Hay columnas esclarecedoras, son como la
punta de un iceberg, pero de un iceberg que está a punto de recibir la colisión
del Titanic. Y ya sabemos lo que viene luego, el barco aun en fiesta, acabará
por hundirse en las inclementes aguas del océano Atlántico, al sur de la isla
de Terranova.
En su columna “El MAS es nuestro”, publicada en La Razón del 15 de mayo de este 2024, José Luis Exeni (JLE) hace confesión de parte: “No soy del MAS ni de ningún partido político”. Pero queda colgado en el perchero, porque luego complementa socarronamente angelical: “(…) desde mi trinchera, siempre a la izquierda (…)”. Pero veamos, solo para poner las cosas en su debido lugar en el sancta sanctorum: ¿No es el MAS de izquierda, es más, no es LA izquierda? O sea, JLE es y no es. Se atrinchera y se des-atrinchera. Karl Marx diría que es una flagrante contradicción de quienes en un momento pescan cuando no hay guardacostas a la vista, pero cuando azota la tormenta, rápidamente se ponen al buen resguardo de soy sin ser. Estoy sin estar. Esos son de cuerpo entero los intelectuales orgánicos del MAS y ya apreciamos que se están empezando a biodegradar.
El “insuperable”, a decir de Julio Peñaloza, el exintelectual y exvicepresidente, Álvaro García Linera, mientras tanto prefiere callar y ofrecer ayuno en el monasterio del silencio donde yace autoexcluido (¿no es el momento de crisis –precisamente de su izquierda– donde debiera aparecer y aclarar aquello que los políticos del MAS previamente han enturbiado?). Y aquí está JLE, un intelectual de baja intensidad, quien se acaba de poner a buen recaudo bajo un aureolado y etéreo cielo rosáceo de atrincherado a la izquierda (colocado como los arcángeles en un cielo inmenso y alto, pero completamente ajeno a las menudencias agitadas de la tierra nuestra de todos los días).
La fiebre que desató el MAS está pasando y ya vemos que muchos van recobrando la cordura y la temperatura sana de las cosas (o, en castellano castizo, empiezan a saltar del barco porque sienten que el Titanic hace aguas por sus cuatro costados y es mejor salvar el pellejo, los calcetines y las zapatillas, y de ser posible, habilitarse lo más pronto posible un nuevo boleto a la isla de Terranova).
Finalmente, hace un llamado –sin sangre en la cara, todos ellos vampirizados en su creatividad por este ciclo político– a navegar-trascender este nuevo “tiempo de las cosas pequeñas”, sin percatarse que él es parte de esas pequeñeces y las malas artes que trae este tiempo de naufragio del MAS.
César Rojas es sociólogo y comunicador social.