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Reportajes | 15/01/2025   11:01

Ocho años de anuncios, Bs 21 millones gastados, y La Paz sigue sin planta de tratamiento de aguas

El proyecto para que La Paz cuente con una planta de tratamiento no avanza. EPSAS está estancada, denunciada por compras irregulares y no brinda información sobre los gastos realizados hasta el momento.

Vista panorámica de cultivos en Mecapaca. Foto: Sergio Mendoza Reyes
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Brújula Digital|15|01|25

La Nube, Sergio Mendoza Reyes (texto y fotos)

El agua que riega estos cultivos es asquerosa, tengo las botas incrustadas en un lodo que no deja de burbujear y del que salen unos bichos minúsculos como puntitos negros. El olor es insoportable. No es la basura lo que le da mala apariencia al lodazal de los canales de riego, sino el lodo mismo, el musgo verdoso que crece a sus costados, el agua turbia y su pestilencia.

Estoy en Mecapaca, una de las varias poblaciones que componen lo que se conoce como Río Abajo, porque esta es la parte baja de la cuenca del río La Paz, aunque siempre hay lugares más bajos, hasta que se llega al océano. Es una región hermosa, de lejos parece una postal: montañas rojas y planicies muy verdes. Aquí se cultivan los alimentos que después malnutren a la ciudad de La Paz. Es que estos vegetales y hortalizas están altamente contaminados, tienen bacterias como el estafilococo, o la escherichia coli (diarreica). El problema es que se riegan con heces, orines, medicamentos, sangre, y todo lo que se puedan imaginar que se despacha al alcantarillado en la parte alta de la cuenca, es decir en la sede de gobierno.

Una de las soluciones es un proyecto del que se habla desde 1990 y que se ha venido anunciando como una pronta realidad al menos desde 2017; pero, hasta ahora, nada. Lo peor, pese a que se habrían gastado al menos Bs 21 millones en estudios preliminares, obras iniciales y compra de terrenos, no hay vistas de que la tan esperada Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de La Paz (PTAR) se concrete.

Se supone que esta PTAR purificará las aguas tóxicas que “la ciudad maravilla” despacha por el Choqueyapu y otros afluentes hacia Río Abajo. Pero no hay fecha de inicio de obras, mucho menos de conclusión.

La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) está estancada en un proyecto que no avanza, con denuncias de compras irregulares y una férrea oposición a que la planta se instale donde se quiere: en el Valle de las Flores.

Mientras tanto, seguimos comiendo nuestras heces.

EPSAS, el vecino incómodo al que denuncian por compras irregulares

La mujer de pollera a la que persigo seguro tiene más de 60 años, habla apenas el castellano y se ríe cuando intento saludarla en aymara. Me la encontré cerca de la avenida principal de Mallasa, pasando el bioparque Vesty Pakos, en la calle de tierra por donde se va hacia el Valle de las Flores, serpenteando una pendiente que se hunde hacia el río La Paz. En el valle, EPSAS tiene pensado construir la mencionada PTAR. Hasta el 2023 compró el 46% del terreno necesario, pero parece difícil que termine de comprar el resto.

"Y usted, ¿no quiere vender su terreno?", preguntó. " Nooo, ¿de qué pues me voy a vivir?, yo de ahí me saco para mi comida, para mi ropa, ¿de qué pues me voy a vivir?, ¿dónde iré a conseguir trabajo?, a pedir limosna nomás", responde la señora.

Cuando se le pregunta cuánto gana al mes con las flores que cultiva, ella no lo dice y más bien me confunde. Consultando con el resto conoceré que lo que una persona puede sacar por cultivar flores y venderlas en la ciudad está entre los Bs 400 y Bs 4.000 al mes, varía en función al tamaño de terreno que se tenga.

"¿Nunca has venido?", me pregunta la señora, que no dice como se llama porque ahora sabe que soy periodista, y desconfía. "Mirá, de aquí se ve", me dice desde una curva de la pendiente.

