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Surazo | 07/08/2025

Bolivia, de forma y de fondo

Juan José Toro
Juan José Toro

Pasé días pensando qué iba a escribir en el artículo que coincidiera con el Bicentenario de Bolivia, pero, después de lo que vi en Sucre, toda mi previsión se fue por la alcantarilla.

Como ya manifesté en esta columna, las obras más trascendentales de este Bicentenario serán los libros que se han presentado, tres de ellos con el respaldo del Banco de Crédito, y la estatua de Juana Asurdui de Padilla, que fue emplazada en la Plaza 25 de Mayo, con costos cubiertos por el Banco Unión.

Más allá de cuestiones de estética, que también fueron motivo de debate, el monumento es una obra que ya quisiera tener yo en la plaza principal de mi ciudad. Su entrega fue motivo de festejo hasta que se la descubrió, y al nombre que está en el pedestal. El Banco Unión tuvo el buen criterio de poner el nombre con la grafía original; es decir, Asurdui con “s” e “i”, tal como se escribe en euskera, puesto que este apellido es de origen vasco.

El nombre paralizó el regocijo y, azuzados por un periodista que es dueño de una radio con altos índices de audiencia, muchos sucrenses criticaron esa forma de escribir el nombre. Primero dijeron que era un error, pero, cuando se les explicó que así es como figura el apellido en la partida bautismal de la verdadera Juana, la heroína, entonces procedieron a atacar la aclaración histórica.

Intentaré explicar este menjunje: allá por la década del 40 se encontró una partida bautismal de una mujer llamada Juana Asurduy Bermúdez, nacida el 12 de julio de 1780, y quienes encontraron el documento creyeron que era la heroína y así lo proclamaron. Después hubo observaciones, cuando se encontró su partida de matrimonio con Ascencio Padilla, porque los nombres de los padres no coincidían, pero pocos le dieron importancia al asunto.

Las cosas cambiaron cuando se encontró otra partida bautismal, de una mujer cuyos padres son los mismos de los restantes documentos, así que era claro que esta era la verdadera guerrillera y la otra una homónima. Pero los sucrenses ignoraron el hallazgo y siguieron festejando el 12 de julio como fecha de nacimiento, pero de Juana Asurduy Bermúdez a la que, además, se le cambió el apellido a Azurduy, con “z”.

En Sucre se les ha dicho de mil maneras que hubo un error y debe rectificarse, que la verdadera heroína es la que aparece en la partida bautismal de marzo de 1780 con el nombre de Juana Asurdui Llanos, pero hay gente que no quiere. Consultado por el periodista de marras, hasta el rector de la universidad San Francisco Xavier declaró que esa casa de estudios superiores “reconoce” a la Juana del 12 de Julio, la Azurduy a la que le pusieron “z”, y seguirá festejando esa fecha.

Y la cereza en la torta fue la declaración de un concejal que propuso aprobar una norma que declare que la heroína es la del 12 de julio y se deje el apellido como estaba.

Veamos…

Es el Bicentenario y tendríamos que estar hablando de temas de fondo, como la crisis económica y el futuro del país, pero en Sucre, el centro de la celebración, hay gente que ha dicho que no van a cambiar nada porque consideran que, con error y todo, la versión de la Juana equivocada no debe tocarse. Estamos hablando del conservadurismo más retrógrado y recalcitrante, una de las explicaciones de por qué este país está como está.

Hay gente que no quiere cambiar, aunque se le explique con “chuis” que hay versiones erradas que, por lo mismo, deben enmendarse, pero prefieren vivir en el error, en lugar de corregirlo. La pregunta que me hago, en consecuencia, es cuántas cosas más evitarán que se cambie. Ojalá que la pobreza no sea una de ellas. 

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.



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