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País con arritmias | 07/03/2025

8M, felicito y agradezco, sigamos luchando

Cecilia Vargas Vásquez
Cecilia Vargas Vásquez

Para este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quiero hacer un homenaje a las mujeres.

En 1908, 15.000 mujeres marcharon por las calles de Nueva York para exigir mejores condiciones laborales, salarios más altos y el derecho al voto. En 1911, una huelga de trabajadoras textiles de Lawrence, Massachusetts, que duró varios meses, fue muy importante para la lucha por los derechos laborales de las mujeres. En 1917, las mujeres rusas organizaron una manifestación en lo que hoy es San Petersburgo, contando con el lema y la exigencia: “Pan y paz”. Esta última manifestación se realizó el 23 de febrero del calendario juliano, lo que corresponde al 8 de marzo del calendario gregoriano. Desde 1977, la Organización de las Naciones Unidas declaró oficialmente al 8 de marzo como el día internacional de la mujer.

Muchas publicaciones dicen que no hay que felicitar a las mujeres en el 8M, porque no se celebra, se reflexiona, se conmemora y reclama. Discrepo, porque yo felicito y agradezco a aquellas mujeres que han avanzado por todas, a aquellas políticas que han cambiado esquemas y han logrado combinar la maternidad y las interminables reuniones. Felicito y agradezco a aquellas mujeres que reclamaron por nuestro derecho al voto. Agradezco a las que comenzaron a incorporarse en espacios que se decía solo eran para hombres; en áreas de medicina, ingeniería y todas las ciencias. Felicito a aquellas mujeres que se han enfrentado a la violencia machista y han denunciado a aquellos que pretenden limitarnos a lo que diga o deje de decir la pareja. No nos define el color de la vestimenta ni las habilidades dentro y fuera del hogar. Debemos ser personas libres.

Desde luego que la lucha sigue, porque queremos caminar en la calle con la ropa que nos dé la gana, a la hora que nos dé la gana y que nadie diga algo al respecto, justificando lo injustificable: violencia, violaciones y muertes; porque no importa el atuendo, no importa si estamos solas o acompañadas, eso de “es una mujer de su casa” o “una chica de familia no sale a esas horas” debe quedar únicamente como mal recuerdo, o mejor, que se borre de nuestra memoria.

En época electoral, cualquiera sea esta, cuando hay quejas de que solo existen candidatos hombres, suele salir una voz respondiendo: “que una mujer se postule, pues”. Es una respuesta simplista, que ignora el hecho de que muchas mujeres no postulan porque las roscas o círculos de poder, de las que tanto se habla, están compuestos generalmente por hombres. Hombres que en su mayoría tienen a su lado a una mujer que cuida a sus hijos, que se ocupan de su hogar. La crianza ha marcado al hombre como líder, como símbolo de fortaleza e inteligencia, y a la mujer, estereotipada, sin opiniones y encargada solo del hogar.

En Bolivia han habido casos de violencia política de género extrema. Uno de los más graves fue el de la concejala Juana Quispe, quien fue asesinada a causa de un complot entre sus adversarios políticos. La sentencia se dio 11 años después del hecho. ¡11 años! En tanto, la lucha sigue también por eso.

Seguro que habrán manifestaciones y reclamos y que sigamos en esto. Cuando una mujer denuncie violencia, no la revictimicen; cuando salga en un momento de ocio, no le echen en cara que no cuidó a sus hijos esa tarde, el padre debe hacerse cargo.

A los lectores varones les digo que esta no es una lucha entre hombres y mujeres. Queremos las mismas oportunidades, los mismos derechos. Los hombres y las mujeres formamos un equipo, cada uno con sus diferencias y coincidencias.

Cecilia Vargas es médica y docente universitaria



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