Nicolás Maquiavelo, en una carta dirigida a Guicciardini, le decía: “Creo que el verdadero modo de conocer el camino al paraíso es conocer el que lleva al infierno, para poder evitarlo”. Durante las últimas semanas, los analistas políticos, nos abarrotaron de sugerencias orientadas a superar las adversidades electorales; pero, ciertamente, no todas las recomendaciones nos acercan al edén electoral. El objetivo del presente texto es alertar sobre algunas artificiales proposiciones que debemos prescindir y evitar el averno electoral.
Elecciones en dos días. Con engañosa lucidez se ha sugerido llevar a cabo los comicios en dos jornadas: el primer día votarían las terminaciones de la cédula de identidad con números pares y el segundo los impares o antes las mujeres y después los varones o primero los adultos y luego los jóvenes. La inconsistencia de esta recomendación puede advertirse en los siguientes puntos.
Primero, entre los bolivianos aún está fresco el recuerdo traumático del fraude electoral y la deplorable manipulación y administración del material electoral (lista índice, papeletas, actas, etc.); sin duda, considerando la extremo antagonismo político que vivimos, la probabilidad de incurrir en estas malas prácticas electorales es mayor en dos días de elecciones: alguien puede sustituir las papeletas del día anterior, alguien puede extraviar las papeletas del día posterior, alguien puede acometer y hurtar las papeletas y actas, etc.
Segundo, con la amenaza del COVID-19, en los próximos comicios es probable que se incremente la cantidad de personas que se nieguen a asumir la función de jurados electorales; quizá los que asistan el primer día, desistan el segundo. Tercero, en dos días de elecciones se complica el cómputo de votos, si el sistema informático DIREPRE (Difusión de Resultados Preliminares) brinda resultados sobre el primer día de votación puede influir en la preferencia electoral de la segunda jornada y, si no proporciona información, el cómputo en boca de urna que, seguramente, llevarán a cabo algunas empresas o medios de comunicación puede distorsionar la votación del segundo día.
Finalmente, otro embrollo adicional es que los electores que no voten el primer día, con razón o sin ella, exigirán votar en la segunda jornada o viceversa. Al parecer, lo mejor es optar por un solo día de comicios.
Comicios en avenidas y calles. Esta es otra improvisada sugerencia. Celebrar elecciones a la intemperie implica un innecesario presupuesto adicional y dos enormes riesgos. En relación al presupuesto, cabe señalar que se requiere alquilar carpas, mesas, sillas y mamparas para instalar algo más de 33 mil mesas de sufragio, esto implica un costo aproximado de 1 millón de dólares americanos. Respecto de los riesgos de llevar a cabo comicios en avenidas y calles: primero, en avenidas y calles, resulta evidente la elevada inseguridad en la custodia del material electoral; y segundo, las complicaciones serán mayores en el momento de efectuar el escrutinio de los votos. Sin duda, aquel inútil gasto puede evitarse llevando a cabo elecciones en las unidades educativas y evitar aquellos riesgos.
Voto electrónico. Esta forma de sufragio no es sencilla ni trivial, es un proyecto de altísima complejidad: necesita de redes y sistemas seguros, requiere de elementos de auditoría informática de primer nivel y precisa de controles que permitan brindar seguridad y sobre todo transparencia. Así, en nuestro caso, esta embustera recomendación presenta tres problemas: el tiempo, el costo y la desconfianza.
El tiempo para implementar esta forma de sufragio es breve, esta innovación supone un proceso largo y demanda efectuar pruebas piloto a nivel nacional para analizar y enmendar las dificultades que se identifiquen y, cuando resta solo 45 días para los comicios, es obvio que el tiempo juega en nuestra contra. El costo de este voto que permita visualizar la papeleta electrónica de sufragio, emitir el voto online, realizar la firma digital y efectuar el cómputo inmediatamente es elevado, aproximadamente 15 veces más que el que se está utilizando actualmente. Por último, el mayor de los problemas es la desconfianza del voto electrónico; con el trauma de las pasadas elecciones es probable que el electorado sospeche de la transparencia del proceso electoral, suponga la manipulación de votos y presuma otro posible fraude. Estas razones invalidan esta infructuosa sugerencia.
Así, aquellos bálsamos artificiales no otorgan confianza en el desarrollo de los comicios ni proporcionan seguridad en los resultados. En sustitución, entre otras medidas de salubridad que debe implementarse, se sugiere celebrar los comicios en una sola jornada, en los acostumbrados recintos y de la manera tradicional. Obviamente, por la situación crítica del proceso electoral, el TSE debe realizar los siguientes trabajos previos: por un lado, incrementar la cantidad de recintos (además, esto incluye no más de 15 mesas por recinto) y, por otro lado, disminuir el número de personas para sufragar (no más de 150 habilitados por mesa). Estas medidas permitirán reducir las masivas concentraciones, disminuir los contagios, brindar confianza a la ciudadanía y evitar los innecesarios sobresaltos.
Eduardo Leaño es sociólogo, docente universitario.