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Pluri Multi | 08/07/2024

Copa América y capital humano

Carlos Toranzo Roca
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Es inapropiado insultar a los jugadores bolivianos por su pobre resultado en la Copa América y convertirlos en los únicos responsables del descalabro de nuestro fútbol. Hay que bajar el enojo y pensar en el largo plazo, ante todo en lo referido a la formación de capital humano en esta esfera. Dicho capital no se lo forma en un año, en dos o tres; eso requiere años de años, quizás décadas, pero esa formación debe ser precedida por una política de estado que apoye ese reto.

En el campo del fútbol, eso hizo la Academia Tahuichi por décadas, de ahí salieron buena parte de los jugadores bolivianos que en 1993 clasificaron al Mundial y que abrieron esa justa deportiva en 1994. En esa época también la escuela Enrique Happ formaba jugadores jóvenes en Cochabamba. En el presente ambas escuelas prácticamente no existen, los actores privados que las impulsaban no pudieron continuar su actividad por las múltiples trabas que les impuso el Estado y no se las sustituyeron por nuevas academias formadoras de jugadores.

Ya pasaron los tiempos en que Bolivia le ganaba a Venezuela 7-0 aquí, o 7-1 en Venezuela, ahora este último país se da el lujo de clasificar con puntaje perfecto en los octavos de la Copa América. Venezuela ha dado un salto importante en el fútbol, hizo apuestas institucionales de largo plazo e invirtió en ello.

Venezuela tiene muchas escuelas de fútbol, miles de buenas canchas, centenas de entrenadores de niños, cientos de preparadores físicos, poseen nutricionistas especializados, desarrollan la medicina deportiva, acceden a nuevas tecnologías deportivas y por eso hasta exporta jugadores a Europa. Casi todo esto es esfuerzo de la inversión privada con algo de apoyo estatal. No es raro que Ecuador haya jugado bien en el último Mundial y que lo siga haciendo ahora en la Copa América, tanto que tienen jugadores en la Premier League que valen 130 millones de euros. Estos dos países poseen jugadores en varios países de Europa, como también en Brasil, México o Argentina.

Tanto Venezuela como Ecuador han realizado apuestas de políticas de largo plazo, han planificado su futuro invirtiendo hacia el futuro, dejando atrás el corto plazo. Eso quiere decir, escuelas de fútbol en los colegios, en las escuelas, en los barrios; muchas canchas para sus equipos, entrenadores para cada uno de ellos, y han formado gerentes deportivos. Han obligado a que los equipos de primera tengan divisiones inferiores, desde niños. Han formado entrenadores con acceso a los conocimientos del primer mundo.

Uruguay hace eso mismo desde hace décadas. Ese país tiene una tradición de clubes con divisiones  inferiores famosas a las que van a entrenar los niños; sus campeonatos juveniles, de equipos y barriales, son materia prima para generar capital humano en el fútbol; la gerencia del fútbol uruguayo no escatimó esfuerzos para llevar al argentino Marcelo Bielsa a su país.

Esa misma formación desde niños la hace Argentina, por eso no es accidente que ese país sea campeón mundial y que exporte miles de jugadores al resto del mundo. Cada uno de esos países tienen sus equipos de niños, adolescentes, de jóvenes, poseen campeonatos de primera, segunda, tercera, cuarta y quinta divisiones. Por eso las promesas deportivas aparecen a los 10, 11 o 12 años. Cada uno de sus equipos tienen estadios, comedores populares, viviendas, varias canchas de entrenamiento, salas estudio, además de kinesiólogos, fisioterapeutas, psicólogos. Esos equipos tienen nuevos materiales deportivos, inteligencia artificial de análisis de jugadas, entrenadores de arqueros, etc. Y poseen exigencias institucionales para decidir quién es DT.

Nada de eso tenemos en Bolivia, requerimos instituciones deportivas privadas que cumplan ese reto. Los presidentes de clubes no se han aggiornado, en general son gente de buenas intenciones, pero sin profesionalismo, sin trasparencia para dirigir instituciones deportivas. Dichos dirigentes piensan sólo en el campeonato en curso. Algo están haciendo Bolívar y Always Ready en mejorar su infraestructura, pero eso es nada frente a los grandes retos que debe cumplir el fútbol boliviano para modernizarse, para salir adelante.

No se trata de decirles “troncos” a los jugadores ni creer que un nuevo DT salvará al país y nos llevará a los próximos mundiales. No se trata de arreglar algunas formas y maquillar un poco las cosas.

Venezuela y Ecuador creían hace 20 o 25 años que todos estos retos eran imposibles y han logrado salir adelante. Bolivia podría seguir ese camino, todos debemos sumarnos, periodistas deportivos, hinchas, dirigentes, políticos, representantes del Estado y la empresa privada. En fin, todos. No es un destino pervivir en el lamento boliviano.



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