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Cañón de Futuro | 25/05/2023

El endemoniado celibato de los curas

Ilya Fortún
Ilya Fortún

Son las Fuerzas Armadas las celosas guardianas de la constitución? No. Son las Fuerzas Armadas la “institución tutelar de la patria”? Por supuesto que no. Son las Fuerzas Armadas la garantía de la soberanía nacional? Tampoco. Por el contrario, hay mucha gente en el país que piensa legítimamente que los militares gastan más de lo que producen, que no tienen la mínima posibilidad de protegernos frente a ninguna agresión extranjera, y que en un país tan pobre como el nuestro, con tantas otras necesidades insatisfechas, deberían estar reducidos al mínimo tamaño necesario para hacerse cargo de conmociones y emergencias nacionales. Y sin embargo, la historia nos muestra que las Fuerzas Armadas han sido y son un factor de poder importante que, con sus luces y sombras, ha jugado un rol importante en la construcción nacional.

Pasa algo parecido con la Iglesia Católica. Yo, como creyente, creo que no hay nada más distinto a Dios que la iglesia, creo que un sacerdote (bueno o malo) no representa a Dios más que el gendarme de la esquina, y estoy seguro de que históricamente la iglesia ha cometido atrocidades monstruosas a escalas mayúsculas, todo a nombre de la fé. Mata que Dios perdona. Y sin embargo, reconozco que la iglesia es un importantísimo factor de poder que ha contribuido positiva y significativamente al desarrollo democrático, a la defensa de los derechos humanos y a la educación en el país. La iglesia tiene muy poco que ver con Dios pero mucho que ver, como institución, con la sociedad, con la política y, por supuesto, con el poder.

Pero de allí a justificar o siquiera entender las repugnantes tropelías de curas pedófilos, hay un océano de distancia. Incluso en el mundo delincuencial hay ciertos límites, y uno de ellos justamente está referido a los violadores de niños; cuando entran presos son castigados y muchas veces ajusticiados por la misma población penitenciaria.

Los crímenes cometidos y por cometerse por esos curas en Bolivia, debe ser castigados con todo el rigor de la ley, sin importar el peso de la Iglesia católica como factor de poder e independientemente de lo que diga o deje de decir el misterioso enviado del Vaticano.

La historia de curas sexópatas y pederastas es tan antigua como la religión misma y siempre fue de alguna manera “tolerada” por el estabishment y por la misma sociedad, seguramente cuando la iglesia pisaba más fuerte y cuando la información no corría entre los jóvenes como ocurre ahora. Está claro que el hoy el mundo no está más dispuesto a tolerar los crímenes históricamente impunes de cierta curia endemoniada por el celibato que se les ha impuesto.

Y es que ahí parece estar el orígen del problema. Mientras los curas sigan siendo condenados al celibato para evitar la división del patrimonio de la iglesia, asistiremos por siempre estas aberraciones. El único remedio a un problema tan serio y recurrente pasará en mi opinión por una correcta revisión de la iglesia del verdadero sentido de la doctrina, que desemboque en la posiblidad de que los curas católicos puedan casarse, tener hijos y amar sanamente a sus familias.

Mientras tanto, lamento mucho decirlo, se debe evitar cualquier tipo de cercanía entre niños, jóvenes y curas.



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