El futuro
es un regalo de la vida. Sin embargo, la vida a veces se porta arisca y te da
como regalo un desempleo garantizado y la pensión del colegio de tus tres
hijos. ¡Tu futuro se achica! A veces la vida no es tan tacaña: te da colegio
privado para tus bebés y un autito Toyota. ¡Tu futuro se agranda! Ese es
nuestro problema: cuando tu futuro se encoge tanto sucede algo usual por estas
tierras: desaparece. Trabajas o buscas trabajo para llegar al almuerzo. Tu vida
es hoy.
¿Por qué hago esta reflexión de partida? Por la rememoración al indicador brutal del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, CEDLA: el 65% de los bolivianos son pobres. ¿Qué sucede con este abrumador porcentaje de bolivianos sin futuro o un futuro diminuto? Votan por el MAS. Hay una suerte de canje: si no tienes futuro, puedes jactarte, al menos, de quitar el futuro al resto y que se vean todos a ras del suelo. La igualdad prometida se convierte en una fabulosa realidad: ¡todos somos iguales! Evo Morales es el cultor de este milagro de igualdad y ¡un garante de la cancelación del futuro!
¿Cómo vencemos esta situación de estancamiento? Convengamos en una certeza: Evo quitó ese futuro a una clase media tradicional que vivía pensando en su futuro sin importarle el futuro de los “otros”. Los “otros”, téngase en cuenta, comprende un caudal de aymaras, quechuas, migrantes, etcétera des-futurizados. Sin embargo, es preciso reconocer que Morales generó la posibilidad de futuro para estos actores. Algo inédito y revolucionario, al menos como política masiva-estatal.
Empero, faltó algo que su exvicepresidente lo decía más o menos así: “Mientras las clases tradicionales tuvieron un incremento de sus ingresos en al menos un 11% cada año, los asalariados más pobres lo hicieron en un 500% en 13 años”. O sea: les creamos, o quisimos crearles, la noción de futuro a quienes no lo tenían, pero a costa de quitarles esa misma noción a quienes sí lo tenían. Ese fue el acto de “avance patriótico” promovido por el MAS: doy quitando.
Hoy, ¿qué es lo que tenemos? Pues, de un lado, miles de personas de esa clase media tradicional tratando de recuperar su futuro yéndose del país, migrando a lo bestia a Santa Cruz o volviéndose del MAS. Y, del otro lado, aquellos que iban creando un futuro –aquellas clases vulnerables–, ya se les dificulta. La crisis económica empieza a golpearlos y vuelven a su estado anterior, con un agravante: conocieron el futuro, lo empezaron a mimar. No vuelven, entonces, a su estado anterior. Esta es una fase nueva: de haber logrado acariciar un futuro y hoy verlo escaparse de a poco.
En suma, los unos y los otros van perdiendo el futuro, aquel futuro de siempre de las clases medias, aquel futuro incipiente, pero real de las clases vulnerables. Y, esta es la tesis más importante: los futuros que existen, los pocos que todavía respiran, son individuales. No son futuros conjuntos o futuros bolivianos. No hay Bolivia. Ese es el quid de esta reflexión. No hay que esperar que haya secesionistas para temer por la nación boliviana, solo promover odios y revanchas para quedarnos todos afianzados a “nuestro pedacito” de futuro.
¿Cómo recuperamos el futuro? Siguiendo la reflexión del filósofo español Daniel Innerarity, “El futuro de la democracia”, lo podemos hacer promoviendo políticas de todos y para todos los bolivianos:
- aquellas
ligadas al cambio climático: está claro que todos queremos seguir respirando y
que no sólo algunos se apropien de nuestros bosques;
- aquellas ligadas a la salud: es normal que algunos tengan seguro privado y piensen en su futuro y millones no tengan ni seguro y no puedan pensar en el suyo (o piensen en cómo quitarles el suyo a los que tienen seguro);
- seguridad ciudadana: no pueden haber cuatro veces más de policías privados en América Latina que de policías públicos, con la obligación de cuidar a no más del 10% de la población más rica (el otro 90% puede esperar);
- aquellas ligadas a la educación: debe haber una verdadera revolución educativa ligada a la revolución tecnológica del presente;
- y, aunque no parezca prioritario, debe haber una política deportiva que nos haga clasificar al Mundial y, sobre todo, dé curso a nuestros bravos trotadores, raquetbolistas, nadadores.
En fin, debemos crear un futuro compartido que nos haga bolivianos.
Diego Ayo es cientista político.