Según la senadora boliviana Cecilia Requena el financiamiento requerido asciende a, al menos, 1,3 billones de dólares anuales (trillones en nomenclatura estadounidense), un monto que, aunque elevado, apenas cubre las necesidades básicas del sur global para combatir y adaptarse al cambio climático
La COP-29, celebrada en Azerbaiyán. Foto: EFE
Brújula Digital|27|11|24|
La COP-29, celebrada en Azerbaiyán, reunió a líderes y delegados de todo el mundo con un tema central: el financiamiento climático. En esta ocasión, los países en desarrollo pidieron un compromiso más ambicioso que refleje la magnitud de la crisis que enfrentan.
Según la senadora boliviana Cecilia Requena, quien participó activamente en este encuentro, el financiamiento requerido asciende a, al menos, 1,3 billones de dólares anuales (trillones en nomenclatura estadounidense), un monto que, aunque elevado, apenas cubre las necesidades básicas del sur global para combatir y adaptarse al cambio climático.
Una cifra insuficiente para una crisis de gran escala
Requena explicó que este monto no representa la totalidad de lo necesario. "Muchos países ya están contribuyendo significativamente a sus propias transiciones climáticas, pero el financiamiento adicional es crucial para cerrar la brecha", señaló.
Aunque las negociaciones lograron incrementar el compromiso original de 100.000 millones de dólares anuales, acordado en el Acuerdo de París y nunca cumplido, a 300.000 millones anuales garantizados, la meta de alcanzar los 1,3 billones (trillones en la nomenclatura de EEUU) para 2035 sigue siendo una aspiración. "Lo único asegurado hoy son esos 300.000 millones, lo que deja un vacío financiero enorme que genera frustración y descontento entre los países del sur", destacó.
Condiciones de financiamiento: una fuente de disputa
Además del monto, otro de los puntos más controversiales de la COP-29 fue el origen de los fondos. Los países en desarrollo insistieron en que estos fueran públicos y no incrementaran la deuda externa de las naciones receptoras. "Nuestros países ya enfrentan grandes dificultades económicas, agravadas por los impactos del cambio climático, como inundaciones, sequías y olas de calor. Endeudarse aún más para resolver una crisis que no causaron no es justificable", subrayó Requena.
Sin embargo, las demandas del sur no prevalecieron. En el texto final de la conferencia se incluyeron otras fuentes de financiamiento, como préstamos de bancos multilaterales, inversiones privadas, bonos de carbono y contribuciones filantrópicas. Este resultado generó desacuerdos, ya que muchos delegados del sur consideraron que estas alternativas solo benefician a las naciones históricamente emisoras, que buscan evitar que sus contribuyentes carguen con el esfuerzo climático global.
"La inclusión de estas fuentes refleja una insuficiente asunción de responsabilidad histórica que tendrá graves consecuencias en los países que menos aportaron al Cambio Climático. Los países que se industrializaron emitiendo grandes cantidades de CO₂ y causando el cambio climático deben asumir su deuda climática. En lugar de eso, buscan trasladar parte de esa carga al sector privado y a mecanismos de mercado", añadió la senadora.
La política global: un obstáculo adicional
La senadora también señaló que la coyuntura política internacional complicó las negociaciones. La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos tuvo un impacto indirecto en la postura de naciones europeas como Alemania y Francia, cuyos gobiernos enfrentan presiones internas de movimientos de extrema derecha que critican las ayudas financieras al sur global.
"En muchos países del norte hay un discurso que califica de improductivas las ayudas al sur o que las vincula con corrupción. Esto se ve reforzado en casos como el de Nigeria, un petroestado que, a pesar de recibir financiamiento climático, sigue enfrentando altos niveles de pobreza", explicó Requena.
Además, mencionó que la falta de contribuciones significativas de países como China y otras naciones petroleras añade una capa de controversia a las negociaciones. "Aunque estos países no están históricamente en la categoría de desarrollados, hoy tienen una responsabilidades que no pueden ignorar. Sin embargo, se escudan en su categorización pasada como países en desarrollo y nosotros apoyamos esa posición", puntualizó.
Transiciones climáticas: una solución integral
En la COP-29 también se debatió el concepto de transiciones climáticas, que incluye procesos fundamentales para enfrentar la crisis climática. Estas transiciones abarcan áreas como la transición energética y la agropecuaria, además de otros sectores clave como la construcción y la gestión de recursos hídricos.
"La transición energética es esencial y abarca tanto el sector eléctrico como el transporte, dos de los mayores emisores de CO₂. Pero también necesitamos una transformación en la agropecuaria, haciéndola sostenible y, en lo posible, regenerativa, para absorber carbono y mejorar la fertilidad de los suelos", explicó la senadora.
Para Requena, estas transiciones no solo requieren de tecnología y financiamiento, sino también de voluntad política para garantizar que las acciones estén alineadas con la conservación y el desarrollo sostenible.
La posición de Bolivia en el escenario climático global
Bolivia, como parte del G77 más China, ha tenido históricamente un rol destacado en las negociaciones climáticas, defendiendo mecanismos de financiamiento no basados en el mercado. Sin embargo, en esta ocasión, el país mostró posiciones contradictorias.
Durante la primera semana de la COP-29, Bolivia anunció su apertura a mecanismos de mercado, incluyendo bonos de carbono, y firmó un convenio con la empresa intermediaria Conic sin licitación previa, lo que generó críticas por la falta de transparencia. En la segunda semana, el país presentó una propuesta junto a Brasil para la conservación de los bosques amazónicos basada en contribuciones directas y no en mecanismos de mercado.
"La falta de coherencia en nuestras políticas públicas es preocupante. Mientras buscamos financiamiento para conservar nuestros ecosistemas, también estamos permitiendo actividades que los destruyen, como la minería y la expansión agrícola", señaló Requena.
Hacia la COP-30: desafíos y oportunidades
Bolivia ahora tiene la tarea de ajustar su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) para la próxima COP-30, que se celebrará en Brasil. Este documento incluirá compromisos como la reducción de la deforestación y el avance en la transición energética.
"La COP-30 será una prueba crucial para Bolivia y la región. Necesitamos demostrar liderazgo y coherencia en nuestras políticas climáticas. No podemos permitirnos contradicciones que pongan en peligro nuestra credibilidad, llave del acceso a financiamiento", concluyó Requena.
Mientras tanto, el debate sobre el financiamiento climático global sigue siendo una cuestión de justicia y equidad. La brecha entre las necesidades de los países en desarrollo y los compromisos reales del norte global podría determinar el éxito o el fracaso del esfuerzo colectivo por enfrentar la crisis climática.
BD/RPU