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Oveja Negra | 11/10/2024

Estado anómico: normas formales, realidad informal (2)

Eduardo Leaño
Eduardo Leaño

En la penúltima edición de Péndulo Político, N° 84 del 15 de septiembre, se destacaron tres características del “Estado anómico” formuladas por Peter Waldmann: la debilidad institucional, la falta de aplicación uniforme de la ley y la fragmentación política y social. En este número, añadiremos algunos matices más a la encantadora complejidad del Estado Plurinacional de Bolivia: la presencia de sistemas informales, la desconfianza en las instituciones estatales, la inestabilidad y el cambio constante, y, la falta de liderazgo institucional. Veamos.


Presencia de sistemas informales: En el encantador “Estado anómico” brotan con sorprendente naturalidad sistemas alternativos de normas que coexisten alegremente junto al derecho estatal formal, basados en tradiciones venerables, prácticas comunitarias ancestrales y, por supuesto, en las siempre útiles redes clientelares. Estos sistemas informales suelen ofrecer soluciones más rápidas y culturalmente apropiadas que ese tedioso y distan te aparato formal del Estado.


En Bolivia, los sistemas informales gozan de una envidiable agilidad, libres de las tediosas cadenas de la burocracia estatal, lo que les permite reaccionar con la rapidez de un rayo ante cualquier crisis o demanda local. Los mercados informales de El Alto son el epítome de esta flexibilidad, adaptándose con maestría a las necesidades del día a día sin la molestia de cumplir con esas molestas regulaciones gubernamentales. Estos mercados operan con sus propias reglas, en donde las asociaciones de vendedores tienen más influencia que el propio gobierno.


Desconfianza en las instituciones estatales. Este es otro rasgo que distingue al “Estado anómico”, esto hace referencia a la falta generalizada de confianza en las instituciones estatales y en los funcionarios públicos. La corrupción y la ineptitud percibidas contribuyen a la desconfianza y a la percepción de que las instituciones no son capaces de proporcionar justicia y seguridad.


En el Estado Plurinacional de Bolivia una característica clave de la desconfianza en las instituciones del Estado es la percepción generaliza da de que el sistema judicial es ineficaz, corrupto o inaccesible. En Bolivia, los ciudadanos muchas veces creen que el sistema de justicia no actúa de manera imparcial o efectiva. Los largos procesos judiciales y la percepción de corrupción dentro de los tribunales bolivianos hacen que muchas personas, especialmente en zonas rurales, prefieran acudir a sistemas informales de justicia comunitaria en lugar de los tribunales estatales.


La desconfianza en las instituciones estatales se manifiesta en la creencia de que éstas se encuentran plagadas de corrupción; sin duda, esta opinión afecta la legitimidad del Estado y fomenta una percepción de que los funcionarios públicos buscan su propio beneficio en lugar de servir al bien común. Los numerosos escándalos de corrupción en empresas estatales bolivianas, como el caso del Fon do Indígena en 2015, han reforzado la idea de que las instituciones gubernamentales no son dignas de confianza. La mala administración y el desvío de fondos destinados a proyectos de desarrollo social generaron un profundo desencanto y desconfianza.


Inestabilidad y cambio constante: En el “Estado anómico”, los sistemas legales y políticos sufren de inestabilidad y cambios frecuentes. Las constituciones y las leyes suelen ser modificadas o reemplazadas con regularidad, reflejando la falta de consenso y la inestabilidad política. En nuestro anómico Estado, los constantes cambios en la legislación y la Constitución son otro síntoma de inestabilidad, ya que no permiten la consolidación de un marco jurídico firme. Las continuas reformas generan incertidumbre y dificultan la planificación a largo plazo tanto para el Estado como para los ciudadanos.


En 2009 Bolivia se lanzó a la aventura de aprobar una nueva Constitución que gloriosamente redefinió al Estado como plurinacional. Desde entonces, ha sido un festival de intentos para reformar o reinterpretar varias disposiciones, especialmente en lo que respecta a los límites de la reelección presidencial. Este encantador tira y afloja solo contribuye a mantener viva la incertidumbre institucional, convirtiendo cada cambio en una emocionante montaña rusa de sorpresas jurídicas.


Falta de liderazgo institucional: La falta de un liderazgo institucional sólido impide la implementación efectiva de reformas y la consolidación de instituciones. La ausencia de liderazgo coherente y comprometido contribuye a la debilidad general del Estado.


En el contexto del Estado Plurinacional de Bolivia, la ausencia de liderazgo institucional ha hecho maravillas para la fragilidad del aparato estatal. Un ejemplo brillante de esto es la dependencia casi obsesiva del liderazgo personalista, donde las decisiones se toman según el capricho de las figuras políticas, ignorando las tediosas instituciones. En nuestro país, el poder se ha concentrado en figuras políticas, lo que ha dejado a las instituciones debilitadas cuando esos líderes salen del escenario. Durante la gestión de Evo Morales, la toma de decisiones giró en torno a su figura, y cuando se fue, las instituciones se encontraron tan desorientadas, lo que, por supuesto, agravó la crisis política y social. Al final, las instituciones no desarrollaron autonomía suficiente para funcionar, siempre dependieron de un líder fuerte y carismático para guiarlas.


Así, en resumen, se ha descrito los siete rasgos que distinguen al anómico Estado Plurinacional de Bolivia, lo cual refleja una situación donde el Estado no puede cumplir sus funciones normativas de manera efectiva debido a una combinación de debilidad institucional, desconfianza en las autoridades, y la presencia de sistemas informales alternativos. Estas características crean un entorno donde la gobernabilidad es débil y la aplicación de la ley es inconsistente.


Eduardo Leaño Román, es sociólogo.



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