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Sociedad | 04/02/2025   04:10

|OPINIÓN|Los pecados del trovador paceño|Gustavo Castellanos|

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Brújula Digital|04|02|25|

Gustavo Castellanos

Hay un proverbio cristiano que dice “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra”; siempre me pareció muy sabio porque intenta evitar los juicios morales apresurados que tanto daño hacen. E intenta mitigar el accionar de muchas personas que usan la moralidad como arma de maldad. Yo intento tener una ética interna coherente pero, por supuesto, no soy un emblema de moralidad ni nunca pretendería serlo. En ese sentido, el caso del Papirri invita a una reflexión ética lo más calmada posible.

Primero (y esto es para poner el caso en perspectiva no para justificarlo), el “pecado” del trovador paceño hasta hace unas pocas décadas no era del todo “un pecado”; mi abuela se casó siendo menor de edad con mi abuelo 10 años mayor, cosa muy común en esos tiempos. Es más, por siglos las fiestas de 15 años eran para decirle a la sociedad que la niña había dejado de serlo y ya estaba lista para casarse. Y seguramente en las pocas sociedades matriarcales que hubo en la humanidad y de las que poco se sabe, las “matriarcas” quizá escogían mozalbetes como sus parejas, quién sabe.

Y esto, como dije, es para poner en perspectiva, no para justificar porque estoy muy de acuerdo con las actuales normas de protección a niños, niñas y adolescentes que buscan resguardar a personas que están todavía en edades vulnerables y buscan igualar los derechos y oportunidades entre hombres y mujeres (utilizar el término “despatriarcalización”, al haber sido tan manoseado políticamente por los nuevos “patriarcas” del siglo XXI, como tantos otros conceptos, resulta hasta contraproducente). En ese entendido, ante la imposibilidad jurídica de que pueda actuar la justicia en el caso Papirri (por prescripción), la condena social impuesta parece justa.  

Sin embargo, no creo que ese sea el principal pecado del trovador paceño.  

Es doloroso ver envuelto en un caso así a uno de los mejores cantautores bolivianos y quizá el artista que mejor supo expresar la cultura de la urbe paceña, sobre todo de su emblemático barrio San Pedro y aledaños (incluido parte de Sopocachi). Lo hizo con singular maestría, mezclando humor con mucha sensibilidad. En ese entendido, por ejemplo el “Sordo del alma” (no sé si efectivamente así se llama la canción) destila una poderosa sensibilidad.

Es ahí donde veo el mayor pecado del trovador paceño: la respuesta escrita que dio a la denuncia de Cristina (en la que se victimiza y ataca de la manera más machista que alguien podría hacerlo).  Con ello traicionó vilmente todo su legado artístico: el sordo del alma resultó que era él. 

Un problema común entre artistas e intelectuales es la tendencia a que su ego termine devorando su alma y eso es lo que creo sucedió con el Papirri.  

Gustavo Castellanos es comunicador social.





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