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Desde Afuera | 26/02/2021

40 días en nuestro propio desierto

Mauricio Ríos
Mauricio Ríos

Brújula Digital |26|02|2021|

Hace poco más de una semana que empezamos los 40 días de cuaresma, período que nos recuerda el sufrimiento y la muerte de Jesucristo tras resistir una serie de tentaciones en el desierto, así como su posterior resurrección celebrada en el día de pascua.

Con motivo de esta fundamental celebración cristiana, me llegó recientemente un breve libro sobre reflexiones en tiempo de cuaresma, editado por el carismático y conocido Obispo Robert Barron, basado en California. Barron además fundó el Instituto Word on Fire, un “hub” o centro digital que ofrece una serie de recursos (artículos, podcasts, vídeos, cursos, etc.) destinados a ayudar a fortalecer la fe y evangelizar la cultura en general. 

En sus breves reflexiones, Barron señala que la cuaresma está enfocada sobre todo en el sufrimiento porque Cristo nos salvó a través del acto de sufrir en la cruz, que es el lugar donde el sufrimiento y el amor coinciden. En ese sentido -explica Barron- no nos debe sorprender que también nosotros estemos llamados a sufrir por amor a los demás.

“Al comenzar con el Miércoles de Ceniza, decidamos enfocarnos en el sufrimiento de Cristo y unir nuestro propio sufrimiento --a través del ayuno, la oración, la limosna y la reflexión sobre el Vía Crucis--con los miembros de la Iglesia que sufren. No es el destino sino el viaje lo que finalmente nos transformará,” escribe Barron en sus reflexiones.

No cabe duda que este año la cuaresma ya está marcada por un sufrimiento universal debido al encierro al que estamos sometidos y a los efectos devastadores de la pandemia alrededor del mundo: más de 100 millones de casos confirmados y más de 2,5 millones de muertes por el Covid-19 alrededor del mundo; millones de familias destrozadas por la pérdida de familiares y amigos; millones de empleos perdidos y miles de empresas cerradas con efectos dramáticos para las economías de prácticamente todos los países. 

Y si esto no fuera suficiente, recién se está empezando a comprender las serias secuelas que está dejando el Covid 19 en millones de personas que ya han logrado sobrevivir la enfermedad. Estas secuelas van desde el cansancio crónico, la perdida de la memoria, la depresión y hasta la ansiedad, y otras enfermedades mentales.  Estos son sólo algunos de los más de 50 posibles efectos de largo plazo que los especialistas en salud ya han empezado a identificar.

A nivel países, está claro que los Estados Unidos es el más golpeado ya que tiene muchos más casos y muertes por COVID que cualquier otro país, con más de 28 millones de casos confirmados y más de medio millón de fallecidos, según los datos más recientes de la Universidad de John Hopkins. Le siguen la India y Brasil, con el segundo y tercer recuento más alto de casos, respectivamente. La lista de los 10 países con más casos confirmados (no necesariamente número de muertes) de Covid también incluye a Rusia, Reino Unido, Francia, España, Italia, Turquía y Alemania.  Sólo como referencia en América Latina, Colombia, Argentina y México se ubican justo después de Alemania en el tema de casos confirmados.   

Según los mismos datos de John Hopkins, Bolivia ocupa el puesto 51, con más de 245,000 casos confirmados y el puesto 33 con 11,547 muertes hasta el momento.  Si bien Bolivia ha registrado menos casos y muertes que otros países en Latinoamérica en números absolutos, en comparación con Colombia, Argentina, México, Perú y Chile, esto no se debe necesariamente a una mejor estrategia de contención del virus, sino sobre todo al tamaño de la población total en comparación con la de los otros países.  Cuando uno analiza los números de casos y muertes por cien mil habitantes, la brecha entre Bolivia y sus vecinos ya no es tan significativa. Mientras Argentina, por ejemplo, registra 114 muertes por cada cien mil habitantes, Bolivia registra casi 99 muertes por cien mil habitantes. Ojo que Argentina también ha registrado más de dos millones de casos y más de 50,000 muertes.

Todo el sufrimiento provocado por estas cifras dramáticas nos debe llevar a reflexionar en que la cuaresma presenta una gran oportunidad para Bolivia y otros países católicos alrededor del mundo para extremar esfuerzos y no ceder a la gran tentación de bajar la guardia contra el Covid, y seguir practicando los esenciales cuidados de distanciamiento social, lavado de manos, y uso religioso de barbijos.

En este contexto, todos tenemos la gran responsabilidad de acompañar a Jesús en su sufrimiento a partir de nuestro propio desierto, durante estos 40 días de sacrificios --pequeños y grandes-- para evitar que el Covid se siga propagando. Si lo hacemos de manera religiosa, esta cuaresma podría ser de gran beneficio en la lucha contra el Covid no sólo para nosotros y nuestras familias, sino también para nuestra comunidad, ciudad y país en general. 

Es fundamental que todos veamos los 40 días de nuestro desierto como una oportunidad dorada para no sólo frenar la pandemia sino para darle la vuelta a esta situación que todavía sigue amenazando la tan ansiada recuperación económica y la “normalización” de nuestras vidas en la medida que sea posible. 

Derrotar a la pandemia de manera efectiva requerirá que todos sigamos haciendo los sacrificios necesarios, ofreciendo ese sufrimiento por el bien de todos, para no ceder a las tentaciones de abandonar los protocolos de seguridad contra el Covid, o de pensar que ya es tiempo de aflojar o flexibilizar las reglas que hemos seguido hasta el momento. 

No hay duda de que los sacrificios que hagamos en estos 40 días valdrán la pena y podrán contribuir de manera decisiva a que también nosotros, al igual que nuestro señor Jesucristo, podamos “resucitar” o volver a una vida más normal lo más pronto posible.

Evitar asumir estos sacrificios y sufrimientos no hará más que alargar nuestro tiempo en el desierto, con consecuencias potencialmente devastadoras para nuestras familias, comunidades, y el país en general. 

Asumamos pues el desierto propio de nuestra cuaresma con toda valentía, y pidámosle a Dios que nos de la fuerza para luchar contra las tentaciones que se presenten, y asumir los sacrificios necesarios para así acompañar a su hijo Jesucristo a través de nuestro propio sacrificio y sufrimiento.  

¿Acaso no es ése, además, el verdadero espíritu y sentido de la cuaresma?

 

Mauricio O. Ríos es consultor internacional en comunicación estratégica y prevención de conflictos. Radica en Washington, DC, donde trabajó para varios organismos como la OEA y el Banco Mundial. Dirige el programa de entrevistas “Desde Afuera”, iniciativa apoyada por Brújula Digital.



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