Bolivia rompió relaciones con Israel por los hechos ocurridos en la franja de Gaza, que incluyeron el bombardeo de campos de refugiados. El Estado boliviano no reprendió, previamente, que el grupo Hamás desplegara un brutal ataque sobre población civil israelí. Según Hillary Clinton esta semana, la acción israelí es inevitable para que Hamás no se rearme. Menudo precio a pagarse en vidas para evitar que Hamás se reponga.
Bolivia fue el único Estado en romper relaciones con Israel por esta causa. Chile y Colombia llamaron a consultas a sus embajadores en Israel, una muestra de la preocupación que causa en la región el desborde del Gobierno israelí. Por su parte, Argentina emitió un comunicado reprobando las reacciones israelíes y México utilizó el foro de Naciones Unidas con el mismo fin. En varios de esos casos, esas reacciones no tuvieron correspondencia con las que mostraron esos Estados a raíz de actos rusos en Ucrania, por ejemplo.
La cuestión en la franja de Gaza es muy compleja como para repartir santidades y anatemas por internet desde aquí, pero al menos se puede averiguar si la originalidad de nuestra cancillería es una virtud o un traspié.
En primer lugar, se extraña que no hubiera un mínimo intento de coordinación nuestro con las cancillerías de la región, ni siquiera con las de mismo rasgo ideológico. Porque Brasil, Colombia y Argentina tuvieron reacciones dispares, pero comparten ideología con el Gobierno de Bolivia. Y lo que se ve es que ninguna de sus cancillerías vio por conveniente romper relaciones con Israel. Al contrario, todas las cancillerías vieron una ventaja en graduar sus medidas para no acabar en la posición de Hamás o de Irán. Nosotros, en cambio, terminamos recibiendo felicitaciones del grupo Hamás, las que alcanzaron también a Colombia y Chile. Habrá que reconocer que los encomios de Hamás no son la mejor carta de presentación en el mundo.
Entre Bogotá y Santiago hubo señales de coordinación por la oportunidad y el medio elegido para que sus presidentes se pronunciasen, a pesar de que la reacción del mandatario chileno fue más mesurada que la de Gustavo Petro. Colombia y Chile han tenido programas militares de cooperación con las fuerzas militares israelís, así que la reacción de sus presidentes tenía visos de no salirles gratis.
La exsubsecretaria chilena, Carolina Valdivia, remarcó, por su parte, que su Gobierno actuaba de ese modo mientras Bolivia había celebrado un acuerdo militar con Irán que incluye el uso de drones como los –se especula– utilizados por Hamás contra Israel. Valdivia también señaló que había que valorar los aportes a Chile de las comunidades judía y palestina y no importar el conflicto. De manera opuesta, el excanciller y ex secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, respaldó la acción de su Gobierno como la muestra de angustia chilena ante lo que estaba ocurriendo y como una expresión del Estado, Chile, que tiene la mayor población de origen palestino en Occidente.
En Bolivia podría decirse algo así: ¿Qué tiene que hacer Bolivia encabezando la ira universal en una posición solitaria en la región? La coordinación con las cancillerías de la región pudo modular la reacción boliviana y no dejarla sola ante el desconcierto mundial.
Obviamente que las razones de la decisión boliviana tienen que verse dentro, no fuera; ni siquiera en la influencia que algunos presumen tiene Irán sobre la política boliviana, como indicó el comunicado de Israel. Evo tuiteaba desenfrenado antes de que la cancillería boliviana asumiera alguna medida. Su acusación, en síntesis: que el Gobierno de Arce no había variado el curso de la política internacional boliviana dispuesto en la presidencia de Jeanine Áñez. Fue durante su mandato que Bolivia restableció relaciones con Israel. Y la administración de Luis Arce tiene el prurito de lucir siempre a la izquierda, donde se hallan Venezuela y Cuba.
Bolivia acabó así en la muy original posición de ser el único país latinoamericano felicitado por Hamás por romper relaciones con Israel. Fuera de Venezuela y Cuba, Hamás e Irán serán nuestra compañía en el mundo, se puede colegir.
Gonzalo Mendieta Romero es abogado.