Mucho antes de jugarse, el partido entre
Nacional Potosí y Boca Juniors, por la Copa Sudamericana, se alejó del marco
deportivo para meterse en el de la polémica innecesaria. Los culpables, según
me dijeron desde Buenos Aires, fueron unos periodistas de la cadena ESPN que
suelen provocar debate donde no existe hasta con argumentos baladíes.
ESPN no es un medio argentino sino una filial de The Walt Disney Company, aunque emite una señal para Argentina, desde Buenos Aires, que es la que se reproduce en varias compañías de cable de Sudamérica.
Como sea, el hecho es que estos periodistas hicieron una tormenta en un vaso de agua al hablar del periplo que debía cumplir Boca para llegar a Potosí. No obstante, fueron ellos mismos quienes mostraron que, en realidad, el trayecto no era la “odisea” que dijeron porque se dividía en dos: la primera parte de un vuelo de dos horas desde Buenos Aires a Sucre y la segunda de un viaje de dos horas y media, por el camino asfaltado desde la capital de Bolivia hasta Potosí. En total, no era sino un viaje más.
El problema es que, al mostrar el viaje como una “odisea”; es decir, un “viaje largo, en el que abundan las aventuras adversas y desfavorables al viajero”, insultaron a Sucre y Potosí por considerar que estas ciudades no tienen los requerimientos básicos para recibir visitantes, lo cual es una mentira más grande que la humildad de Javier Milei. El agravante de esto es que las dos ciudades tienen vocación turística así que opiniones de ese tipo, mediante una señal que se difunde en buena parte de la subregión, resultan tremendamente perjudiciales.
A mí no me quedó otra que responderles y ahí fue que reparé en la opinión de la gente. Aunque la mayoría de mis paisanos aplaudió mi protesta, muchos me dijeron que los agravios nunca hubieran ocurrido si Potosí ya tuviera funcionando su aeropuerto internacional y esa es una verdad tan grande como la desgracia del Cerro Rico que se está hundiendo por la sobreexplotación de los cooperativistas, que son socios de todos los gobiernos.
Potosí tiene un aeropuerto, pero este es doméstico. El Gobierno de Evo Morales le negó uno y construyó otros en lugares que no tienen visitantes, como Chimoré, por razones que no se admiten, pero todos adivinamos. Cuando se dio cuenta de que el entonces presidente no asignaría recursos a Potosí para que se construya un nuevo aeropuerto, un gobernador decidió que esa infraestructura sería construida con dinero de los propios potosinos e inició la construcción que no termina hasta ahora.
Entonces, Potosí tiene aeropuerto, pero no es internacional y por ahora no funciona debido a las obras que se ejecuta en el nuevo. El retraso, y las supuestas irregularidades que han denunciado asambleístas de oposición, son solo elementos adicionales a la verdad de Perogrullo que los bolivianos no sabemos ejecutar obras sin que estas acicateen nuestras broncas y complejos.
Si Evo Morales no le hubiera negado a Potosí el aeropuerto que se merece, este ya hubiera estado funcionando y los periodistas hinchas de Boca no habrían llegado a incluir el lloriqueo en la cobertura previa del partido con Nacional Potosí.
Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.