La reciente inauguración del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, que abastecerá el gas de Vaca Muerta al mercado argentino, busca el objetivo de dejar de importar el energético, según las autoridades de ese país.
Refinería de petróleo en Cochabamba. EFE/Jorge Abrego
EFE / Gina Baldivieso
Los avances de Argentina hacia su soberanía energética con
el desarrollo de la formación Vaca Muerta y la entrega del primer tramo de un
importante gasoducto causaron un remezón en Bolivia ante la eventual pérdida de
uno de sus principales compradores de gas natural, un producto que, no
obstante, está en declive.
Al menos en las dos últimas décadas, el gas fue el producto estrella de
exportación de Bolivia y el sustento de su crecimiento económico, con Brasil y
Argentina como principales mercados, pero en los últimos años se ha advertido
una disminución en la producción y los ingresos.
La reciente inauguración del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), que abastecerá el gas de Vaca Muerta al mercado argentino, busca el objetivo de dejar de importar el energético, según las autoridades de ese país.
Entre enero y mayo de este año, las exportaciones de
hidrocarburos llegaron a 910,4 millones de dólares, un 22,6% menos que los
1.175 millones registrados en similar periodo de 2022, según el Instituto
Nacional de Estadística (INE).
Las ventas de gas en concreto alcanzaron un valor de 899,4 millones de dólares,
con una caída de 23,5% frente a los 1.175,2 millones reportados entre enero y
mayo de 2022. Por destino, las exportaciones bolivianas a Brasil cayeron en
16,9%, de 842,2 millones de dólares en los cinco primeros meses de 2022 a 698,4
millones este año. En el caso de Argentina, el descenso fue de 35,1%, de 645,5
millones de dólares a 419,1 millones.
Además, según datos del privado Instituto Boliviano de Comercio Exterior
(IBCE), Bolivia pasó de ser el octavo mayor exportador de gas natural del mundo
en 2013, un año “récord” para las exportaciones bolivianas, a ocupar el sitial
15 en 2022.
Se anunció la negociación de una adenda al contrato de venta
de gas a Argentina, con la perspectiva de disminuir los volúmenes de compra a
partir de 2024.
El presidente de YPFB, Armin Dorgathen, dijo hace unos días que esto no debe
asumirse como una pérdida para el país, ya que el gas que se deje de vender a
Argentina se comercializará en Brasil. Algunos analistas ponen en duda esa
posibilidad.
Dorgathen se reunió la semana pasada en Buenos Aires con la secretaria de
Energía de Argentina, Flavia Royon, quien reveló en Twitter que dialogaron “sobre
el abastecimiento de gas” boliviano y la “posibilidad de exportar gas a Brasil
utilizando la infraestructura de transporte existente en Bolivia”.
Declinación boliviana
En declaraciones a EFE, el exministro boliviano de Hidrocarburos Álvaro Ríos
consideró que “no es que Argentina está con ese objetivo de quitarle el mercado
a Bolivia, o de ser autosuficiente”.
“Es una respuesta a la declinación de la producción en Bolivia y a la falta de
cumplimiento del contrato que teníamos con Argentina, donde incluso ha habido
periodos muy críticos en ese país por la falta de gas boliviano y se ha tenido
que recurrir a comprar otros combustibles para no tener que racionar o desabastecer
al país”, señaló.
Ríos recordó que en 2014 la producción boliviana de gas bordeaba los 62
millones de metros cúbicos diarios (MMmcd) “y hoy está alrededor de 36 MMmcd”,
con una demanda interna de 14 MMmcd.
Para el experto, se fue “abandonando” el mercado argentino ante la “declinación
muy acelerada” de la producción y el compromiso de venta a Brasil, y “en este
contexto es que Argentina acelera sus gasoductos para llegar al norte y
autoabastecerse”.
El exministro indicó que ese mercado se iba a perder “de todas formas” en dos a
cuatro años, pero el declive boliviano hizo que el proceso se adelante.
Ríos coincidió en que ese gas se podrá vender en Brasil, pero insistió en que “no
es un problema de mercado”, sino de “capacidad de producción en Bolivia”.
A su juicio, hubo un “descuido” en la política exploratoria para reponer las
reservas de gas, sumado a un sistema impositivo “perverso” con las inversiones
extranjeras.
Consideró importante que en el corto plazo se facilite a Argentina el uso de
los gasoductos bolivianos en los próximos cinco a seis años y hacer una “rápida
reactivación de los campos maduros” con ajustes al marco tributario para tratar
de producir petróleo “más rápidamente” y bajar la importación de combustibles.
Además de permitir al sector privado producir biocombustibles para “alivianar
un poco la importación de diésel”.
Por su parte, YPFB defiende su plan de reactivación del Upstream (exploración y
producción) con el que busca desarrollar 36 proyectos en seis regiones
bolivianas hasta 2024.
BD/RPU
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