El valle es un oasis verde en la base de un cerro colorado que tiene en su cúspide a la Muela del Diablo, rodeado por un río espumoso, lodoso y maloliente. El pasto es alto, a ratos llega a la cintura, bien verde. Hay flores cultivadas y sin cultivar, amarillas que se mecen con el viento, pájaros que te saludan, cactus que te observan desde las esquinas, acacias, duraznos, arbustos secos y otros bien mullidos. Incluso el agua del río es relajante, aunque apeste. Flores rojas, anaranjadas, blancas, guindas, rosas, lilas. Abejas y abejorros en festines. Barro húmedo y seco, botellas plásticas, bolsas, latas, tubos para riego, carpas, nylons, redes de sombra. Es un hermoso jardín…, si tan solo no oliera mal.  

En el valle, los lunes, la gente se reúne para trabajar. Ahora mismo los encuentro en ajetreos para mover troncos gigantescos para los defensivos, esas barreras con las que esperan evitar inundaciones en esta época de lluvias en las que el río suele sorprender con su fuerza y tamaño.

No son más de 40 personas, algunas lucen muy mayores como para estar moviendo troncos. Hombres y mujeres mueven árboles y arman redes de alambres en forma de cajas para llenarlas de piedras una vez acomodadas a la orilla del río. Lo que más les molesta, al menos ahora, es que su nuevo vecino que se ha comprado casi la mitad del territorio no les dé una mano.

"¡Que venga a ayudar EPSAS!", gritan, mientras les saco fotos.

Tienen por ley que cada lunes se presenten los propietarios de los terrenos para ayudar a construir los defensivos o trabajar en tareas comunes; pero el único ausente parecer ser EPSAS. Lo que es peor, desde que se compró el 46% de los 132.000 m2 de esta planicie el número de floricultores ha disminuido, mermando así también la mano de obra para la construcción de defensivos.

"Una vez han traído maquinaria", dice Juan Carlos Quispe, dirigente del sector, "pero después se han olvidado todo el año", añade

"¿Y a usted, le gusta tener a EPSAS como vecino?",  pregunto a una señora que recoge rebecas blancas y amarillas bajo una carpa.

"No", dice cortante primero, después sonríe: "No me gusta, no viene nadie a sacar las malas hierbas, y ahí crecen víboras, es peligroso",  dice mostrando un terreno rodeado por alambre de púas sujeto a troncos, con un cartel clavado en el centro en el que se lee: Propiedad privada, no pasar, y el logo de EPSAS 

"¿Y usted no va a vender su terreno?", le consulto. " No, sino ¿de qué vamos a comer pues?".

 No se conoce cuánto pagó EPSAS por los 41 lotes que adquirió entre 2020 y 2023 y que suman un total de 60.815 m2, según uno de sus últimos informes de rendición de cuentas. Los floricultores dicen que se ofrecía pagar 17 dólares por m2, lo que daría un total de $us 1.034 millones erogados por estos terrenos donde se piensa erigir la planta de tratamiento.

Además, se conoce que EPSAS pagó Bs 49.465 a la empresa Escamperbol SRL para poner los alambres de púas en los 41 terrenos repartidos en todo el valle. Los lotes, vistos en un mapa, son rectángulos de un rompecabezas incompleto: sólo se adquirió aquellos que algunos estuvieron dispuestos a vender.

EPSAS también pagó Bs 47.362 a la empresa Divergente Const para hacer dos viveros que no se ven por aquí, o quizás son unos que no tienen plantas, sino material de construcción adentro.

Hablan los comunarios

"La compra de los terrenos ha sido irregular. Los vendedores han mostrado el terreno, fotocopias de carnet y nada más, no tienen ni papeles de propiedad", lanza Marcelino Tinta, otro dirigente del sector. "Han vendido terrenos de otras personas, ha habido hartos problemas, y sigue habiendo, entre hermanos, entre familia", añade.

"Mi hermana mi terreno había vendido", dice una señora de pollera que ha parado de tejer redes para hablar delante de mí. "Yo he recuperado, pero mi hermana cómo arreglará pues ella lo del dinero".

