Mediocracia high-tech: en esta tierra baldía habitamos desde que el MAS se hizo del gobierno. Un régimen que galvanizó la mediocridad de todos quienes conforman (y conformaron) sus filas en el peñasco del Estado. Y si no eran mediocres, eran algo todavía peor: personas enardecidas por la ideología, capaces de hacer daño a quien era tildado de “enemigo”. En pocas palabras: malvados, y hay que aclararlo, no por accidente. Y ambos con un desaforado rencor contra los excelentes.
El mal es profundo y con la caída estrepitosa del MAS, el mal no se ha recogido a los sótanos de la sociedad. No, persiste. Insiste y cambia de piel –todavía la meritocracia sigue siendo un objetivo fugitivo; o sea, debemos seguir durmiendo con un ojo abierto–. Lo acabamos de ver en las pantallas de televisión este pasado domingo, en el debate entre Lara y Velasco. Ambos aspirantes a ser los segundos al mando de la nave gubernamental, ni mostraron racionalidad ni un discurso diamantino.
La expectativa ciudadana era que hicieran alquimia política ante nuestros ojos: mostrar que son los políticos idóneos para transmutar la multicrisis nacional en bienestar colectivo y este caos estridente en una polifonía concertada. Nada. El uno, anodino, el otro, primario. En ninguno de ellos encontramos a buen resguardo ni la sabiduría ni el liderazgo que reclamó Platón para los gobernantes hace casi tres milenios atrás. ¿Acaso podemos pensar que ellos miran más allá del horizonte y que ven con mayor claridad que todos nosotros?
La respuesta es No. Lastimosamente, para quienes vamos a pie, cuando los poderosos fallan y encallan en la nulidad, caemos sobre el suelo duro de la realidad inclemente y no en los sillones mullidos de palacio. El consuelo: ambos son mejores que Choquehuanca, la apoteosis de la inutilidad. O sea, estamos un paso por encima, pero muy lejos de la cima del liderazgo que convence y conmueve. Si los líderes son los poetas de lo concreto, porque transforman la realidad sombría en una tierra promisoria, ellos están más cerca de ser el sencillo concreto.
César Rojas es conflictólogo.