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Mundo en transición | 07/08/2025

La franja inferior de la papeleta electoral también cuenta…y mucho

Gabriela Keseberg Dávalos
Gabriela Keseberg Dávalos

Senadores y diputados, ese es el voto que suele quedar relegado en nuestras mentes. Entre tanto debate presidencial, con casi nulo contenido, tendemos a olvidarnos de mirar las propuestas de los que nos van a representar directamente. Pero en la recta final antes de las Elecciones Generales 2025 cabe recordar que se elige más que “sólo” al futuro presidente y vicepresidente de Bolivia.

Dados los sendos bochornosos momentos en los últimos años en la Asamblea Legislativa Plurinacional, y el rol fundamental que ésta juega, es bueno informarse sobre quiénes nos entrarán como senadores y diputados. ¿Es trabajito informarse? Sí. ¿Es difícil conseguir información sobre ellos? Más o menos. Una rápida búsqueda en redes de publicaciones sobre la circunscripción correspondiente puede dar resultados de entrevistas de los últimos meses. Aún estamos todos a tiempo de informarnos sobre los candidatos, sus propuestas e idealmente también de su recorrido político y profesional a día de hoy.

De seguro igual será una elección del “menos peor”, pero eso es mejor que votar a ciegas. En el caso de mi circunscripción debo decir que es otra vez una decepción ver que son sólo candidatos titulares hombres. Una vez más se relega a las mujeres a la candidatura suplente, meramente por cumplir con la ley y para desplazarlas incluso de ese puesto pasadas las elecciones.

Ya en los binomios presidenciales tenemos solamente a hombres, como si este país consistiera de ellos y nadie más. La probabilidad de que un hombre cisgénero, blanco, mayor de 50 y de clase media a alta salga presidente, es muy elevada. Empero este país es muchísimo más que este grupo demográfico y la asamblea debe reflejar esa diversidad: de clase, de raza, de edad, de género, de idioma, de religión etc. Por eso mismo tenemos el chance de equilibrar los resultados con el voto en la franja de abajo de la papeleta.

Ciertamente no todos los males del país se resuelven en la Asamblea. Pero sinfín de decisiones clave para el rumbo político, económico y social del país, pasan por ella. Desde la aprobación del Presupuesto General del Estado, hasta leyes sobre derechos, educación, salud y medioambiente. Lo que se decide ahí, nos afecta a todos. Puede que a veces sintamos que esos debates nos quedan lejanos. Eso es también porque no sabemos lo suficiente sobre los que nos representan. ¿Quiénes son, qué hacen, cuál es su propuesta, están cumpliendo lo que prometieron o son unos “levanta-manos”? Todo eso importa.

Ojalá esta nueva Asamblea se esfuerce por trabajar en conjunto y por el bien del país. Bolivia necesita reconciliarse consigo misma. Años y años de división sistemáticamente, promovida sobre todo por el gobierno del MAS, han llevado a conflictos, cada vez más violentos, entre bolivianos. Deshumanizar al otro, ya sea por blanco, por indígena, por colla, por camba o por lo que sea, se ha vuelto la norma, pero no lo es.

Es hora de cambiar de rumbo y la Asamblea debe dar el ejemplo. Debe tratar las diferencias de manera civilizada, con argumentos y no golpes o jalones, y con sólo una meta en mente: ayudar a Bolivia a salir de la crisis y apoyar al país a prosperar en todas las áreas. Como electorado es crucial que empecemos a exigir más transparencia, más rendición de cuentas, y constante representación digna.

Los bolivianos estamos aguantando con una paciencia francamente loable hasta el 17 de agosto. La esperanza es que se arreglen las cosas de manera pacífica en las urnas. Entonces, sería una pena llegar hasta ahí para votar desinformados y sin criterio.

Este hermoso país no se construye sólo desde el Palacio Quemado. Se construye desde cada ciudadano informado que participa y hace oír su voz. La Asamblea es el reflejo de eso.

Gabriela Keseberg Dávalos es politóloga.



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