Varios problemas afectan a la industria farmacéutica en Bolivia, desde la falta de dólares, hasta la elevada burocracia, el contrabando y otros problemas económicos.
Brújula Digital |12|08|23|
María Reneé Centellas
En Santa Cruz se realizó el foro “La Bolivia que queremos”, organizado por la Cainco, al que fuimos convocados diferentes actores de la economía para dialogar sobre las condiciones y circunstancias en las que nos desenvolvemos en estos tiempos de incertidumbre económica.
Como representante del sector farmacéutico en Bolivia, participé en el evento refiriéndome a las condiciones complejas en las que nos toca desenvolvernos hoy; pero también haciendo énfasis en el esfuerzo e innovación que desarrollamos como sector, para seguir avanzando en nuestro propósito de llegar a la población con medicamentos de calidad certificada en beneficio de la salud.
Actualmente nos encontramos en un escenario de incertidumbre económica por los índices macroeconómicos y microeconómicos que impactan en la toma de decisiones corporativas. Por ejemplo, la escasez de dólares para la adquisición de materias primas e insumos de proveedores del exterior ha incrementado la comisión a la transferencia bancaria; por ello, lo que se trataba como gasto financiero ahora es parte del costo del producto o servicio, lo que tendría que incidir directamente en el precio.
Los coletazos de la pandemia se siguen sintiendo en el mundo, afectando sobre todo a las economías empresariales. En nuestro caso, en el abastecimiento de materias primas, estamos en una etapa de recuperación de la cadena de suministros, pero en un contexto aún desfavorable.
A esto se suma que en Bolivia tenemos que enfrentar al contrabando de fármacos, por lo que más que preocuparnos debemos ocuparnos, porque nos afecta a muchas empresas. Al no contar con un sistema de control garantizado, entran al país productos de manera ilegal al país que son un peligro para la salud de la población.
Todo esto sumado a esa falta de infraestructura logística adecuada (carreteras, puertos, aeropuertos) que dificulta la distribución de productos en territorio nacional e incrementa nuestros costos y competitividad.
En el foro “La Bolivia que queremos” también conversamos sobre cómo recuperar la confianza de las empresas extranjeras, un tema también propuesto por los organizadores. En ese ámbito, planteamos mejorar el clima de negocios, reduciendo la burocracia en los trámites, atacando a la corrupción y promoviendo la transparencia en la ejecución de normas y leyes.
Al mismo tiempo, afirmamos que se debe mejorar nuestra valoración de riesgo país, con los parámetros que eso implica, y sugerimos una relación público-privada sólida para uniformar criterios que mejoren las condiciones de negocios y bienestar, actuando como agentes multiplicadores de buenas prácticas.
De la misma forma, planteamos la necesidad de alianzas empresariales y de promover una serie de medidas como incentivos fiscales, la simplificación de procedimientos en costos y tiempos en el registro de empresas; una mayor protección de los derechos de propiedad intelectual, y otorgar seguridad jurídica.
Trabajar entre todas y todos por la sostenibilidad de los negocios en beneficio de la salud de las y los bolivianos.
En ese contexto, estamos apostando a la eficiencia, innovación y a la resiliencia para enfrentar la crisis y seguir adelante como negocio sostenible y sustentable.
Esa es la situación de la industria del medicamento en Bolivia y cómo trabaja en estos tiempos de incertidumbre económica, con el compromiso de seguir apostando por el país que queremos, desde una empresa con propósito y visión corporativa. Con hombres y mujeres comprometidos con la eficiencia, innovación y la resiliencia que buscan trascender para el bienestar de los bolivianos, con una gestión de triple impacto en lo social, ambiental y de gobernanza.
María Reneé Centellas es gerente general y directora técnica de Laboratorios Bagó.
@brjula.digital.bo