algo más que está en el aire y es el divorcio real que tiene el mundo andino con la historia: tratándose de un mundo ágrafo, también es un mundo ahistórico. Mas allá del trabajo en cuanto a la recolección y la sistematización de una historia oral, lo cierto es que sin escritura no puede haber historia (sí, a la conquista también le debemos la historia y la arqueología). Esa falta de historia convierte a nuestro pasado en algo mítico, que sigue una lógica muy interesante, pero más inexacta que la que conocemos de Occidente.
Es interesante recordar que los conquistadores (no los llamen ‘invasores’ por favor porque eran cuatro gatos), nunca pudieron determinar en qué año murió Huayna Cápac y tampoco jamás se supo que edad tenía Atahualpa. Curiosamente, los incas podían calcular con gran exactitud la duración de un año solar, como lo demuestran las construcciones dedicadas al Dios Sol, pero nunca se ocuparon de la acumulación de los años y tuvieron por tanto una visión muy poco ordenada, muy mítica, muy circular de su propio pasado.
Un conocimiento un poco más profundo de nuestra historia puede ser de mucha utilidad, ayudaría a tener una visión más ecuánime de nuestro pasado y a construir un futuro no basado en falsas verdades y reivindicaciones. Por lo demás, el gaffe de Evaliz, es solo eso, y ella es una funcionaria de relativa poca importancia en el gobierno actual.
La presidenta de México, la señora Claudia Sheinbaum, que tiene un currículo académico muy superior y un entorno familiar de grandes posibilidades (viene de una familia judía de tradición de estudios universitarios), maneja la historia de una manera aún más equivocada y antojadiza que Evaliz. Ahora bien, en su caso, es posible que se trate de impostura y/o de oportunismo.
Esta Navidad alguien cercano a Evaliz podría regalarle el espléndido libro de María Eugenia del Valle de Siles, Historia de la Rebelión de Túpac Katari.
@brjula.digital.bo