Luego de los comicios de octubre de 2019, la sospecha de fraude
electoral dominó la sensibilidad de la mayoría ciudadana, pero con el informe
de la Organización de Estados Americanos (OEA), aquel presentimiento se reafirmó
como racional evidencia que, entre otros factores, derivó en la dimisión de Evo
Morales. Sin embargo, la posterior investigación efectuada por especialistas del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) de
Estados Unidos, refutó la conclusión de la OEA y destacó que “no hubo fraude
electoral”. Este informe, aplaudido y celebrado por militantes del MAS,
probablemente no encauce el retorno de Morales al gobierno y quizá solo sea un
pretexto para esgrimir la reiterada posverdad: “no hubo fraude, inventaron el
tema de fraude para dar un golpe”.
¿Qué diferencias se advierte entre la investigación del MIT y el informe de la OEA? El presente artículo intenta responder esta interrogación. Esta reflexión implica, por un lado, considerar el informe de la OEA y, sin un documento similar del MIT, apelar a la cobertura periodística de un resumen publicado en el Washington Post (febrero) y un artículo escrito en el New York Times (junio); y, por otro lado, establecer tres criterios de análisis comparativos: los equipos de investigadores, el método de análisis y los resultados obtenidos.
Equipos de investigadores. El equipo principal de investigadores del MIT lo conformaron dos profesionales con doctorado en ciencias políticas: John Curiel (campo de estudio, política estadounidense) y Jack R. Williams (ámbito de investigación, funcionamiento de las instituciones electorales). Junto a ellos trabajaron un economista, una especialista en política latinoamericana y un estudiante de doctorado. El inconveniente mayor de este equipo no radica en la modesta cantidad de personas (esto se justifica, quizá, por el trabajo específico desarrollado) sino que, entre sus miembros, solo un individuo tiene experiencia concreta en temas electorales. Otra limitación del trabajo de estos analistas es la supuesta “independencia” con la que se presentó el resultado del estudio; aunque, según alguna prensa, el estudio “fue financiado por el excanciller de Rafael Correa”. Este hecho, obviamente, le resta credibilidad a su investigación.
Contrariamente, el equipo de la OEA estuvo integrada por 36 especialistas electorales de 18 países, entre ellos: abogados, estadísticos, peritos informáticos, especialistas en documentos, en caligrafía, en cadena de custodia y en organización electoral. El integral trabajo de campo, efectuado in situ por los investigadores de la OEA, no solo demandó una nutrida cantidad de miembros sino, simultáneamente, exigió de profesionales con diversas especialidades del campo electoral. Esta situación, evidentemente, se constituye en una ventaja comparativa favorable a los profesionales de la OEA. Adicionalmente, cabe recordar que, aunque el gobierno de Evo Morales (confiado en obtener un resultado favorable) se obsesionó en que la OEA efectúe la auditoría a las elecciones cuestionadas, el informe final fue recibido con estupor: la conclusión fue adversa a las expectativas políticas del MAS. Esto muestra que, el mérito de este equipo, fue haber desarrollado una investigación absolutamente imparcial.
Método de análisis. Los del MIT, priorizaron un estudio cuantitativo, solo analizaron los datos de las últimas elecciones y las cotejaron con resultados de comicios anteriores, en esta comparación consideraron las características regionales del país y factores sociodemográficos como educación e idioma. Apelaron al método deductivo de análisis, al parecer su razonamiento fue el siguiente: en las elecciones de 2009 y 2014, durante el gobierno del MAS, no hubo fraude electoral (premisa mayor); en las elecciones de 2019 gobernaba el MAS (premisa menor); y por tanto, en las elecciones de 2019 no hubo fraude electoral (conclusión). El proceder de esta forma de explicación consiste en deducciones lógicas obtenidas de proposiciones enunciadas a priori.
Inversamente, los estudiosos de la OEA combinaron análisis cuantitativos y cualitativos. Privilegiaron la inducción como procedimiento metodológico. Abordaron la investigación de la realidad empírica a partir de los siguientes componentes: infraestructura y manipulación de los sistemas informáticos empleados en la entrega de resultados preliminares y del cómputo oficial; autenticidad y seguridad de las actas de escrutinio; custodia exhaustiva del material electoral; y flujo de la carga de datos de los resultados electorales preliminares y del cómputo oficial. El trabajo de recopilación de información ha implicado el acceso a la base de datos del TREP (Transmisión de Resultados electorales Preliminares) y del cómputo oficial, la conformación de reducidos equipos a fin de trasladarse a cada una de los TED (Tribunal Electoral Departamental) para recabar actas de escrutinio y, al mismo tiempo, entablar entrevistas con autoridades, funcionarios y notarios electorales para indagar acerca del resguardo y manipulación del material electoral. Luego de recopilar, sistematizar y analizar el cúmulo de información, por inducción, procedieron a identificar una relación vinculada con el fraude electoral.
La virtud de la investigación inductiva realizada por la OEA consiste en que el resultado final está sustentado por una amplia información empírica; visiblemente, esto contrasta con conclusión del restringido trabajo deductivo del MIT.
Resultados obtenidos. Según la investigación de los estudiosos del MIT, después de un análisis estadístico, arribaron a la conclusión de que “no hay ninguna evidencia estadística de fraude” en el proceso electoral de octubre de 2019 en Bolivia. En cambio, el estudio de la OEA finaliza destacando que en aquellas elecciones “ha habido una serie de operaciones dolosas encaminadas a alterar la voluntad expresada en las urnas”. En general, se identificaron un tropel de irregularidades graves, errores e indicios. El detalle del informe de la OEA permite apreciar cinco grandes hallazgos importantes relacionados con el fraude electoral: “1. Los sistemas de transmisión de resultados electorales preliminares y de cómputo definitivo estuvieron viciados. 2. Existieron irregularidades y falsificaciones en el llenado de actas electorales. 3. La deficiente cadena de custodia no garantizó que el material electoral no haya sido manipulado y/o reemplazado. 4. Las actas del cómputo no son confiables. No obstante, del análisis detallado se destaca que las actas ingresadas en el último 4.4% tienen un número llamativo de observaciones. 5. Tendencia mostrada en el último 5% del conteo es altamente improbable”.
Así, se trató de resaltar las principales diferencias entre la investigación del MIT y el informe de la OEA en torno al anulado proceso electoral de 2019. Por todo lo explicado anteriormente, el estudio y la conclusión de la OEA parecen gozar de mayor solvencia académica, lo que confirma el “dolo” (léase fraude) electoral.
Eduardo Leaño Román es sociólogo, docente universitario.