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Oveja Negra | 29/09/2023

El ogro filantrópico en ruinas

Eduardo Leaño
Eduardo Leaño

El Ogro filantrópico es un ensayo del célebre Octavio Paz publicado en 1979. En aquella metáfora, el escritor mexicano compara el Estado de su país (1910 y fines de 1970) con un monstruo que tiene un lado generoso y paternalista; es decir, se trata de un ser autoritario y represor que, al mismo tiempo, es un ser que se preocupa por el “bienestar” de su pueblo. En esta columna procuraremos retratar esta alegoría que, al parecer, resulta válida para describir los rasgos distintivos del Estado Plurinacional de Bolivia.

Desde el advenimiento del MAS al gobierno (2006), el Estado se ha distinguido por monopolizar el poder (ogro) y por ser una burocracia ineficiente y corrupta, aunque caritativa (filantropía). En cuanto al primer rasgo, desde el principio, Evo Morales se empeñó en el control absoluto del poder que ha implicado conquistar los cuatro órganos del Estado. El control del órgano Ejecutivo y Legislativo procedió de las contundentes victorias electorales sucesivas; la sumisión del órgano electoral, cuyas acciones fueron pro gubernamentales, lo consiguió en los distintos momentos en que las autoridades electorales fueron designadas por la Asamblea Legislativa dominada ampliamente por el MAS; y, el control del órgano judicial se consolidó con la elección de autoridades judiciales que se llevó a cabo mediante voto popular previa preselección de candidatos efectuada por la mayoría parlamentaria vinculada al gobierno. De esta manera, el MAS consiguió el monopolio del poder y, a partir de este poder absoluto, la relación entre los cuatro órganos nunca fue la de “pesos y contrapesos”, sino la de una sociedad de socorros mutuos.

Un ejemplo que ilustra aquella relación de “cooperación” fue el “golpe electoral” asestado por el MAS antes de las elecciones de 2014. La Carta Magna era inequívoca, no podía haber más reelección para Evo Morales y Álvaro García, los perpetradores de semejante golpe fueron los cuatro órganos del Estado: los miembros del Órgano Ejecutivo, como beneficiarios directos de la manipulación política intervinieron de manera “secreta” en el diseño del “golpe”; el Órgano Legislativo, por medio de los senadores presentaron al Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) el proyecto de ley para viabilizar la reelección; el Órgano Judicial a través del TCP declaró constitucional la reelección de ambas autoridades para las elecciones de 2014; y finalmente, el dócil Órgano Electoral procedió a la inscripción de ambos candidatos. Así, en un marco de absoluta “cooperación” y orientados a reproducir el poder, los órganos estatales resultaron ser los responsables de propinar aquel “golpe electoral” que permitió un nuevo mandato ilegal a Morales Ayma y García Linera.

Cabe destacar también que el monopolio del poder posibilitó al Estado encarar los diversos conflictos en nuestro país de manera autoritaria y represiva. La postura rígida e inflexible de afrontar las situaciones conflictivas distinguió al ogro nacional. Casi siempre el procedimiento era el mismo: sostener una postura extrema ante cualquier demanda; minimizar la concesión de la otra parte; negociar la posición del otro y no la suya; enviar negociadores con poca autoridad para que no puedan realizar demasiadas concesiones; dilatar el mayor tiempo posible la resolución del conflicto a fin de debilitar al otro; amenazar al contendiente e infundirle temor para desfallecer sus fuerzas; y, finalmente, reprimir e imponer su solución al conflicto. Sin duda, estos modos de revolver los conflictos revelan el aspecto autoritario del Estado Plurinacional de Bolivia.

En relación al segundo rasgo, el carácter filantrópico del Estado, debe admitirse que esto fue posible debido a que Evo Morales asumió el gobierno en un contexto muy favorable; por un lado, los acreedores internacionales condonaron una parte importante de nuestra deuda externa y, por otro lado, la inmensa cantidad de gas que producía Bolivia junto a los elevados precios del mercado externo, le brindaron al país una bonanza económica extrema. Estas condiciones propicias le proporcionaron, al generoso ogro, la oportunidad no sólo de distribuir diversos bonos entre los sectores sociales más vulnerables, sino también llevar a cabo una serie de obras en favor del pueblo: edificar sedes sociales y distribuir movilidades entre los movimientos sociales; erigir inútiles estadios, coliseos y canchitas por doquier; construir hospitales y centros de saludo sin equipamiento ni médicos; integrar al país con diversas carreteras pésimamente asfaltadas; despilfarrar enormes recursos económicos irracionalmente en la creación de empresas estatales deficitarias, entre muchas otras cosas. Por cierto, toda esta abultada generosidad estuvo eclipsada y plagada por la corrupción y la ineficiencia del Estado.

Hoy la bonanza económica llegó a su fin. Hace no mucho lo reconoció el propio Presidente, Luis Arce Catacora, cuando dijo que la producción de gas (principal sostén de nuestra economía) ha ido cayendo “hasta tocar fondo” y el país lamentablemente no tiene capacidad de producir gas; así, el Estado no tiene gas para exportar, está perdiendo mercados y, lo peor, ha derrochado nuestras reservas. Frente a semejante adversidad es muy probable que el Estado Plurinacional de Bolivia se convierta en menos filantrópico y más ogro, ingresando en una situación de ingobernabilidad (ojalá que no).   



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