La creación de una nueva narrativa para la reconstrucción democrática de Bolivia necesita una data de la que todos estemos conscientes es cierta. Comparto algunos componentes de esa realidad que está costando aceptar.
Somos un país y una sociedad urbana. En el Censo de 1950, la población se distribuyó en 74% rural y 26% como población urbana. El Censo del 2024, con los ajustes que se están realizando, por la tendencia migratoria y el ejercicio del voto en ciudades, arroja un 80% urbana y 20% rural. La sociedad boliviana, por ser urbana, tiene comportamientos, hábitos de vida, responsabilidades y demandas distintos de la rural; sin embargo, fuimos gobernados durante 20 años como si hubiéramos sido exclusivamente "originarios indígenas campesinos".
La elección del 17 de agosto ha iniciado el sinceramiento con la realidad. Lo "originario indígena campesino" no desaparece, solamente que debemos ajustar sus dimensiones y eso no se resuelve con la "identificación", sino con el modo de vida y de producción que tenemos las personas.
En las ciudades no hay cacería, pesca, recolección, siembra ni pastoreo. Según el Censo 2024, hoy el 38,7% de los bolivianos se reconoce como parte de una nación u origen indígena o afroboliviana cifra inferior al 41% registrado en 2012, y al 62% del censo de 2001, lo que ocasionó tanta polémica.
Otro dato de nuestra realidad es que seguimos siendo un país con población mayoritariamente joven, componente con el que deberá trabajar el nuevo gobierno nacional y los nuevos gobernadores y alcaldes.
El Censo del 2024 señala que tenemos una población de 11.365.333 habitantes, de los cuales, el 60% es menor de 39 años (59,7%, para ser exacto) Ese 60%, que equivale a 7.829.421 habitantes, nació después de 1985, creció sin saber que ocurrió el 10 de octubre de 1982, cuáles fueron los cambios que produjo la Revolución Nacional, por qué existieron luchas cívicas y no sabe el nombre de ninguno de los héroes de la Guerra del Chaco.
Esa generación, gozó de la democracia como bien público (por eso quizá no la valora como conquista) y desde hace 20 años sólo ha conocido al MAS gobernando de manera autoritaria en nombre del proceso de cambio.
Esa generación busca la verdad que necesita en los 60 segundos de éxito que le ofrece el Tik Tok, con la sensación de estar conectado al mundo mundial, como efectivamente ocurre. Ese 60% tiene al frente al 11% de la población (1.230.494 habitantes mayores de 60 años) que no los comprende, mientras en su desconcierto y confrontación innecesaria continúa hablando y haciendo las cosas con un libreto que tiene olor a pujusó.
La elección del 17 de agosto está obligando a sincerarnos con la realidad para comprender colectivamente que los cambios no serán mecánicos y que se necesitará aguzar la inteligencia, el raciocinio y el discernimiento durante una transición de cinco años. Debemos construir la nueva Bolivia sobre la base del grupo comprendido entre 15 y 64 años, que representa el 65,6% de la población en 2024, y tiene condiciones y necesidad de trabajar.
Carlos Hugo Molina es investigador social.