El expresidente Evo Morales ha interpuesto una demanda por daños y perjuicios contra el Tribunal Electoral por el hecho de que no se le hubiera permitido candidatear para senador por el departamento de Cochabamba en las elecciones de 2020. Sabemos del desprecio por las leyes del poco letrado expresidente y de su lógica de creer que los abogados están para arreglar cualquier despropósito que se le ocurra o que ejecute.
Esta vez, Wilfredo Chávez, exprocurador de la República, y su abogado en este caso, le ha hecho un flaco favor al secundarlo con una demanda que, aunque tuviera algún asidero legal, políticamente es sin lugar a dudas un gran desacierto.
El asunto es que ante los ojos del público, Morales se ha desnudado de una manera obscena y ha mostrado su pequeñez moral. Horas después ha querido rectificar su actitud diciendo que no pretende cobrar el dinero, que lo hace por una razón de principios. Esa fue la misma excusa que dio Ingrid Betancourt en Colombia cuando inició un juicio al Estado colombiano porque la habían secuestrado; el tiro le salió por la culata a la más famosa rehén de las FARC.
Morales, con los cálculos que (alguien se lo) ha hecho, aduce haber perdido la friolera de casi dos millones de bolivianos y pone en evidencia, sobre todo a los ojos de quienes ganan un salario mínimo o menos, que ser político puede ser un gran negocio.
Vale la pena hacer el ejercicio siguiendo los parámetros de Evo, de cuánto dinero él ha acumulado en 14 años como presidente, y unos cuantos más como diputado nacional. Esto puede indignar a muchos.
No crea Ud., estimado lector, que yo soy de los que cree que diputados y senadores deberían trabajar ad honorem; es más, estoy de acuerdo con que ganen bien, pero es posible que esa opinión no sea compartida con el electorado de muy escasos recursos del país, ese electorado que es muy fiel al MAS y que se disputarán Luis Arce y Morales si los dos terminan habilitados para las próximas elecciones.
De cualquier manera, el presidente Arce tiene que estar muy agradecido al abogado Chávez por esta maniobra tan ridícula de su adversario, que ha sido un autogol.
Mientras tanto vale la pena hacerle recuerdo a Evo de todo el dinero que malgastó, aún dentro de su propia lógica, por ejemplo, ¿para qué llamar a un referendo para modificar la Constitución y permitir la reelección, que costó una millonada, si esto no era necesario porque para empezar la Constitución violaba el sacrosanto derecho humano de la reelección? ¿Por lo demás, para qué hacer un referéndum vinculante si no se lo va a acatar? ¿No debería alguien pagar por los costos de esa evento democrático que no tuvo ninguna utilidad?
Hay cuentas que deben ser transparentadas, todo lo que costó el fiasco de La Haya, por ejemplo. Si Ud. se pregunta que tiene eso que ver con las elecciones, permítame puntualizar que en realidad todo ese ejercicio fue también parte de la campaña de Morales por eternizarse en el poder. En La Haya no perdimos el mar (lo habíamos perdido, por débiles y por incapaces, y por la angurria de los otros, hace más de 130 años); lo que perdimos fueron muchos millones de dólares que se gastaron pagando a abogados externos solo para que se nos dijera lo obvio. Pasó lo mismo con los gastos por el ridículo tema del Silala, que Bolivia pudo haberse ahorrado si tomaba en cuenta las leyes de la gravedad, algo que no hizo oportunamente, también por razones electorales.
Evo le debe mucho al país y tampoco da para cobrarle, pero valdría la pena hacer un listado de los gastos ridículos hechos durante su Gobierno, solo para sentar precedente. La actual situación de Bolivia es producto del despilfarro de los años dorados del MAS y eso esperemos que pueda llegar a entender la ciudadanía al momento de enderezar nuestro futuro en las próximas elecciones.