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Filia Dei | 23/08/2025

Dormir para vivir

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Dormir no es solo un acto de descanso, sino un proceso biológico fundamental para el funcionamiento óptimo de nuestro cuerpo y mente. Recientes investigaciones, incluyendo un estudio revolucionario publicado en la revista Nature en 2025, junto con información fiable del Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos, confirman que el sueño regula múltiples procesos orgánicos esenciales para la salud física y mental.

El estudio de Nature[1] hace un aporte fundamental para entender la necesidad del sueño desde una perspectiva celular y metabólica. La investigación, realizada con moscas de la fruta, señala que el impulso de dormir responde a un fenómeno que ocurre dentro de las células: la saturación de las mitocondrias, conocidas como las “centrales energéticas” celulares. Cuando estas organelas acumulan demasiado exceso de electrones por actividad metabólica, generan moléculas dañinas llamadas especies reactivas de oxígeno.

Este desequilibrio funciona como un “interruptor biológico”. Las neuronas específicas que regulan el sueño detectan estos daños mitocondriales y activan la "presión del sueño", induciendo al organismo a descansar. Durante el sueño, se produce un proceso de recuperación en el que las mitocondrias se fusionan, reparan daños y restauran su equilibrio energético. Así, dormir no solo reduce la actividad cerebral para descansar, sino que restablece la maquinaria celular que mantiene la función cerebral saludable.

Este hallazgo es crucial porque explica a nivel celular por qué el sueño es imprescindible y por qué su privación produce deterioros graves. Las mitocondrias con daños acumulados y fragmentadas, como mostró el estudio, derivan en crisis energética en las neuronas promotoras de sueño y afectan funciones cognitivas, estado emocional y salud física.

Desde la visión más amplia que también destaca el NHLBI, el sueño es el tiempo en que nuestro cuerpo consolida la memoria, regula la respuesta emocional, repara tejidos y fortalece el sistema inmunológico. La falta crónica de sueño incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y trastornos psiquiátricos. Además, altera hormonas que controlan el apetito, facilitando el aumento de peso.

La sociedad actual, con sus ritmos acelerados y la cultura que suele subestimar la importancia del descanso, debe repensar el valor del sueño como un componente esencial de la salud. En Bolivia, donde muchas personas enfrentan condiciones laborales y sociales que dificultan el descanso adecuado, es vital difundir estos conocimientos y promover políticas públicas que reconozcan el sueño como un derecho básico.

Para mejorar la calidad del sueño, se recomienda establecer rutinas regulares, cuidar el ambiente del dormitorio (oscuro, fresco y sin ruido), evitar pantallas antes de acostarse, realizar ejercicios como parte de la rutina diaria y una alimentación saludable.

Entender la función de las mitocondrias en el sueño abre nuevas puertas para investigar trastornos relacionados y posibles terapias, y resalta que dormir bien no es solo placentero, sino una necesidad biológica fundamental para la salud y la vida misma. Si se comprendió, entonces los buenos hábitos de dormir, deberían ser parte de la educación integral, tanto desde los hogares, como en ámbitos educativos. En vez de fomentar los trasnoches, hay que fomentar el cuidado de nuestras horas de sueño.

Cecilia González Paredes es Ms.C., biotecnóloga y comunicadora científica.



[1] https://www.nature.com/articles/s41586-025-09261-y



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