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El Tejo | 23/06/2024

Con miedo

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Como parte de este siglo XXI tan confuso y desestabilizador, parece que a los socialistas del siglo XXI, que tanto daño han hecho a la región y al socialismo, les seguirán en el poder los autodenominados “libertarios”. Ambos con sus respectivos íconos: el coronel Hugo Chávez para los primeros, Javier Milei para los segundos.

Al margen de su confusa ideología (tanto propuestas socialistas como liberarles siempre se han presentado en el mundo) ambas corrientes tienen varios comunes denominadores:

Sus propuestas tienen objetivos autoritarios y excluyentes y sus conductores son autoritarios. Quienes no siguen sus postulados son automáticamente descalificados. Para unos serán procapitalistas, agentes del imperialismo y derechistas; para los otros, zurdos descarriados, socialistas ladrones, sobornados…

Sus líderes de sienten ungidos para proclamar su fe ideológica y quien no la acepta debe ser convencido o sometido.

Desprecian –con elevados niveles de ignorancia, por lo demás—lo que se ha hecho en el pasado en la construcción de la democracia y consideran que ésta no es más que la expresión de politiqueros sólo interesados con beneficiarse del Estado… salvo que algunos de ellos se vuelquen a su favor y, como todo converso, se vuelvan más socialistas del siglo XXI que Chávez o más libertarios que Milei.

Asimismo, si algún adherente, así sea casi cofundador de la agrupación socialista o libertaria, disiente del “führer”, es eyectado del proyecto de inmediato y contra él se lanzan las peores acusaciones.

También rechazan la libertad de expresión e información, y a periodistas y medios que no se alinean tras ellos, peor si no difunden lo que ellos consideran que es la verdad.

Otra similitud peligrosa es que desprecian el arte de la política como espacio de concertación. Consideran que cualquier negociación es traición a su proyecto y sólo la aceptan si quien la lleva a cabo es el jefe.

En el tema de la corrupción se puede aplicar sin posibilidad de error aquello de “¿por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo?”.

Sin mucho esfuerzo se pueden encontrar muchas más similitudes, tarea que dejo a mis lectores, hombres y mujeres. Y me dan miedo esas similitudes.

Desde que el pueblo boliviano optó por la democracia me he convertido en un militante demócrata y las propuestas autoritarias me estremecen porque siempre terminan, incluso en el supuesto de que desde el llano sus propulsores pudieran tener buenas intenciones, en un proceso autoritario que, a la postre, hace peor daño a la sociedad, como se ha demostrado en la historia de nuestro país y de la humanidad.

El miedo, por lo demás, no es subjetivo. Como no me había sucedido en mi experiencia de columnista, algunas personas que afirman ser libertarias ya intentan descalificarme: me han tratado de resentido, ignorante, prejuicioso, que defiendo a partidos “dañinos” como el MIR y el MBL; uno, además, me recomendó revisar mi posición porque, por ejemplo, cree que Bukele es un enviado de Dios.

Felizmente estamos a tiempo de evitar un derrotero como el argentino e impedir que a un proceso tan ominoso como el que está concluyendo su ciclo en el país, desaprovechando la oportunidad de consolidar un país democrático y moderno, sea seguido por otro proyecto autoritario que termine de conducirnos al precipicio.

Para ello, se debe reconocer que la principal disyuntiva no es entre los autodenominados socialismo del siglos XXI o libertario, sino entre autoritarismo y democracia…




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