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Ágora republicana | 09/12/2025

Necesitamos construir cohesión social

Carlos Hugo Molina
Carlos Hugo Molina
Es tan grande el campo minado que ha dejado el MAS que resulta una ofensa a la racionalidad escuchar cínicamente a Evo Morales decir que Rodrigo Paz, en un mes de ejercicio de la Presidencia, le está mintiendo al pueblo. 

Como el orden en muchos de los temas no podrá venir todavía del gobierno, más allá de que son necesarias las respuestas, quienes militamos en la democracia tendremos que hacer escuchar nuestras voces.

El primer tema que no debemos olvidar es que 20 años de ruptura y deconstrucción de un orden por otro ha adquirido verdad de Estado por la voz del poder con su nueva narrativa.

El masismo, a través de Evo Morales, dijo que llegó para quedarse para siempre y, de esa manera, hizo las cosas. La incorporación de los Ponchos Rojos desfilando en Santa Cruz el 7 de agosto del 2006, delante de las Fuerzas 
Armadas, acompañaba una sucesión interminable de señales que fueron apareciendo hasta causar estado. 

Se cambió el nombre de República por Estado Plurinacional  con un decreto. Se cambió el orden universal que mide el tiempo por un reloj que avanzaba a la inversa. Se repitió que la sabiduría estaba en las arrugas de los abuelos, no en la academia y la ciencia, y escuchamos decir que las piedras tenían sexo.

Nada de todo ello habría tenido su efecto sino hubiera sido la palabra de la autoridad que regulaba la verdad absoluta. En un arrebato de soberbia, Alvaro García Linera retó a debate a todos juntos, en un solo acto y sobre el tema que eligieran, a los presidentes y vicepresidentes con vida, al mismo tiempo que el Presidente afirmaba que las hormonas que contenían los pollos, producían calvicie y debilitamiento del ser masculino, y que los pueblos indígenas habían combatido eternamente contra todos los imperios, incluido el romano.

Como para celebrar este nuevo orden narrativo llovieron los doctorados honoris causa y los corifeos más osados llegaron hasta la Fundación Nobel para buscar el reconocimiento mundial en el tema de la Paz. Un simple y eficaz método de premios y castigos hizo olvidar las señales que aparecían generosas por todos lados.

Una reacción violenta en un partido de futbol, la solicitud del entorno que le amarraba las trenzas de los zapatos, mientras ocultaba sistemáticamente una conducta que privilegiaba la relación pública con niñas. Vergüenza deben sentir ahora quienes silenciosos aceptaron el grito de guerra de las Fuerzas Armadas, cambiado sin resistencia para seguir gozando del favor político.

Esta brevísima y festiva relación de acontecimientos, sirven para poner en contexto lo que ocurrió en la destrucción de la institucionalidad, la judicialización de la política y la corrupción material y cultural que justificaba entusiasta el mausoleo construido en Orinoca como una señal de los nuevos tiempos. 
La destrucción llegaba al desconocimiento del estado de derecho, la división de poderes y el funcionamiento de la función pública, expresado con la violencia sistemática, selectiva, física, sicológica, formal y simbólica y la exacerbación de las confrontaciones.

Por eso resulta imprescindible comprender la importancia de reconstruir la cohesión social con la base en otra narrativa que tenga la contundencia y la paciencia que nos demandará el tiempo. 

Una sociedad informal, con un Estado incapaz de resolver los problemas básicos de la gente, ha desarrollado una solidaridad que privilegia la gratitud por los favores recibidos frente a un orden social que no reconoce pacíficamente la diferencia, acepta que la solución de los conflictos se dé por mano propia o como un acto de devolución de favores en una relación de mutuo socorro. 

Cuando este enunciado sea comprendido sin necesidad de explicación y su práctica sea parte de la vida cotidiana podremos tener la seguridad de que nos hemos incorporado nuevamente –y sin volver a la rosca, a los barones del estaño, y a los gamonales– al mundo que practica los derechos humanos, la tolerancia y el respeto a la diferencia.

Carlos Hugo Molina es investigador social.


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