De alianzas y besos de la muerte

En un conversatorio Rodrigo Paz Pereira afirmó que no hay expresidente que no quiera volver a ser presidente, incluyendo su padre, Jaime Paz Zamora.

Nuestra historia es pródiga en ejemplos que respaldan esa afirmación. Y pese a que en este tiempo electoral se debe destacar (las veces que sea pertinente) una excepción a la regla, como ha sido la decisión del expresidente Carlos Mesa de retirar su candidatura, Evo Morales Ayma y Jorge Tuto Quiroga Ramírez no tienen límite alguno en buscar su reelección presidencial. Ambos creen tener la capacidad de salvar al país y no dan ningún indicio de, por lo menos, revisar autocríticamente sus respectivas gestiones para ofrecernos rectificar errores (que son muchos y de diverso orden).

Además, pareciera que ambos no están dispuestos a controlar su ambición y cueste lo que cueste se mantendrán en la carrera electoral. En el caso de Morales, ese empecimiento significa conducir a la debacle total el proyecto político-ideológico que dirigió desde 2006 no solo por la demostrada incapacidad de sus cuadros de administrar correctamente el Estado, sino por las condiciones internacionales vigentes y, lo que es muy importante, la acusación de estupro que tiene en su contra, que si se comprueba y sanciona, automáticamente lo convertiría en un reo rematado por un delito que, en verdad no tiene perdón, salvo en el criterio de alguno que otro líder en desgracia del socialismo del Siglo XXI o del Grupo de Puebla. Por lo demás, la cantaleta de que no es presidente porque es indio ya no cala en ninguna cabeza medianamente avispada.

Ese empecinamiento, se ha convertido en el principal obstáculo para que el MAS pueda enfrentar un proceso de reforma interna, aggiornamento con los tiempos actuales ni generar nuevos liderazgos que tomen la posta. Más bien, Morales manipula en forma expresa en contra de esa posibilidad, como lo ha hecho con el presidente del Senado Andrónico Rodríguez. Incluso, está pactando con una organización política extorsionadora, al haber perdido burocrática pero irreversiblemente, la sigla MAS y el apoyo de viejos aliados, buena parte de su entorno “clasemediero”.

En el caso del ex presidente Quiroga su obstinación en ser reelegido sería destacable si ésta no obstaculizara proyectos democráticos que podrían contar con su apoyo, aunque no sean conducidos por él. Ya sucedió en 2015, cuando su candidatura perjudicó la de Samuel Doria Medina al punto que hay analistas que sostienen que si Quiroga hubiera desistido de esa ambición, Morales y Doria Medina podrían haber competido en una segunda vuelta. En 2020 sucedió algo similar, con la diferencia de que a escasos días de la jornada electoral retiró su candidatura.

En la actual circunstancia, ha sido tibia su adhesión a la propuesta de organizar a las diversas corrientes y liderazgos políticos de la oposición al MAS de manera que surja un solo candidatos de este sector, como demuestra el hecho de realizar un acto de proclamación y sonsacar al FRI del entorno del ex presidente Mesa un día antes de que ese bloque opositor anunciara su decisión de buscar la unidad, o su poca comprensión de que lo que se trata es debatir propuestas en esta sui generis primaria electoral.

Ya en marcha esta primaria atacó el debate interno y la difusión de adhesiones, y, como remate a una campaña algo frenética, finalmente ha recibido como “héroe” a Branko Marinkovic, un ciudadano auto denominado radical libertario que tiene en su haber consolidar la dotación en su favor de tierras fiscales en el corto tiempo que fungió como ministro de la expresidenta Jeanine Áñez. Por ello, recibir el apoyo de Marinkovic parece ser una muestra de desesperación porque, como en el caso de Morales, Quiroga ha perdido a muchas personalidades que desde que fue vicepresidente lo colaboraron.

Esos esfuerzos de conseguir adhesiones o recibir besos de muerte están en ambos bloques fundamentales de la actual política boliviana. Y la forma en que actúen dos expresidentes será decisiva para que en las arenas del MAS pueda o no haber un proceso de reciclaje y en las arenas de la oposición pueda o no consolidarse una propuesta de recuperación democrática.