En las últimas semanas, la pugna interna de los masistas ha puesto en evidencia una verdad que era más que evidente: es obvio que lo de noviembre del 2019 no fue ningún golpe de Estado sino una maniobra artera de Morales y los suyos. Eso sí, el tiro les salió por la culata, Morales no pudo volver como Chávez al tercer día y tuvo que quedarse en calidad de refugiado, primero en México y luego en la Argentina. Aunque a la postre el MAS recuperó el poder, Morales dejó de ser el epicentro de la política nacional y esto lo tiene desesperado.
Querer llamar golpe de Estado a una crisis de poder causada por los desatinos del partido gobernante, empezando por la candidatura ilegal de Morales y García y terminando en el chapucero cuando no delictivo manejo del conteo rápido el día de las elecciones, es parafraseando al exvicepresidente, y exlicenciado, “una canallada”. Una canallada de la peor especie, porque a partir de esta se están cometiendo enormes injusticias, empezando por las detenciones de la expresidenta Janine Añez y el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
El gobierno de la señora Añez fue malo en parte porque ella eligió a colaboradores impresentables y en parte porque gobernar en medio de una pandemia como la que le tocó, sin el apoyo del poder legislativo y con un poder judicial en manos de simpatizantes del masismo, era simplemente un callejón hacia el fracaso.
Y sin embargo, la forma como la expresidenta fue apresada y la manera cómo han sido llevados los juicios en su contra, simplemente la convierten en una víctima de un gobierno abusivo, un gobierno que muestra una garra dictatorial.
La señora Añez está en la cárcel porque su actuación, que estuvo acorde con la ley, le quitó el poder al MAS, porque les arruinó la charada de una anomia momentánea que ellos seguramente esperaban concluiría con un retorno de Evo un par de días después a la casa agrande del pueblo. El castigo contra Añez quieren sentar un precedente para que nunca más nadie se atreva a enfrentar a ese poder.
Las declaraciones de un importante diputado del MAS que ponen en evidencia la estrategia de la cúpula masista para crear ese vacío de poder no nos muestra ningún nuevo panorama, simplemente nos confirma por un lado la legalidad del establecimiento del gobierno de transición de Jeanine Añez, y por otro, reitero, la actitud canalla, maniobrera e inmoral de Evo Morales, Álvaro García Linera, Adriana Salvatierra, y del resto de la cúpula masista de intentar crear un vacío de poder.
¿Ayuda esto en algo a las víctimas del abuso judicial masista? Por el momento no, el cinismo gubernamental en general, y del poder judicial en particular, es tal, que es difícil imaginar que se tomen en cuenta estas importantes aseveraciones. En el largo plazo, sin embargo, es obvio que estas declaraciones serán parte importante de la reivindicación de estas personas tan maltratadas y de seguro tendrán un costo para jueces y fiscales que están actuando de una manera servil.
La buena noticia es que la impostura masista se está resquebrajando y que es posible que al menos un porcentaje de quienes le dieron el triunfo a Luis Arce en las elecciones del 2020 opten por votar por un candidato cuyo triunfo implique el final del reinado masista en estas tierras. Para este cometido, los masistas están haciendo su parte, esperemos que los no masistas hagan la suya, vale decir, que se unan en un solo frente para las próximas justas electorales.
Todavía es temprano para estructurar ese frente, pero hay que tener claro que la única opción genuinamente democrática que tiene Bolivia es que el MAS deje de gobernar.
Agustín Echalar es operador turístico.