Brújula Digital|06|02|25|
Karla Calderón
Desde 2021, el colectivo ciudadano Pacto por la Primera Infancia ha logrado que candidatas y candidatos a puestos de elección en los diferentes niveles de gobierno se comprometan a poner a la primera infancia como prioridad una vez asuman sus cargos. Esta iniciativa consiguió que, en las últimas elecciones presidenciales de México, las candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, así como el candidato Jorge Álvarez, se comprometieran a generar las condiciones estratégicas y presupuestarias necesarias para cumplir con 12 metas en las áreas de salud y nutrición, educación y cuidados, protección y bienestar de niñas y niños.
En Colombia, la Plataforma #NiñezYa, una coalición de 200 organizaciones y redes de la sociedad civil, convocó un Encuentro Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes con candidatos a la Presidencia en 2022. Participaron seis de los ocho candidatos, quienes escucharon de la voz de niñas, niños y adolescentes los 10 asuntos impostergables para la niñez, entre los cuales se encuentran, por ejemplo, el derecho a un ambiente sano, la participación infantil, el fortalecimiento familiar para el cuidado y crianza de la niñez. Además, respondieron preguntas y recibieron retroalimentación sobre sus propuestas.
En 2022, la Universidad Nacional de Costa Rica organizó un Foro Virtual en el que personas expertas en temáticas de niñez y adolescencia analizaron las propuestas de gobierno de los candidatos. En Chile (2021), el periódico de La Tercera hizo una revisión de los programas de gobierno de los candidatos principales a la presidencia.
Estamos a seis meses de las elecciones presidenciales en Bolivia y, si hay un común denominador en los discursos de quienes aspiran a postularse, es el interés en mostrar que tienen la mejor fórmula para salvar al país de la crisis económica. Importante, indiscutiblemente. Sin embargo, parece que nadie toma en cuenta que, en tiempos de crisis, son las niñas, los niños y los adolescentes quienes más sufren sus impactos, especialmente aquellos que ya se encuentran en alguna situación de vulnerabilidad.
Es fundamental que sepamos qué piensan hacer los candidatos para evitar que las brechas de desigualdad en el acceso a servicios de salud, protección y educación de calidad se profundicen aún más. También es clave conocer cómo se invertirán los recursos públicos para garantizar el ejercicio pleno de sus derechos.
Quiero creer que la niñez y la adolescencia no están en el radar electoral porque los candidatos asumen que, si la situación económica de las personas adultas mejora, será suficiente, como si niñas, niños y adolescentes no tuvieran necesidades específicas. Aunque también es posible que, como los votos que cuentan son los de la mayoría de edad en adelante, poco o nada interese ganar el apoyo de quienes no van a sufragar.
Los dólares, eventualmente, volverán a circular, pero ¿cómo se recupera la adolescente que deja la escuela para trabajar, el niño que no se alimenta adecuadamente en sus primeros años o la niña sobreviviente de violencia?
Esperemos que los partidos y alianzas políticas no solo incluyan en sus propuestas medidas estratégicas y compromisos de inversión pública para la niñez y adolescencia, sino que también dialoguen directamente con niñas, niños y adolescentes, los escuchen y tomen en cuenta sus voces sobre sus preocupaciones y prioridades.
Karla Calderón Monrroy es politóloga y abogada.