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Ortodoxias y heterodoxias | 12/08/2024

¿Corporativismos para definir la política cambiaria?

Juan Antonio Morales
Juan Antonio Morales

El Gobierno ha convocado a un encuentro con los gremios empresariales y organizaciones sociales para el miércoles 14 de agosto, con una agenda amplia, en la que está la crucial política cambiaria. En una economía pequeña y abierta al comercio exterior, el precio más importante es el del dólar.

Una discusión con las partes interesadas es positiva, pero la definición en última instancia la tiene que tomar el Gobierno, más precisamente el BCB, y ella no puede ser delegada ni abandonada. En efecto, el artículo 19 de la Ley del BCB, ley 1660 de 1995, estipula: “El BCB establecerá el régimen cambiario y ejecutará la política cambiaria del Boliviano en relación a las monedas de otros países y los procedimientos para determinar los tipos de cambio de la moneda nacional. Estos últimos deberán publicarse diariamente”. Esta es una facultad muy amplia, que la tienen pocos países.

Según el último informe del FMI al respecto, el año 2022 un 46,9% de los países tenían tipos de cambio fijos, un 13,4% tipos de cambio superfijos, un 34,0% tipos de cambio flexibles y un 5,7% tenía otras categorías. Nuestro sistema cambiario (el Bolsín) era de tipo de “cambio fijo deslizante” y desde comienzos de este siglo se movía en una banda definida por los tipos de cambio de compra y de venta respectivamente. Es de hacer notar que, en nuestra región, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay dejan flotar el tipo de cambio. La flotación no impide que sus inflaciones estén muy controladas, utilizando a las tasas de interés como instrumentos. Transitoriamente se han alejado de la meta de entre 2% y 4% de variación, pero han estado regresando.

Los bancos centrales que tienen tipo de cambio flotante toman decisiones sobre la tasa de interés más que sobre el precio de las divisas extranjeras; los que tienen tipo de cambio fijo establecen la paridad.

Sea que la decisión es sobre la tasa de interés o, alternativamente, sobre el tipo de cambio, se la toma generalmente en cuerpos colegiados, como el Directorio, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto (que lo llamaremos genéricamente COMA) o el Comité de Operaciones Internacionales. Hay un gran debate internacional, especialmente en los países de economía avanzada, en cuanto al tamaño y facultades de estos comités, así como a las políticas de información al público.

Hay dos casos polares y uno intermedio. En un extremo, el del Banco de Inglaterra, con su COMA responsable de las principales decisiones monetarias, que se toman por mayoría. En el otro extremo, en el Banco Central Europeo, las decisiones tienen que ser consensuadas entre los miembros de su COMA. Esto puede llevar a discusiones muy laboriosas. El caso híbrido es el del Banco Federal de Reserva de los Estados Unidos, que combina consenso con voto por mayoría.

En nuestro BCB, hasta principios de este siglo, el presidente tomaba las decisiones del tipo de cambio, apoyándose en los informes técnicos de la Gerencia de Operaciones Internacionales y de la Asesoría de Política Económica. Se informaba al Directorio de esas decisiones. Bastante más tarde, se adoptó la política de tomar decisiones de manera colegiada, aunque la voz cantante la seguía teniendo el presidente.

La política cambiaria hasta 2011 tenía la meta de un tipo de cambio real estable, es decir del tipo de cambio que tomaba en cuenta los precios nacionales comparados con los precios internacionales Los informes técnicos referidos a la oferta y la demanda del mercado de divisas, así como la liquidez en moneda nacional, tenían mucho peso en las decisiones.

En noviembre de 2011 se determinó  congelar el tipo de cambio. El BCB perdió su independencia y con la ley 393 de 2013 (ley de servicios financieros) se le recortó de facto su facultad de influir en las tasas de interés.

Es muy difícil consensuar entre grupos empresariales y organizaciones sociales con intereses diversos cuáles son el régimen cambiario y el tipo de cambio apropiado. Se ha de reiterar que la decisión la debe tomar el BCB, empleando criterios técnicos como lo hacen prácticamente todos los países del mundo.

Juan Antonio Morales es PhD en economía.




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