La superficie cultivada de hoja de coca es un indicador importante que revela el crecimiento de la actividad ilícita asociada a su producción. Según los datos cuantitativos, el año 2022 se sembraron 40.160 hectáreas constituyéndose en el indicador más alto de los últimos 17 años; en segundo lugar el año 2021 se tuvo una superficie cultivada de 39.958 hectáreas, es decir, durante la gestión de Luis Arce y del Ministro de Gobierno Eduardo del Castillo. El año 2010 el área cocalera llego a 39.200 hectáreas, como tercer pico, esto durante el gobierno de Evo Morales.
Estas áreas máximas superan todos los años lo dispuesto por las normas correspondientes, es decir, las 12.000 hectáreas permitidas por la Ley 1008 entre 1988 y 2017; las 22.000 hectáreas, establecida por la Ley Nº 906 el año 2017 a la fecha. Esta “brecha” posibilita cuantificar las superficies y los volúmenes de hoja de coca que son identificadas como ilegales.
Para las personas interesadas en conocer cuánto es la superficie aproximada de hoja de coca destinada a satisfacer el consumo legal, entre pijcheo, acullico, rituales y medicina tradicional, está área no supera las 8.000 hectáreas.
A las superficies máximas con plantaciones de hoja de coca, cada año, se les resta las áreas erradicadas, que en el lenguaje oficial son denominadas como “racionalización”. Según los datos estadísticos elaborados y analizados, a Luis Arce también le fue mal, ya que el año 2022, las acciones de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) terminaron racionalizando y erradicando 10.260 hectáreas de coca excedentaria, ocupando el séptimo lugar dentro los 17 años estudiados (2006-2022). El 2021 ocupó el puesto octavo.
El año que más se erradico en Bolivia fue el 2013 con una superficie de 11.407 hectáreas, tanto en los Yungas, el Chapare y las otras regiones donde el cultivo es ilegal por completo.
Estos datos históricos, que muestran incrementos en superficies sembradas de hoja de coca ilegal y en volumen de la misma han tenido un efecto económico negativo para los productores individuales. Esto debido a que a mayores cultivos de hoja de coca, habrá mayor oferta y con ello bajará el precio del producto. Esto es así, porque la oferta es elástica, mientras la demanda de cocaína, el producto final de esta cadena es inelástica. Es decir, el consumidor final estará dispuesto a pagar un importe alto, independientemente de los problemas económicos que tengan los productores y transportadores de la “merca” hasta el cliente.
Resulta, que con el incremento considerable de la oferta de hoja de coca en estos últimos dos años (2021 y 2022), el precio ha caído considerablemente. El año 2018 y 2019, el kilo de hoja de coca llegó a un máximo de 12.5 dólares americanos. Del año 2006 al 2017, el precio fluctuó entre 3.9 y 9.4 dólares americanos el kilo de hoja de coca.
El año 2021, el precio bajo a 9.5 $us y el año 2022 a 6.6 dólares americanos el kilo de hoja de coca, el monto más bajo de los últimos 12 años. Aún más, la reducción en el precio entre 2019 y 2022 sería de -47.2%, casi la mitad.
Si bien los productores de la hoja de coca del Departamento de La Paz manifestaron preocupación por la baja en el precio de su producto, fue Evo Morales, el que llevó el tema al ámbito político al afirmar “que el Gobierno castiga a los cocaleros del Trópico de Cochabamba con el bajo costo de ese producto”. “Entonces habría que evaluar por qué nos están castigando con el precio de la coca nuestro Gobierno. ¡Ah! con la derecha, sabemos cómo se pelea con la derecha, pero es nuestro Gobierno nacional”, indicó en el Taller de liderazgo y formación política en la Federación Carrasco, el 24 de diciembre de 2022.
En todo caso, queda claro, el incremento inusitado de plantaciones de hoja de coca, desbordando todo marco legal, lo que me lleva a afirmar la existencia del Estadonarco que es permisivo y cómplice con el negocio que ocupa la atención del presente texto.
A estas alturas de los acontecimientos, es evidente y permanente que la llamada racionalización o erradicación de coca excedentaria e ilegal es un rotundo fracaso por parte del gobierno.
El incremento de la oferta de hoja de coca ilegal y la reducción del precio de la misma tendrá repercusiones sobre la economía de la masa de cocaleros que podrá ser medida en los próximos meses, lo que aún será difícil es perfilar sus efectos políticos reales.