"En otras palabras, el más vivo ha vendido desde aquí diciendo, sin respaldar si es su terreno o no", señala otro dirigente, Juan Carlos Quispe 

"Yo he ido a Mecapaca la anterior vez para pagar mis impuestos, y me dicen que tengo que pagar de estos terrenos que mi mamá lo ha vendido a EPSAS, ¿pero EPSAS no está pagando? ¿Cómo es eso?  Así también si mi mamá está pagando entonces sigue siendo suyo, ¿no ve?", cuestiona otra señora"

"En unos meses vamos a hacer una intervención a los terrenos adquiridos por EPSAS porque está violando nuestros usos y costumbres al no venir a trabajar como nosotros", me dice un hombre que prefiere no darme su nombre, mientras toma aire, antes de jalar uno de los troncos que recién cortaron. "Eso ponlo en tu artículo. Nosotros no tenemos miedo a que vengan con la Policía, no tenemos miedo a esas amenazas de expropiaciones".

Cuando se pregunta al dirigente Juan Quispe si no les afecta el agua contaminada, este ríe y responde: "Con esta agua mejor da, como se dice, está bien mezclado con todo lo del baño no ve, bien abonado llega jajajajaj, y abonado también dan esos choclos".

Los gastos que se conocen

En octubre de 2021 el entonces interventor de la EPSAS, Gonzalo Bladimir Iraizos, viajó a Turquía con una decena de funcionarios públicos para supuestamente verificar la tecnología que tendría la PTAR. El viaje se hizo de manera irregular junto a trabajadores del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), de acuerdo a denuncias publicadas en El Diario. Aunque los pasajes estaban pagados supuestamente por una empresa internacional, los viáticos corrieron por cuenta del Estado boliviano y los montos no son conocidos.

Ni EPSAS, ni el MMAyA, y ni siquiera la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento Básico (AAPS) dieron información para este reportaje pese a continuas llamadas, visitas a sus oficinas, y cartas formales.

Tampoco se conoce con certeza cuánto se gastó en la PTAR que no existe. Al menos se pueden calcular Bs 21 millones con base en publicaciones de prensa, testimonios, y datos del Sistema de Contrataciones Estatales (SICOES):  

En diciembre del 2018, el MMAYA adjudicó a la sueca SWECO International AB el estudio de Diseño Técnico Conceptual Preliminar – Construcción Planta de Tratamiento de Aguas Residuales para la ciudad de La Paz por $us 906 mil. El trabajo debía demorar un año y el financiamiento venía de Suecia.

En 2021, se adjudicó por Bs 7 millones a CES Consulting Engineers Salzgitter GMBH Sucursal Bolivia, el Estudio de Diseño Técnico de Pre-Inversión (EDTP) del Proyecto “Construcción de Interceptores del Sistema de Alcantarillado Sanitario de la Ciudad de La Paz”. Este estudio es necesario para gestionar el financiamiento de la PTAR La Paz.

En octubre del 2022, la Alcaldía de La Paz adjudicó a Julio Eduardo Lanza Ferrufino una consultoría para la Evaluación Ambiental Geográfica Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, por Bs 49.000.

A estos montos habría que sumar lo erogado por la compra de terrenos en el Valle de las Flores, lo que se pagó por el enmallado de estos lotes y la construcción de los dos viveros antes mencionados; así como la edificación de una infraestructura con techo azul de ladrillos que pertenece a EPSAS y se encuentra al ingreso del valle. Incluso el pago de salarios a un cuidador. Todo esto sumaría más de Bs 20,5 millones. Sin embargo, más allá de los datos públicos, no hay cifras certeras.

La PTAR en sí, la obra, costaría al menos $us 110 millones, según datos que dio EPSAS en noviembre de 2022.

Esta planta puede considerarse como “el proyecto ambiental más relevante de la ciudad en los últimos 20 años”, afirma la investigadora ambiental Stephanie Weiss. Lamentablemente está lejos de hacerse realidad.

BD/

Esta investigación fue realizada con el apoyo del Fondo Concursable de la Fundación para el Periodismos (FPP).

Este es el reportaje central. Si quiere leer la nota de apoyo ingrese aquí

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