Se había creado gran expectativa para el mensaje del presidente Luis Arce del pasado domingo. Se tenía la ilusión de que por fin nos haría conocer decisiones importantes. No fue así y los ilusos nos tuvimos que conformar con lo que ya sabíamos y que el gobierno anda repitiendo desde hace meses.
Los analistas ya han criticado con razón el discurso vacío. Centraré mi atención en algunas afirmaciones discutibles y, sobre todo, en sus olvidos memorables.
La presentación que el Gobierno hace desde algunos meses y que los malpensados dirán que es con aviesas intenciones, de balance cambiario del sector público y balance cambiario del sector privado es irrelevante. La fuerte concentración de las exportaciones en hidrocarburos y, en menor medida, en metales, hacía que antes del 2023 el sector público fuese superavitario en divisas y el sector privado deficitario. Si no se hubiese nacionalizado los hidrocarburos el 2006 la composición del balance cambiario hubiese sido al revés, como lo es en la mayor parte de los países.
Entre los olvidos, el presidente Arce no dijo nada de su función de ministro de Economía durante casi todo el gobierno de Evo Morales. Olvidó también decir que desde 2015, el sector público no financiero tiene déficit y muy altos en algunos años, financiados en gran parte con créditos del BCB. Olvidó decir que los artículos 22 y 23 de la ley del BCB, que limitaban los créditos al sector público, se incumplieron recurriendo a la estratagema de poner colgajos a los presupuestos generales del Estado para suspenderlos. La emisión excesiva se volcó contra las reservas internacionales y fue la causa principal de que se hayan escurrido. No fueron el cambio climático ni el incremento en las tasas internacionales ni el aumento en el costo del transporte internacional las causas más importantes como sugiere el presidente sino la incontinencia fiscal.
Olvidó también decir que él forzó el congelamiento del tipo de cambio el 2011, con lo que desmontó ese mecanismo útil que era el bolsín y que nos hubiera servido en las circunstancias actuales. Con el tipo de cambio congelado, la moneda nacional se sobrevaluó (el dólar se abarató) lo que produjo una gran expansión de las importaciones, legales y de contrabando, incluyendo la de chutitos, como tan primorosamente los llama un diputado del MAS. El incremento del parque automotor está entre las principales causas del incremento en la demanda de combustibles. La sobrevaluación cambiaria también impidió que surgieran nuevos sectores exportadores, que tanta falta nos hacen y que pudiesen haber compensado la declinación de los hidrocarburos. Ha impedido la densificación del tejido industrial y ha hecho al sector sumamente dependiente de insumos importados. ¿De qué sustitución de importaciones se puede hablar?
El presidente en su mensaje dio la impresión de que no se da cuenta de la gravedad de la crisis: falta de dólares, de combustibles, brecha cambiaria, incendios sin control y otros desastres ambientales. El sistema financiero está funcionando a media máquina, causando descontento e inquietud entre sus clientes. La producción se está parando poco a poco y grandes empresas han estado cerrando. El censo acaba de mostrar la alta emigración. Los bolivianos están dejando el país por montones.
No propuso nada que sea creíble para corregir el gigantesco déficit fiscal. Tampoco propuso una política para unificar los tipos de cambio para atenuar las grandes distorsiones en la asignación de recursos y las redistribuciones perversas de ingresos con la actual situación.
El temor que tenemos muchos es que se llegue a una situación como la venezolana, en la que a los problemas creados por una mala conducción de la política económica se le sumó el aislamiento internacional, convirtiendo una situación grave en catastrófica. Nuestra participación plena en el MERCOSUR está bien y el presidente podía haberla mencionado, pero también sería beneficioso ampliar el abanico de nuestras relaciones internacionales.
Juan Antonio Morales es PhD en Economía.
@brjula.digital.bo