Esto no quiere decir, Dios me libre siendo un converso como soy, que Rodríguez no tenga el derecho de cambiar de opinión respecto a su candidatura, su organización, sus acompañantes y aliados. Pero, lo mínimo que debería hacer con quien, además, trabaja desde hace por lo menos seis años, es informarle de su decisión, mejor aún debatir sus nuevas visiones y recién en caso de no arribar a nuevos acuerdos, lanzarla públicamente.
Hasta aquí mi comentario sobre Rodríguez.
También me llamó la atención que sin tener teóricamente vela en el entierro, Comunidad Ciudadana haya emitido un documento de felicitación a Rodríguez. Obviamente, porque la razón principal que arguyó éste para renunciar a su candidatura es que mantenerla ayuda al inconstitucional binomio oficialista a prorrogarse en el poder, pues restaría voto a los candidatos de Comunidad Ciudadana.
Un análisis elemental parece justificar esa posición, pero habría que recordar aquello de que “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también parecerlo”, y por más alegres que estuvieran en Comunidad Ciudadana por la traición de Rodríguez, también les faltó recato. En fin, ambas posiciones, la de algunos intelectuales y analistas y los dirigentes de Comunidad Ciudadana coincidieron en elogiar la traición.
Para ayudarlos en esa cruzada les sugiero leer “Anatomía de un Instante” del español Javier Cercas cuando escribe que tres personajes de su país “traicionaron su lealtad a un error para construir su lealtad a un acierto; traicionaron a los suyos para no traicionarse a sí mismos; traicionaron el pasado para no traicionar el presente (…) Tenemos una ética de la lealtad. Pero no tenemos una ética de la traición. Necesitamos una ética de la traición. El héroe de la retirada es un héroe de la traición”.
Hasta aquí mi comentario sobre la reacción ante la traición.
Termino sosteniendo, al parecer a contracorriente, que la candidatura de Ortiz no es funcional al MAS (así lo crean, al parecer, incluso muchos masistas). Primero, porque hay claras diferencias, hasta lo que se conoce, entre las propuestas de Comunidad Ciudadana y Bolivia dice No, que justifican la existencia de esas candidaturas; cada cual representa concretas corrientes político-ideológicas que para convergir previamente requieren suscribir acuerdos programáticos en los que, hasta ahora, ninguno de sus principales candidatos y dirigentes está interesado.
Segundo, me parece una falta de rigor analítico afirmar, con carácter de denuncia, que habría algún contubernio entre cada una de esas alianzas con el MAS, afirmación en la que han caído portavoces oficiales y oficiosos, generalmente de segundo nivel de ambas fracciones, poniendo más obstáculos al diálogo que en algún momento deberán sostener porque la realidad y no el voluntarismo lo exige.
Tercero, muchos creemos que más allá de los resultados electorales los dirigentes del MAS (como el chavismo en Venezuela o el orteguismo en Nicaragua) intentarán aferrarse al poder y necesitaremos, para una etapa que de concretarse será muy dura, líderes políticos referenciales que puedan conducir procesos políticos para echar a los inconstitucionales. Mejor que haya dos o tres a que dependamos de uno solo.
Para ello, empero, es fundamental no dejarnos obnubilar por lo inmediato y, sobre todo, no tolerar actitudes claramente censurables, como es la traición, en aras a presuntos objetivos más importantes. Más aún si, como nos muestra la historia corta del país, mucho de lo que vivimos ahora se debe, entre otras razones, a una sucesión de traiciones.
Juan Cristóbal Soruco es periodista.