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21/03/2024
Surazo

El censo y los mañudos

Juan José Toro
Juan José Toro

Nos han dicho, y con razones, que los censos son la manera más idónea de contar la población de un lugar, pero a los potosinos nos consta que eso no es cierto.

En 2001, el alcalde de Potosí era René Joaquino. Había ganado las elecciones municipales de 1999 con el 61,37% y tenía nueve concejales. Una de las obras más importantes de su gestión fue el nuevo catastro, que demostró que la ciudad estaba creciendo aceleradamente como consecuencia de una importante migración desde las provincias.

Durante el Censo Nacional de Población y Vivienda, el 5 de septiembre de 2001, Joaquino admitió su expectativa de que la ciudad de Potosí rebasaría la marca de los 200.000 habitantes, pero, cuando recorrió los barrios periurbanos ese día, en compañía de periodistas, comprobó, acongojado, que las casas estaban vacías porque sus ocupantes habían ido a censarse a sus lugares de origen. Las cifras oficiales del censo para la Villa Imperial fueron de 112.078 pobladores.

El censo de 2012 encontró a Potosí con un alcalde suplente, Zenón Gutiérrez. Habían pasado 11 años y, por los datos del catastro y de impuestos, él estaba seguro de que, esa vez sí la ciudad de Potosí iba a pasar la barrera de las 200.000 personas, pero el resultado oficial fue de 191.302. Gutiérrez murió con el dolor de haber sido engañado por los potosinos migrantes, a los que él apoyó en su corta gestión. 

Lo que ocurrió en aquellos censos es que las autoridades originarias obligaron a los migrantes a retornar a sus lugares de origen para ser contados allí y no en la capital del departamento. La presión se ejerció mediante amenazas, porque se les advirtió que, si no retornaban a su lugar de nacimiento, se les quitaría sus tierras o cortaría el acceso al agua.

Por tanto, la capital de Potosí lleva por lo menos 23 años con datos poblacionales que no reflejan su realidad. Pasó efectivamente de 200.000 habitantes al comenzar el siglo XXI, pero sus pobladores provenientes del área rural no se hicieron censar allí ni ese año ni en el censo siguiente; pese a ello, tienen acceso a todos los servicios que el gobierno municipal está obligado a dar. Todas esas personas que viven en Potosí, pero se hicieron censar en otros lugares, son mañudos que mintieron sobre el lugar en el que viven y parásitos que viven en un municipio al que no ayudan a recibir recursos de coparticipación tributaria. Entre 2001 y 2012 pudimos coexistir con esa mentira, pero comenzaron a exigir obras y a presionar para conseguirlas. Son ellos quienes más bloquearon la Alcaldía de Potosí exigiendo servicios a los que, moralmente, no tienen derecho.

¿Esta situación es exclusiva de la ciudad de Potosí? No. En Sucre, por ejemplo, los estudiantes que provienen del interior se van a sus ciudades a hacerse censar, aunque viven en la capital y gozan de sus servicios.

Tampoco es un fenómeno de este tiempo. La historia demuestra que siempre se mintió en los censos, desde los empadronamientos y revisitas que realizaba el imperio español, para saber a cuántos podía cobrar tributo, hasta los días en que comenzó a aplicarse boletas, ya bien entrado el periodo republicano. 

En el censo de este 2024, es seguro que la ciudad de Potosí rebasará, por fin, la barrera de los 200.000, pero los datos que maneja la Alcaldía permiten estimar que hace mucho que se sobrepasaron los 300.000 habitantes. Si los resultados oficiales no reflejan esa verdad, seguiremos viviendo con resultados mentirosos.

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo. 



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