En este artículo analizo los resultados educativos de la población que estuvo en edad escolar durante los últimos 25 años y presento algunas sugerencias para mejorar el sistema educativo. Analizo, en particular, los resultados logrados en la población indígena y en las mujeres que otrora tuvieron difícil acceso al sistema escolar. Defino a los indígenas como las personas que aprendieron a hablar en un idioma nativo y lo siguen hablando al igual que sus madres. La información proviene de las encuestas de hogares del INE desde el año 2000 hasta 2020. El procesamiento fue realizado por la consultora Ciess-Econométrica.
Los resultados cuantitativos son verdaderamente impresionantes. Las mujeres indígenas entre 18 y 30 años pasaron de 7,7 años de escolaridad el año 2000 a 11,6 años el año 2020, es decir aumentaron su acervo educativo en cuatro años y, en promedio lograron el bachillerato. Las mujeres no indígenas también mostraron buenos resultados, logrando aumentar su educación en dos años y logrando también, en promedio, el bachillerato. Los varones no lo hicieron tan bien como las mujeres, pero sus resultados no son despreciables.
La asistencia escolar de indígenas y no indígenas entre seis y 18 años pasó de un promedio de 86% el año 2000 a 95% el año 2020. La cobertura escolar en el ciclo primario es de 98%. En el ciclo secundario se tiene algunas sorpresas interesantes. La participación de las jóvenes indígenas pasa del 67% al 91%. El resto de la población también muestra buenos resultados, logrando una cobertura total del 92%.
Hay otras sorpresas: El año 2000, de la población entre 19 y 30 años, sólo el 16% de las mujeres indígenas tenían 12 o más años de estudio. Veinte años más tarde, el 61% logra ese resultado. Las mujeres no indígenas pasan del 42% al 69%. Los varones muestran también buenos resultados pero inferiores a los de las mujeres en ambas culturas. Considerando a todos, los porcentajes pasan de 29% a 59%.
Estos resultados nos llenarían de orgullo si no fuera que en 12 años en las escuelas, niños y jóvenes aprenden muy poco o nada. Por lo menos eso se concluye de las pruebas realizadas en alumnos del 6 curso de la secundaria por el Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa. Según estas pruebas, apenas el 14% de los alumnos del últimos año de secundaria logra una nota de 60 o más en las pruebas de lectura. Ello significa que una buena parte de los bachilleres no entiende correctamente lo que lee. Los resultados en matemáticas son peores aún: solo el 1% logra una calificación de 60 o más.
Los docentes y las fallas institucionales del sistema educativo son los responsables de estos resultados desastrosos. Los docentes están mal formados y/o muestran desidia en su labor. El sistema carece de mecanismos de control y de mejoramiento de la calidad educativa y las normales reproducen los bajos niveles de conocimiento de generación en generación. La sociedad también tiene su parte de culpa ¿cuántas familias tienen en sus hogares algún material de lectura, un libro, una revista, un periódico? ¿cuántos padres de familia tienen el hábito de leer algo delante de sus hijos para motivarlos en la lectura?
Esperemos que el próximo gobierno pueda tomar en serio este grave problema y que empiece el largo proceso, que puede durar una generación, para darle solución.
Mejorar la calidad de la educación requiere, en primera instancia, mejorar la formación de los maestros y asegurar su voluntad de enseñar. Para ello, las normales que forman a maestros tienen que estar en el centro de las nuevas iniciativas. Para comenzar, debe ponerse un filtro para la admisión de nuevos alumnos buscando evitar que los candidatos rechazados por las universidades busquen refugio en las normales. Para el proceso de formación de maestros, tiene que invitarse a profesionales formados en universidades nacionales y/o extranjeras. La asignación de puestos de trabajo para los egresados debe hacerse bajo concurso.
Corresponde poner en marcha un proceso de evaluación continua de la calidad educativa que permita identificar a los responsables de sus fallas. En particular, sería conveniente adoptar el sistema que consiste en que cada alumno tiene el mismo docente durante toda la educación primaria para hacerlo responsable de los resultados que arrojen sus tutelados.
En consenso con las asociaciones de padres de familia, los centros educativos deben promover la lectura en ellos como una forma de mejorar la formación de sus hijos.
Una política educativa orientada a mejorar la calidad de la enseñanza tiene, por supuesto, muchas otras componentes. Lo importante en estos momentos es que los candidatos a puestos electivos se comprometan a interesarse en este asunto.
Rolando Morales Anaya es PhD en economía.