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Sin letra chica | 02/07/2023

El sitio de Arce

Carlos federico Valverde Bravo
Carlos federico Valverde Bravo

Para Brújula Digital es un privilegio contar en su sección de opinión con el periodista y analista Carlos Valverde. ¡Bienvenido a estas páginas!

“Donde vayamos, mantendremos nuestro compromiso de continuar con esta labor, con la firme convicción de hacer periodismo independiente y aportar con ello al fortalecimiento de la democracia”, escribieron los periodistas, trabajadores de Página Siete, en la que titularon: “La última nota para nuestros lectores”, dejando testimonio de lo que hicieron de manera consecuente con el periodismo boliviano y la democracia que, entre otras cosas, se mantiene porque hay pensamiento libre y libertad de expresión, que son imprescindibles, pero no necesariamente son lo mismo.

Raúl Garafulic escribió antes, en el mismo periódico, las dificultades que tuvieron que pasar él y el grupo de personas que lo acompañaban en hacer que el diario salga a la calle todos los días; ¡más bien aguantaron!

No debió pasar, pero pasó. La pandemia contribuyó, sin duda, pero eso fue la parte chica del problema. ¿Lo demás? Pues, el poder, que usa la plata del Estado para premiar y castigar con publicidad y que continuó con su práctica implacable: premia al que escribe o dice lo que a ellos les agrada escuchar o leer o, lo que es peor, lo que ellos buscan que se diga; cuando se denuncia, cuando se critica, cuando se dice lo que el poder no quiere oír o que se sepa, es decir, cuando se hace periodismo, no hay publicidad, hay presión por los medios coercitivos del Estado; se los pone en servicio de ese poder que quiere docilidad. Así, los medios se van yendo.

Mal de muchos, consuelo de tontos, dice el adagio; no sirve decir que esto pasa en todos lados, que la prensa escrita ya no va, que la tecnología, internet… Los “qué” (si vale el término) no sirven. Página Siete no debió cerrar por las razones que Raúl anotaba, se puede cerrar por otras razones, no porque el poder político te gane, eso no es correcto.

El periodismo nacional pierde mucho con este cierre y había que dejarlo escrito, para que los lectores, para los que se escribe, acompañen este “minuto de silencio” por Página Siete.

Veamos esto del sitio de Arce: Convengamos que el presidente Arce no tuvo ética ni corrección política al reponer al censurado ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, quien recibió 101 votos en favor de su censura, contra 42 de apoyo y uno en blanco, de un total de 144 asambleístas presentes.

La práctica constitucional, tan poco “practicada” en este país, dice que se acude al mecanismo de interpelación y censura con el objetivo de “llamar la atención”, hasta podríamos decir “apercibir” al Presidente por sus políticas en uno de sus ministerios; en un régimen presidencialista el mecanismo no sólo es válido constitucionalmente, sino necesario; oxigena la democracia y devuelve su valor al primer poder del Estado.

El Presidente está obligado a reemplazar al ministro de haberse llegado a la censura; en ningún caso burlarse de la Constitución, del parlamento y del país mismo, haciendo lo que hizo, sobre todo si él mismo había enviado un Proyecto de Ley (PL 350-22-23) que “determina los efectos jurídicos de la Censura acordada por la Asamblea Legislativa, en el marco de sus atribuciones constitucionales”; el texto dice, en la parte que nos interesa:

Artículo 3.- (Efecto de la Censura).- I. La Censura tiene por efecto la remoción o destitución de la o el Ministro interpelado.

III. La o el Ministro censurado no podrá ser restituido en el mismo cargo dentro del periodo constitucional

Tratemos de entender por qué Luis Arce envió en fecha 19 de abril 2023, al vicepresidente David Choquehuanca, el proyecto de Ley cuyo texto difiere tan radicalmente a la decisión tomada el jueves pasado; porque no es dable que se nos diga que la ley lo permite porque no es verdad; la ley dice que el censurado (a) deberá ser destituido (a), de manera que eso de que puede ser “restituido” inmediatamente es una incongruencia jurídica y formal y una básica necesidad política; se entiende que si la consecuencia de la censura es que se despida al ciudadano ministro, este no puede ser vuelto a posesionar en el mismo cargo; de ser así, ¿cuál es el sentido de la censura?

¿Se nos va a decir que la presidente Añez lo hizo con dos ministros? Es cierto, pero inmediatamente después de que aquello ocurrió, Eva Copa, presidenta del Senado, aprobó una ley que prohibió tal situación, prohibiendo la reposición del censurado en el mismo u otro cargo similar; eso, el año 2020. La ley no la promulgó la Presidenta Añez y, cumpliendo el procedimiento constitucional, Copa la promulgó como ley del Estado/República.

Evidentemente no tiene sentido referirse a que el Tribunal Constitucional dejó sin efecto la Ley “Copa”, porque lo que rebatimos tiene que ver con lo actuado por Arce Catacora, que actuó en contra de un proyecto firmado por él con el objeto de dejar claro que el ministro destituido no vuelve a su cargo, de manera que vamos a concluir que semejante disparate sólo se debe a una desesperada incorrección política y a su necesidad de “poner en vereda” a Evo Morales.

Tras los 101 votos, que implicaron más de dos tercios de los parlamentarios presentes, el presidente Arce sintió la necesidad de “romper lanzas” con su mentor político, o sea la ruptura con Evo Morales. Del Castillo es el medio para llegar a su fin (el fin de Morales, desde el campo político, se entiende).

La política incorrecta le ganó a la legalidad y a la ética; sólo así se entiende que alguien actúe contra su propio proyecto, pero eso ya es lo de menos, Arce necesita que Del Castillo enfrente a Morales desde el poder y sea el encargado de “poner las cosas en su sitio”; entendamos, en el “sitio de Arce”.

¿Y cuál es el sitio de Arce? A ver: el Presidente comenzó hace rato a buscar la manera de construir su poder político. Veamos qué tiene para lograrlo: maneja el Gobierno y el Estado, entendamos la institucionalidad y la plata (escasa, pero plata al fin), tiene mando sobre el sistema judicial, aunque lo comparte con Morales, así sea con este último en minoría; manda en el poder electoral, la Fiscalía y, habida cuenta que ya tiene de su lado a las Bartolinas, la COB, los interculturales, parte de la CSUTCB, sin contar los demás movimientos sociales e incluso alcaldes y gobernadores a los que la billetera gruesa y el poder los inclinan del lado del gobierno, ahora va por el partido, o sea, el instrumento. Para eso necesita a Del Castillo “fogoneando” a Morales, tal como lo hizo en el discurso de reposición.

Lo demás no depende de él, sino de la habilidad de lograr algo más allá del 25% o 30% que representa el MAS en este momento en el país y, es temprano para eso. Arce apuró sus tiempos y Morales cayó en el juego; el caballo del corregidor tiene más aire, el huido va a perder.

¿Logrará Arce consolidar el que entiende que es “su sitio”? El tiempo lo dirá: intenciones tiene.

Carlos Valverde es periodista y analista.



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